La entrada en vigor, el pasado 18 de diciembre, de un tercer segmento de la tasa de cambio de divisas como parte del Programa de Estabilización Macroeconómica diseñado por el gobierno cubano para afrontar la grave crisis actual, ha devenido tema de máximo interés para la ciudadanía en un país que enfrenta, al cierre del tercer trimestre de 2025, una caída de más del cuatro por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), según admitió el presidente Miguel Díaz-Canel durante la clausura del XI Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

La medida, anunciada en televisión nacional por la ministra presidenta del Banco Central de Cuba (BCC), Juana Lilia Delgado Portal, prevé una etapa de transición con una estructura de tres segmentos cambiarios. 

Se mantienen las dos tasas de cambio fijas establecidas previamente: el primer segmento —para entidades exportadoras— opera a razón de un dólar por 24 pesos cubanos, mientras que el segundo —para determinadas entidades generadoras de ingresos externos, con distinto régimen cambiario— lo hace a uno por 120. La novedad es un tercer segmento que modifica el régimen cambiario aplicable a las personas naturales y a las formas de gestión no estatal, el cual está sujeto a la tasa de cambio flotante publicada a diario por el Banco Central de Cuba y otras entidades financieras.

«Una unificación inmediata de la tasa de cambio podría provocar una devaluación brusca, con efectos inflacionarios mayores a los actuales y profundización de la pérdida del poder adquisitivo de la moneda nacional frente a las divisas», aseveró la directiva del BCC, quien apuesta por que los dos primeros segmentos cambiarios «se sostengan y que no produzcan devaluaciones bruscas» al tiempo que el tercero mantenga «[un] precio competitivo, determinado por la oferta y demanda».

Por supuesto, esa cuantía resulta muy difícilmente asumible para la gran mayoría de una población cubana que, víctima de la inflación, ha visto desplomarse su poder adquisitivo. En la primera tasa publicada —el 18 de diciembre—, el tipo de cambio oficial se situó en 410 pesos cubanos por dólar estadounidense y en 481.42 pesos por euro. Este viernes 26 de diciembre, la cotización fue de 409 pesos por dólar y 481.76 pesos por euro. Ello sitúa el salario mínimo mensual en 5.1 dólares estadounidenses o 4.36 euros.

El paquete normativo que habilita la nueva tasa y el marco regulatorio del mercado cambiario, publicado en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, Número 89 de 2025, establece además que las entidades intermediarias —bancos y otras instituciones financieras— pueden establecer tarifas comerciales a la tasa de compra y venta publicada por el BCC.  

El director de Políticas Macroeconómicas del Banco Central de Cuba, Ian Pedro Carbonell Karell, afirmó en entrevista concedida a Granma que las personas naturales podrán acceder —previa cola a través la aplicación Ticket— a 41 oficinas que ofrecerán el servicio de compra-venta de efectivo de acuerdo al valor de la tasa oficial. Sin embargo, el máximo estipulado en cada operación de compra de divisas es de 100 dólares, o su equivalente en otra moneda.

«Las personas naturales van a poder vender sus divisas en los bancos, en las casas de cambio del sistema bancario y financiero nacional […]. También podrán comprar divisas, aunque dependerá de la existencia en el banco que, como principio, solo va a poner a la venta lo que recaude en compras», explicó.

En relación a las formas de gestión no estatal, indicó que su capacidad de compra de divisas tendrá un límite de hasta el 50 por ciento del promedio de ingresos brutos reflejados en la cuenta fiscal del último trimestre, y que se consideró adecuado no establecer una cuantía fija para los actores económicos debido a sus diferentes niveles de actividad. En caso de encadenamientos con otra entidad, como proveedores de bienes o servicios, podrán pactar una compra-venta directa de divisas.

El requisito de operar desde los fondos registrados en la cuenta fiscal de la forma de gestión no estatal, alineado con los objetivos del proceso de bancarización, busca una mayor captación y control del efectivo circulante por las entidades bancarias y mayor  control de la evasión fiscal.

El economista Pedro Monreal, afirmó a elTOQUE que «la intención es hacer rodar la operativa cambiaria de persona jurídica no estatal por el carril de una legalidad transparente a nivel de sus cuentas. Habría que preguntarse si existe la capacidad administrativa para hacer el seguimiento. Esa es la gran incógnita. ¿Por qué no se ha hecho hasta ahora?».

Medidas pospuestas

En el actual contexto, marcado por la paralización de la actividad productiva, escasez de bienes básicos, devaluación de la moneda local y una creciente inflación, existen criterios divergentes en cuanto al alcance efectivo de las trasformaciones anunciadas. 

El oficialismo sostiene que existen condiciones más favorables para avanzar en la implementación, al registrarse una disminución del déficit fiscal, y en el manejo del Presupuesto del Estado, lo que viabilizaría la estabilización macroeconómica.

«Estas transformaciones cambiarias eran inaplazables, a fin de lograr organizar los flujos en divisas que se cambian por moneda nacional; que todas estas operaciones se realizaran por intermediación del sistema bancario financiero; que se estimulen aceleradamente las exportaciones, los ingresos externos, y las inversiones; y que, con ajuste a la situación económica real del país, haya un mercado que funcione sobre la base de tasas de cambio objetivas, sin alta volatilidad ni movimientos especulativos que afectan hoy tanto a la familia como a los negocios», declaró Carbonell Karell. 

Otra opinión sobre el proceso tiene el economista Miguel Alejandro Hayes, quien manifestó a EFE sus reticencias en cuanto al éxito de la medida, al entender su puesta en marcha más como un «instrumento recaudacionista» de divisas —para un Estado que no las emplea en inversión para el desarrollo sino en esquemas de negocio— que para la estabilización monetaria.

Según su colega Pavel Vidal, el mecanismo para fijar la nueva tasa no es transparente ni sencillo pues establece «restricciones claras» para la compra de divisas, y el mercado informal seguirá desempeñando un papel relevante como vía complementaria para cubrir la demanda insatisfecha.

«Asumimos que quienes ofrecen dólares que son los exportadores, inversionistas, quienes envían remesas podrán canjear sus dólares a ese precio que asumo será mayor —cualquier parecido a la tasa de elTOQUE, ya sabemos, será “pura coincidencia”— que los dos segmentos anteriores. ¿Quiénes operarán en los otros dos segmentos? ¿Importadores? ¿Qué es lo que quieren? ¿Estimular las importaciones y condenar a la producción nacional a una condición de escasa competitividad? Se han pasado la vida criticando la “mentalidad importadora” que no es tal, sino el resultado de las condiciones objetivas impuestas por políticas cambiarias fallidas, y con las tasas de cambio oficiales fijas sobrevaluadas —que para colmo son dos— lo que se lograría es favorecer las importaciones con precios artificialmente bajos», consideró en redes sociales el también economista y profesor universitario, Mauricio de Miranda.

El chivo expiatorio de la propaganda 

ElTOQUE ha sido uno de los medios independientes que más ha sufrido el acoso sistemático de los Órganos de Seguridad del Estado en los últimos años. Desde 2022, su equipo se ha visto forzado al exilio tras sufrir interrogatorios e incluso linchamientos mediáticos en televisión nacional. Recientemente se ha sumado la apertura de un proceso penal bajo acusaciones de «terrorismo económico», un delito inexistente en la legislación cubana.

En gran medida, la censura y la persecución contra ese medio digital se debe a su «Tasa representativa del mercado informal de divisas», calculada a partir de los valores en los anuncios de compraventa de divisas en redes sociales. Ante la falta de mecanismos oficiales, ese servicio adquirió, naturalmente, un elevado valor de uso para la ciudadanía. Y como resultado elTOQUE ha sido colocado en el centro del discurso propagandístico del régimen cubano en el papel de chivo expiatorio, es decir, de culpable de la inflación en la isla.

El 14 de noviembre de 2025, el propio Carbonell Karell había insistido públicamente en la invalidez —desde el punto de vista de la política económica— de la tasa representativa publicada por elTOQUE, así como en el peligro que implicaba la normalización de su uso como referencia debido a la falta de supervisión y regulación institucional. 

Por supuesto, a raíz de la publicación de la tasa oficial de cambio del Banco Central, la narrativa gubernamental se ha convertido en objeto de burla debido a la similitud de los valores oficiales con los de la denigrada tasa representativa del medio independiente. 

Para el economista Vidal, quien es investigador principal del Observatorio de Monedas y Finanzas de Cuba (OMFi), iniciativa de elTOQUE, se ha confirmado que la ofensiva contra el mercado informal y ese medio de prensa —que incluyó un ataque informático y bloqueo desde el día anterior— buscaba allanar el camino para introducir la tasa oficial flotante oficial. 

«El propósito central ha sido intentar debilitar los contrapesos informativos y la credibilidad de referencias alternativas que puedan dar cuenta de posibles desalineamientos futuros entre la tasa oficial y la realidad del mercado», afirmó. «En la práctica, la mediana de las intenciones de compraventa en espacios virtuales estaba reflejando las condiciones económicas y financieras del sector privado y los hogares».

Igual de crítico con la medida ha sido Mauricio de Miranda, quien subrayó en redes sociales la insostenibilidad de mantener dos tasas de cambio oficiales fijas que, de hecho, no guardan relación con las actuales condiciones económicas. Por el contrario, el experto radicado en Colombia entiende como la decisión más sensata el establecimiento de una tasa de cambio unificada. 

«Esto es un nuevo disparate en política económica», sostuvo. «Lo que no puedo entender es que se sigan adoptando medidas económicas que van a contrapelo de la realidad objetiva». 

En medio de una reforma de la política cambiaria que acaso intenta paliar la inflación y la escasez de productos básicos, sin desde luego resolver las causas estructurales de una crisis multidimensional, terminará este funesto 2025 para los cubanos. Mientras el poder recicla eufemismos y apela una vez más a «la resistencia heroica» del pueblo, muchísima gente permanece escéptica, a la espera de los despropósitos que traerá el nuevo año.