Al economista Miguel Alejandro Hayes no le quedan dudas de que GAESA, el emporio militar cubano, no posee «nada» en dinero líquido o ganancia libre. A su entender, los 18 mil millones de dólares con los que la empresa cuenta en efectivo disponible, según afirmó una reciente investigación periodística del diario El Nuevo Herald, basada en una filtración de supuestos estados financieros del conglomerado, son un «disparate» desde la ingeniería financiera y la dinámica de la corrupción.
Hayes se basa en la lógica de la economía como ciencia, despojándola de cualquier sesgo ideológico, para enfocarse en cuestiones técnicas y en los datos sobre economía cubana disponibles públicamente. «Quienes quieran enfocar el tema desde la objetividad, deberían abandonar los equipos políticos», argumentó.
A su entender, la investigación no involucró a suficientes expertos con conocimiento profundo de las finanzas y operaciones internas de GAESA o del sistema empresarial cubano para validar la cifra revelada. «Tampoco esta se presentó para un análisis y debate crítico. Se dio la noticia con la intención de validarla directamente, además de que le faltó contraste con datos oficiales disponibles (comercio exterior, balanza de pagos), que son difíciles de falsear y no respaldan la existencia de tal cantidad de dinero», razona Hayes.
«La cifra no se sostiene con el Sistema de Cuentas Nacionales de Cuba. Si alguien pudiera explicar cómo lo hace, o si las cuentas nacionales están erradas, debería demostrarlo técnicamente», abunda.
Asimismo, alega que en el texto no hay distinción entre lo que es realmente el capital operativo de la empresa, el valor de sus activos y el dinero líquido disponible como ganancia guardada. «Eso creó una percepción errónea en el público, porque GAESA no tendría ganancias ociosas de esa magnitud en una cuenta, aunque sí podría tener un valor en activos (como hoteles) superior a 10 mil millones de dólares», apunta el también investigador y ensayista, quien lamenta, además, que la investigación periodística no haya tenido un seguimiento y rectificación, a pesar del debate generado y las aclaraciones posteriores de otros expertos, incluida la de uno de los consultores de la investigación, el economista cubano Pável Vidal, quien reconoció como un «error de traducción» la cifra establecida de 18 mil millones de dólares como efectivo disponible.
La cifra de 18 mil millones de dólares ya ha calado en el imaginario popular y ha creado un mito alrededor de ella, por lo que es importante corregir esa percepción, asegura Hayes, quien insiste en la importancia de que el medio haga una corrección. «La rectificación de esa cifra implicaría también cambiar el enfoque de la discusión sobre la corrupción en Cuba, pasando de la cantidad específica de dinero a problemas estructurales más profundos», argumenta.
«Es cierto que el artículo pone sobre la mesa un debate, aunque la polémica se concentró entre los economistas, porque estos temas económicos son complejos para la comunidad cubana. En parte, por la economía política marxista que nos enseñaron, una “brujería” que destruyó el pensamiento económico serio», sostiene Hayes, quien tampoco concuerda con el enfoque que deja la investigación de que la crisis en Cuba se debe a las malas decisiones en el uso del dinero.
«Eso implícitamente promueve una visión reformista que sugiere que el sistema cubano podría funcionar con una mejor gestión. Esta perspectiva es similar a la frase popular “esto con Fidel no pasaba”, que también implica que hay una “decisión correcta” o una “alternativa” dentro del mismo sistema, una visión metodológicamente socialista, ya que se centra en la redistribución de la riqueza en lugar de la producción de riqueza», explica.
Hayes considera, además, que «la corrupción impacta más por la desoptimización del gasto que por el dinero embolsado». Incluso, si el supuesto dinero de GAESA se hubiera invertido óptimamente, Cuba seguiría siendo un país pobre en América Latina, lo que demuestra que el problema no es solo la corrupción, sino una incapacidad sistémica para producir riqueza.
Un implacable extractor de divisas
No son pocos los mitos que rodean a GAESA, el acrónimo del Grupo de Administración Empresarial, S.A., perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarías de Cuba (FAR). La empresa fue creada en los años 90 del siglo pasado, durante el llamado Período Especial, para financiar al ejército cubano sin depender del presupuesto estatal.
Sin embargo, con el paso de los años se fue convirtiendo en todo un entramado monopólico que domina los sectores estratégicos para mover las divisas del país, sin aportar siquiera a otros organismos vitales como Salud, Educación o al depauperado Sistema Electroenergético Nacional.
En estos momentos, el grupo está bajo el mando de la general de brigada Ania Guillermina Lastres Morera, quien asumió esta responsabilidad tras la muerte en 2022 del general Luis Alberto Rodríguez López Callejas, por mucho tiempo la cabeza visible del emporio militar, además de estar emparentado con la familia de Raúl Castro, como padre de dos de sus nietos.
Aunque nunca han trascendido cifras oficiales del volumen de divisas que GAESA administra, se sabe que es bastante elevado. De sus arcas salió, por ejemplo, la millonaria inversión al hotel K-23 (también conocida como Torre K o Torre López-Calleja) en La Habana, con más de 44 pisos y 154 metros de altura, entre otras megainversiones que lo vinculan con la gestión de, al menos, 83 instalaciones hoteleras en la isla, con alrededor de 29 mil habitaciones, de acuerdo con un informe del Real Instituto Elcano.

Según un reciente análisis del economista Pável Vidal, GAESA es «el actor económico más poderoso de Cuba», ya que controla los principales flujos de divisas en la isla. Domina gran parte del turismo a través de Gaviota; el comercio minorista y mayorista mediante CIMEX, además de tener bajo su mando a instituciones financieras claves como Rafin S.A. y el Banco Financiero Internacional (BFI).
También, añade Vidal, este grupo opera en el negocio de remesas, logística y almacenamiento (incluido el puerto del Mariel); y tiene presencia en la construcción, el transporte y el comercio exterior. «Aunque desde hace años se sospechaba que GAESA tenía un peso significativo en la economía cubana, los balances revelados de 2023 y 2024 [a través de la investigación de El Nuevo Herald] permiten, por primera vez, dimensionar con mayor precisión su verdadera magnitud, un peso relativo que ronda el 40 por ciento de la economía cubana».

En tanto, para el economista cubano Pedro Monreal el monopolio militar «es la punta de lanza de la dolarización» de la economía cubana. «Con su alto peso del comercio en divisas, comunicaciones y precios monopolistas abusivos, GAESA funciona como un implacable “extractor” de divisas de las familias cubanas», añade el experto, quien destaca que este grupo opera, además, sin rendir cuentas públicamente a los ciudadanos ni a sus representantes. Tiene, dijo, un «blindaje» que incluye no estar sujeto ni a la supervisión de la Contraloría General de la República, según estableció la Ley 158/2022.
Por su parte, Hayes aseguró a El Estornudo que en GAESA «ha habido un proceso de reconfiguración no visible en los últimos años. No todas sus partes funcionan igual ni tienen la misma jerarquía o poder. Financiera Cimex, S.A. (FINCIMEX) y el BFI son sus núcleos más importantes, donde se concentra el flujo de divisas del país. El resto de sus empresas, como las tiendas en MLC, son complementarias y administrativas, y sirven para finalizar el proceso de extracción de valor».
De acuerdo con este economista, las empresas de GAESA no son un objetivo en sí mismo, sino un instrumento para hacer dinero y canalizarlo a otros lugares. «Sirve para captar la mayor cantidad de divisas posible y luego crear un sistema de negocio con empresas internacionales (muchas registradas en Panamá para facilitar operaciones transnacionales). Es un instrumento creado por los militares para establecer esquemas de negocio que les permitan beneficiarse a través de mecanismos de corrupción convencionales».
Las cifras que no se sostienen
En diálogo con este medio, Hayes insistió en que diferentes economistas, incluyendo aquellos con experiencia directa en el sistema estatal cubano como Joel Ernesto Marril, han coincidido en que la cifra de 18 mil millones de dólares como dinero líquido o ganancia guardada por GAESA «no se sostiene ni técnica ni contablemente».
«GAESA sí podría tener más de 10 mil millones de dólares en activos (como hoteles), y especulativamente hasta 15 mil millones, pero esto no es dinero líquido disponible, del que podría tener alrededor de cinco mil millones de dólares, los que serían equivalentes a las reservas internacionales de Cuba; y este sería capital operativo, no ganancia ociosa», razona el investigador.

No obstante, dice, «enfocarse en esta cifra es una distracción del problema real, que es el saldo de la cuenta corriente del país y la incapacidad sistémica de la economía cubana para producir riqueza. Incluso, si ese dinero se hubiera invertido óptimamente, Cuba seguiría en una situación económica muy precaria, debido a los profundos problemas estructurales del país».
Otro punto cuestionable para Hayes está en lo poco probable que un grupo de militares cubanos haya podido robar unos hipotéticos 18 mil millones de dólares para tenerlos en una cuenta colectiva listos para sacarlos. «Todo el que maneja una empresa sabe que no puede ir al banco y pedir que le den todo su efectivo. Ni siquiera el dueño de una empresa puede mover el capital de su empresa de esa manera».
«No tiene ningún sentido que ellos roben, que hagan mecanismos de corrupción dentro de la economía cubana para sacarlos y ponerlos en un banco, del que después no van a poder sacar ese dinero tan fácil», sostiene el investigador.
Además, ya esos 18 mil millones de dólares en efectivo fueron desmentidos por Vidal, quien fue asesor de la investigación de El Nuevo Herald, aunque la cifra actual en discusión supone hasta 14 mil millones de dólares en activos líquidos, lo que tampoco se sostiene.
Según el análisis de Hayes, para que GAESA tenga esa cantidad en activos líquidos, que no son más que efectivo, acciones y títulos de deuda, debe haber generado o dispuesto de una cantidad similar de dinero en efectivo, y esta corporación se financia con sus propios ingresos, no con crédito extranjero. Por lo tanto, cualquier monto acumulado debe haber sido producido por la empresa.
Por otra parte, razona, el dinero que una economía no gasta se refleja en el «saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos» y según datos de la economía cubana (2000-2020), el total de divisas disponibles en la cuenta corriente no supera los 16 mil millones de dólares. «Para que GAESA tuviera 14 mil millones de dólares, habría tenido que apropiarse de más del 95 por ciento de todas las divisas de Cuba durante 20 años, lo cual implicaría que el Estado y el aparato económico habrían gastado menos del cinco por ciento, una situación cuestionable por sí misma».
Además, «para que el saldo de la cuenta corriente se acumulara como ahorro en esa magnitud, la inversión neta (aumento de inversiones) de Cuba durante 20 años no pudo haber superado los mil millones de dólares, por lo que es categóricamente imposible que GAESA pueda tener 14 mil millones en activos líquidos, originados dentro del funcionamiento de la economía cubana, dadas las cifras macroeconómicas disponibles», afirma Hayes, quien asegura que de tener el emporio militar cubano esa cantidad, los pondría al nivel de empresas como Microsoft o Apple, lo cual es muy cuestionable para un grupo de «corruptos y represores».
El economista explica, además, que tampoco hay posibilidades en otros hipotéticos escenarios, como son la existencia de una economía paralela y el no registro de esos datos para el cómputo del PIB. Este indicador, aclara, se calcula mediante tres fórmulas interconectadas que impiden el ocultamiento o la falsificación del tamaño real de la economía. «Si algo no se declara en una fórmula, afectaría a las demás, haciendo imposible mantener la coherencia contable sin dejar rastro», subraya el investigador.
Asimismo, expone como poco viable otra hipótesis sobre la generación de esos montos fuera de la economía cubana. «Es teóricamente posible si las empresas de GAESA están registradas jurídicamente en otros países, como Panamá, y operasen fuera del territorio nacional, sin reportar al PIB cubano. Sin embargo, es cuestionable la generación de esos montos en el capitalismo real con competencia, sin pruebas concretas que demuestren esa capacidad».
Hayes también valora la posibilidad de que GAESA se haya apropiado de las reservas internacionales del Estado cubano. «Esta es una hipótesis interesante y ha sido reconocida, incluso, por Pável Vidal como una posible explicación, ya que los rendimientos empresariales de GAESA no justifican tales monto. No obstante, falta evidencia numérica que demuestre cuántas reservas fueron apropiadas por los militares para alcanzar esa cifra», subraya.
En resumen, dice, los 14 mil millones de GAESA tampoco se sustentan desde el punto de vista macroeconómico cubano. Para que se sostengan, se requiere caer en conjeturas y suposiciones sobre hechos no demostrados en términos de magnitud, como la capacidad de creación de riqueza fuera de Cuba o el volumen de reservas estatales apropiadas.
«La economía es una ciencia que requiere estudio y rigor, no es una cuestión de opinión. En el contexto cubano, debido a la centralización del flujo de divisas, el saldo de la cuenta corriente se considera un saldo gubernamental, a diferencia de países normales, lo que refuerza el argumento de que el Estado controla el dinero», apunta Hayes, quien reitera que GAESA sí posee miles de millones de dólares en activos (hoteles, monopolios como FINCIMEX o BFI), posiblemente superando los 10 mil millones. «Sin embargo, este valor es hipotético y especulativo, ya que sus empresas no cotizan en bolsa y su valor se sostiene por el sistema político dictatorial», concluye.
Un gran entramado sin contribución al desarrollo
Para el economista Pedro Monreal, el debate sobre la veracidad de los montos de GAESA, a los que calificó de «fantasmagóricos y especulativos», reveló la «normalización» de excluir a los ciudadanos cubanos del acceso a información relevante.
«El gobierno cubano ha respondido —por omisión— a la pregunta acerca de si se escucharía alguna declaración oficial sobre el tema. No hay, ni creo que habrá, acceso público a los datos “duros” de GAESA. Como mago de feria “nada por aquí, nada por allá…”», apuntó en uno de sus más recientes análisis sobre el tema.
También, en otra valoración, calificó de «tenue» la contribución del entramado corporativo al desarrollo del país. «No existe evidencia pública, por muchas anécdotas que mencione el relato oficial, que valide la supuesta función de GAESA de “arrastre/ empuje” que cabría esperar de una gigantesca corporación pública que pudiera contribuir al desarrollo de la economía», afirma el economista, quien estima que el grupo militar «es piedra angular de la estructura monopolista del mercado interno dolarizado y es punta de lanza para su constante expansión», con una gran capacidad de «extracción» de divisas, pero con «borroso» aporte a los bienes y servicios públicos.
«GAESA es una estructura monopolista controlada por militares que normaliza —con disímiles argumentos— la suplantación de entidades civiles, indicando una simbiosis de poder político y de militares “disfrazados” de negociantes», explica Monreal.
Por su parte, Vidal alerta que el poder monopólico de GAESA «no es saludable para ninguna economía». A su entender, tener un solo grupo empresarial que controle casi la mitad de la economía no incentiva la competencia, ni la eficiencia ni la innovación.
«Su excesivo poder y falta de transparencia le permiten a las élites políticas y militares usarlo como mecanismo de extracción de rentas de la sociedad, facilita la corrupción y genera efectos distributivos que no favorecen el desarrollo económico», subraya el también académico cubano.
En tanto, Hayes insiste en que el debate sobre Cuba debería abandonar las «fábulas» y el «activismo caricaturesco» para enfocarse en la realidad de una crisis sistémica que requiere un cambio profundo de su infraestructura y capacidad productiva, no solo reformas o una mejor distribución de la riqueza existente.
«La solución de la crisis del país no es un camino fácil ni rápido, y no será posible sin un megaproyecto de infraestructura que lo reconfigure por completo», apunta a El Estornudo el economista, quien está convencido de que «Cuba no puede reconstruirse sola».
Según sus cálculos, se necesitarían unos 60 mil millones de dólares de financiamiento externo, lo que implicará concesiones políticas y compromisos con otros países, un proceso que podría tomar décadas, además de requerirse una revolución industrial o un salto productivo que transforme la infraestructura nacional para crear un país completamente nuevo.
Muy bueno, profundo y acusioso el análisis, pero hasta que no le informen al pueblo de Cuba y uds. tengan el dato, (lo cual no han hecho y dudo que algun día lo hagan) a cuanto asciende el valor de las remesas, les digo que no se desgasten ni gasten neuronas tratando de encontrar la quinta pata del gato, eso es imposible porque el gato solo tiene 4