Las «ruinas habitadas» de La Habana podrían ser el escenario indicado tras el ataque norteamericano tantas veces invocado por el discurso político cubano de los últimos sesenta años.
La vigilancia y la represión gubernamental contra activistas, opositores políticos y periodistas independientes en Cuba constituye una realidad cada vez más excoriante.
Este 17 de diciembre cientos o miles de peregrinos llegaron hasta el Santuario Nacional del Rincón, en las afueras de La Habana, para orar y rendir tributo a la deidad afrocubana.
En las profundidades de la crisis multidimensional que hace años vive Cuba, la inundación, el fango, los destrozos del viento en los cultivos y en las casas, los objetos perdidos… no son solo las cicatrices pasajeras de un desastre natural.
Por supuesto, un inventario verdaderamente exhaustivo de los dirigentes caídos en desgracia —con dosis mayores o menores de justicia o arbitrariedad— durante los últimos 67 años sería muchísimo más copioso, en un país donde ningún servidor o usufructuario del poder está a salvo del olvido, la cárcel o el mismísimo paredón de fusilamiento.