Sin embargo, hay una corriente subterránea que invita a la esperanza. Pienso en Edward Said, el intelectual palestino que enseñó en Columbia University mientras algunos de sus alumnos servían como informantes para espiarlo. Pienso en la ironía luminosa de que, en esas mismas aulas en las que un día vigilaban sus palabras, hoy se haya gestado la mayor ola de oposición estudiantil en Estados Unidos. contra los desmanes del actual gobierno israelí en Gaza.
Ahora mismo crece el número de voces demócratas —figuras tan disímiles como Buttigieg, Sherill, Slotkin, Gallego, Gluesenkamp Perez, junto al decano Bernie Sanders, la pionera de este movimiento, Alexandria Ocasio-Cortez, y la nueva sensación mediática, Zohran Mamdani— que abogan por una agenda pragmática-populista con la cual pueda sentirse identificada la mayor cantidad de votantes de cualquier afiliación política.
La aspiración por una Cuba democrática no puede venir viciada de otras corrientes que se presentan contrarias a sistemas como al que rige en la isla, pero que replican todo tipo de fórmulas de control, censura y empobrecimiento similares a los que combatimos. El futuro no está en ningún líder ni en apuestas reaccionarias. Está sino en la voluntad de todo un pueblo por construir un país digno, libre, democrático y de iguales.
El reparto es música de barrio. Comenzó a crearse en los barrios: Mantilla, San Miguel…, con artistas como Los tres Gatos, Adonis Mc, El Micha y Elvis Manuel.
Al sumársele a su condición de negro la de migrante latino y repartero —una identidad forjada en los márgenes de los márgenes—, Chocolate MC pierde el derecho a la metáfora. El sistema no ve en él a un artista usando la hipérbole del género, sino a una amenaza literal.