—Papi, yo soy repartero de nacimiento. De donde nació el Reparto, de ahí soy yo. ¿Sabes lo que te digo? —aclara.
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El 17 de agosto, Wampi publicó en su cuenta de Instagram una ilustración que incluía a varias de las figuras más populares y controversiales del reparto y la farándula cubana. En un cesto de basura había un grafiti que decía «el Choco», refiriéndose a la leyenda Chocolate MC. Roberto Ferrante, productor y dueño de Planet Records, llevaba un pulóver en el que se leía: «Compro View!!», mientras paseaba tres perros con caras felices. Aparecía, además, el influencer y youtuber Alexander Otaola en una alcantarilla; Samantha, la presentadora de La Familia Cubana, entrevistaba al LKmii, otro repartero de peso; y luego hay una nutria y un hombre que representan, a todas luces, al también repartero Wow Popy y a su mánager Raymel Pérez. Al fondo vemos la cúpula del Capitolio habanero, torcida y sin brillo.
El cartel generó mucha polémica, ya que abarca desde relaciones profesionales hasta los propios vínculos amorosos de Wampi. En la descripción de la publicación, Wampi escribió: «1000 comentarios y se va el preview». El post superó cinco veces la cifra pedida y al día siguiente el músico sacó un adelanto de «Rica y to», un tema que ahora mismo cuenta con más de medio millón de visualizaciones en YouTube.

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Son las tres menos diez de la tarde y me conecto a internet porque he fijado la entrevista con Wampi para esta hora. Le escribo un mensaje y le aviso que ya estoy en línea. Pasa un rato y no responde. «Bueno, me mantengo aquí y en un rato se conecta», pienso y dejo el Instagram abierto. Mientras espero, repaso los primeros recuerdos que tengo de él. Veo los carteles que anunciaban sus conciertos en Matanzas, cuando yo estudiaba en la Vocacional, y también vuelvo al momento en que supe su edad; un adolescente como yo en ese entonces. Al rato, Wampi me envía un video disculpándose y preguntando si podíamos hablar a la cinco y media, porque estaba viendo el fútbol. Le respondo que sí. Veo que lleva un parche en el ojo o algo por el estilo. Luego me contará que tenía puesto fomento, debido a un golpe en el gimnasio.
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Lo de Wampi vino después. Cuando niño, era simplemente Dasiel. Dasiel Mustelier Oruña. Internet guarda un montón de videos suyos de pequeño. Hay uno en la playa, otro en la escuela con el uniforme, y en todos canta algún tema de reparto o menciona a los artistas y Djs más populares. Se ve suelto, le sale con naturalidad. No fuerza los gestos de chico malo. Todo es parte de lo que ve y respira. También hay otros videos, más conocidos, donde interpreta las populares canciones infantiles de «Chivirico rico» y «Qué bonito», una escena diametralmente opuesta a himnos de la calle como Maleante, PorNosotros, Taxi rutero y muchas más. En su primera etapa formó parte de los coros Cascabelito y Solfa.
—Estoy en la música desde los seis años, desde preescolar —dice Wampi—. Yo nací en un reparto reparto, y los barrios a veces pueden ser un poco complicados. La pura trató de mantenernos a mí y a mi hermano alejados de las calles. Nos apuntaba en cualquier cosa: pelota, judo, baile, lo que fuera por tal de que nosotros no estuviéramos en cosas fulas, ¿entiendes?
La noche en Arroyo Naranjo, al sur de La Habana, no es la noche farandulera de otras zonas como El Vedado, Miramar o La Habana Vieja. En el reparto Poey había otro ambiente, que engendró una nueva música, un ritmo cimarrón que no se entendía con nadie. De allí salió Elvis Manuel, El Micha, Pipey, Adonis Mc, Yhona. En una entrevista para el podcast de Destino Talk, Adonis Mc explicó que «nosotros somos de un barrio —se llama Arroyo Naranjo— y ese barrio, para nadie es un secreto, es un barrio marginal (…). Nosotros, que nos criamos ahí, tenemos como un patrón que es diferente al de las otras personas que se criaron en el Vedado, el otro que se crió en Luyanó, el otro en tal lugar… o sea, la música nosotros escuchábamos siempre, siempre, toda la vida, fue la música de la Charanga Habanera, de Michel Maza…».
La pobreza y la marginalización acumuladas durante décadas hacen que el barrio se vuelva, en muchas ocasiones, violento, y que las alternativas de subsistencia sean cada vez más complejas. Por eso el interés de la madre de Dasiel en sacar a su hijo de ese ambiente. Después de pasar por los Coros, Wampi entró a la escuela de arte en la especialidad de saxofón.

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—Bueno, mi primer video en YouTube se llama «Malo soy yo». Ahí yo había terminado la secundaria y empezaba el tecnológico… El tecnológico no, yo le digo así porque teníamos el pantalón carmelita.
—En el Amadeo Roldán, ¿no?
— Sí, a nivel medio.
Ese tema, «Malo soy yo», no está en su propio canal, sino en el de El Jpeace, y fue grabado hace seis años, cuando Wampi tenía apenas quince. El video está hecho con poco presupuesto, y la ambientación alterna entre una casa, un estudio casero y una calle en algún reparto habanero. Wampi es todavía un niño, flaco, sin la sombra del bigote que lleva hoy. Sin embargo, asegura que desde mucho antes ya estaba ligado al reparto como género, porque componía y producía. Simplemente, aún no se había lanzado como artista.
—Y aunque yo salí de la calle, el reparto nunca salió de mí, porque yo vivía en un reparto. No sé cómo explicártelo. Yo estaba en mi escuela de música y también escuchaba a Chocolate, Harryson, Wildey. Y bueno, mi hermano era cantante también.
Daryel Mustelier es una figura clave en la carrera de Wampi. Cuando Dasiel era un niño, ya su hermano tenía un dúo de Reparto, El Koki y El Take, que después dejaría para dedicarse a filmar y editar videos musicales. Al principio, Daryel hacía los videos de Wampi, lo acompañaba a los estudios, le daba su ropa y sus zapatos.
—Él ganaba, qué sé yo, veinte dólares, y ese dinero lo invertíamos en mí. Y si algo bueno tuvimos nosotros es que siempre estuvimos juntos, hasta que se fue para los Estados Unidos. Pero yo le agradezco mucho todas las cosas que pasamos juntos, bróder, sobre todo lo de la gente, tocando muchas puertas, los estudios, quemándonos. Muchas cosas, mi hermano, que la gente ni se imagina.
Todo eso llegó después. Al principio, cuando Dasiel veía a su hermano cantando, no quería hacer lo mismo. No obstante, luego sucede algo que, según él mismo cuenta, fue doloroso. Un suceso que lo hizo tomar el camino que hoy transita.
—Yo estaba en la secundaria, con los consorticos míos sentado en un banco ahí, y todo el mundo diciendo con quién quería tocar un día, cuando nos graduáramos.
Uno quería ser trombonista de Habana D´Primera; otro, pianista de Alain Pérez. En ese momento, a Dasiel le interesaba el jazz, gente como «como César López o Michel Herrera». Entonces salió el tema del pago a los músicos y Dasiel sacó cuentas, porque, si algo tenía claro, era que quería ayudar a sus padres con su música. El día anterior, su hermano le había hecho un video a un repartero y él tenía la cifra en su mente.
—Los músicos de esas orquestas cobraban, cuando más, 20 o 50 CUC por presentación, y a mi hermano le habían pagado 200 por el video, que en aquel momento era dinero. Eso no me cabía en la cabeza. Yo decía: «¿Cómo puede ser posible?» ¿Me entiendes? Ahí yo dije: «No, no, papi, no, espérate un momentico». Además, a mí el reparto me servía fula, y yo en ese momento estaba mal, pero te estoy hablando mal, demasiado mal.
Decir, en pleno 2025, que uno escucha reparto, o que uno es repartero, es algo cool, pero antes, cuando Wampi cursaba la secundaria, todavía existía el dilema de los mikis y los repas como dos bandos excluyentes. En aquella época, Wampi creaba backgrounds y algunas coas reparteras para entretenerse. Su voz estaba cambiando, de ahí que al principio no quisiera cantar. Le enseñó una de las pistas a JPeace, quien llevaba tiempo en la industria, y al Dj le gustó. Le dijo que tenían que grabar eso juntos, que buscarían el lugar y lo harían.
Hay un video con varios muchachos alegres en un cuarto con paredes azules. La cámara muestra a un chico menor de edad sentado frente a la computadora. Justo ahí Dasiel inicia su carrera y adopta su nombre artístico, el perfil con el que jugaba en la Play Station que le habían regalado. Se trataba de un usuario creado por otro y que Dasiel siguió utilizando. Wampi. Sin más significado. Wampi.

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Antes de que terminemos y se vaya a jugar basket, le pregunto a Wampi cómo es un día suyo en Estados Unidos, país que visita frecuentemente y en el que se encuentra mientras conversamos.
—No soy rutinario. A veces sí creo rutinas, pero las cambio mucho. No me gusta hacer lo mismo. Hay semanas en las que estudio mucha guitarra, por ejemplo.
Por las mañanas llama a su madre, que sigue en Cuba, y luego va al gimnasio. También habla con su papá. Produce algo, crea música y estudia inglés. A las siete de la tarde suele ir a jugar baloncesto con quienes estén en la cancha. Luego se entretiene con videojuegos y antes de dormir vuelve a estudiar inglés.
No menciona fiestas, no menciona farándula, ni nada relacionado con la noche repartera de Miami, cada vez más potente. Tampoco suele ostentar prendas o llevar la moda típica de sus colegas de género. En una entrevista para Ritmo 95.7, dijo que, antes que comprarse cadenas, prefería gastar en instrumentos musicales. Cuando visita Estados Unidos, Wampi parece reservar sus energías para el estudio y los escenarios.
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Nunca dejó la escuela, ni siquiera en los momentos en que tuvo más conciertos en Cuba. «Como una doble vida», me cuenta. Manteniendo un perfil bajo en el Conservatorio, dice que no tuvo fanáticos ahí. Se graduó en plena pandemia, a duras penas y con la ayuda de un profesor (Ahmed, de saxofón). Georgina, su profesora de piano que ya falleció, también le tendió una mano. Pero no todos se portaron con él de la misma manera. Hubo quien lo señaló por el pelo, por el pantalón, y lo tuvieron que cambiar varias veces de profesor de saxofón. En realidad, la mayoría de los adolescentes pasan por algo similar en los distintos preuniversitarios, pero él asegura que simplemente les caía mal a varios maestros, que le «tenían el dedo puesto».
Al principio trabajaba solo con su hermano, hasta que grabó «Cambia tú» con El Kimiko y Yordy. La canción se viralizo y enseguida llegaron managers y representantes para firmarlo. Su hermano estaba a punto de irse a Estados Unidos y ahí surgió su alianza con Raymel Pérez, el creador de Rami Records, un sello que, además de Wampi, lanzó a artistas como Fixty Oddara & Ja Rulay y Wow Popy. Si no hubiese sido así, Dasiel habría tenido que gestionar su trabajo él mismo, con apenas diecisiete años. Trabajaron juntos durante un tiempo, hasta que se separaron porque no compartían ciertas prioridades y estrategias profesionales. Aun así, Wampi reconoce que Raymel lo ayudó mucho.
Antes de que llegase la pandemia de COVID-19 en 2020, Wampi hacía muchos conciertos por todo el país, pero entonces cometió varios errores.
—Todo el mundo en cuarentena, todo el mundo en su casa. Y tanto él [Raymel] como mi hermano tomaron una mala estrategia. Me dijeron que no era el momento de sacar música, que en el encierro nadie iba a consumir reparto —dice Wampi—. Papi, ¿y quién te dice a ti que en el COVID fue cuando muchos artistas y muchos canales se dispararon y yo no saqué música ni nada? Hice mis cosas para pasar el tiempo, pero no mucho más. Después del COVID tuve que volver a reinventarme, porque la gente no se acordaba de mí. Habían salido otros artistas.
Esa experiencia lo impulsó a experimentar con otros sonidos. «No hacer música pal momento, no solo hacer Reparto», dice. Aprovechó el impasse para darle un giro a su carrera y traer nuevas propuestas a la escena. Luego se fue a Estados Unidos, y ahora pasa un tiempo allí y otro en Cuba. Ahora, como artista independiente, trabaja con su hermano y ha grabado temas con Cimafunk, Pedrito Martínez y otros cubanos que no pertenecen a su género. Ha participado en diferentes ediciones del Cimafest, en el Cubatonazo, está sacando su primer álbum y prepara una gira en Europa. Además, ha experimentado con otras sonoridades como el R&B, pero sin dejar de lado los códigos que lo han puesto en el lugar que hoy ocupa.

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A lo largo de sus seis años de carrera, Wampi ya se ha presentado en casi toda Cuba con los músicos que usualmente lo acompañan; tiene un número importante de fanáticos en Perú, país en el que ha hecho varias giras, y fue el primer repartero en ingresar a la Academia de los Grammy en Estados Unidos. Además, firmó con Virgin Music Group, una de las más grandes distribuidoras de música independiente del mundo.
Cuando vuelve al reparto donde nació, parece que Wampi olvidara todo eso. Quiere demostrar que puede obtenerse todo el éxito del mundo sin renunciar al barrio.
—En Cuba yo sí me voy hasta atrás. Salgo mucho solo. Voy al Cristo solo, a la playa, y voy a restaurantes, a veces solo o con los puritos. Voy mucho al estudio. A veces juego fútbol o básquet. Tomo mucho helado, me sirve cantidad el helado. Las pizzas por allá por San Rafael, te digo las pizzas repas, tipos las de antes, de diez pesos, superricas.
Algunas noches Wampi se desaparece por La Habana y hace grafitis con amigos grafiteros. «En guagua», aclara. Se mueve en guaguas por la ciudad. Luego se va a Varadero, y el público amanece coreando sus canciones bajo la lluvia.