Ahora mismo crece el número de voces demócratas —figuras tan disímiles como Buttigieg, Sherill, Slotkin, Gallego, Gluesenkamp Perez, junto al decano Bernie Sanders, la pionera de este movimiento, Alexandria Ocasio-Cortez, y la nueva sensación mediática, Zohran Mamdani— que abogan por una agenda pragmática-populista con la cual pueda sentirse identificada la mayor cantidad de votantes de cualquier afiliación política.
La aspiración por una Cuba democrática no puede venir viciada de otras corrientes que se presentan contrarias a sistemas como al que rige en la isla, pero que replican todo tipo de fórmulas de control, censura y empobrecimiento similares a los que combatimos. El futuro no está en ningún líder ni en apuestas reaccionarias. Está sino en la voluntad de todo un pueblo por construir un país digno, libre, democrático y de iguales.
El propio Díaz-Canel, quien ni siquiera se dignó a pronunciar el nombre de su exministra, y eligió hablar de «deambulantes» en lugar de «mendigos», peca deliberadamente de lo mismo que, en esencia, se le achaca a su subalterna: niega o encubre la realidad. Pero Marta Elena Feitó Cabrera, desde luego, no formaba parte del selecto club de los intocables. Y, por suerte para ella, muy pronto pasará al olvido.