Sequía, apagones, roturas, «bloqueo»… Nunca faltan ingredientes para la crisis del agua en Cuba

    Las autoridades advierten que el país atraviesa su «más compleja» situación hídrica, con más de tres millones de habitantes afectados por interrupciones del servicio de agua potable.

    Armando Fonseca lleva más de cuatro años viendo cómo el agua corre frente a su edificio en el municipio habanero de Marianao, mientras que por las tuberías de la casa no llega ni una gota. Hasta ahora ninguna autoridad local ha respondido a todas las quejas que ha presentado en busca de una solución para la crisis de abasto que padecen él y sus vecinos. 

    «Cuando nos mandan una pipa tenemos que salir como locos para acumular el agua con que hacemos todo en la casa. Esto parece una pesadilla de la que nunca vamos a despertar», cuenta a El Estornudo. «Más ahora que los apagones son más frecuentes y largos para nosotros. Ya no sé qué más hacer para resolver esto. ¿Irme del país? ¿Mudarme? ¿Salir corriendo para la calle? ¿Plantarme ante las oficinas de Aguas de La Habana?».

    Fonseca dice que por mucho tiempo ha entendido «las coyunturas» del país, pero ya esta crisis le resulta insoportable. «Son muchos frentes a la vez y en la vida todo tiene un límite. Sin agua no se puede vivir, menos en una ciudad. Si fuera del campo ya habría hecho un pozo». Asegura que a sus 66 años ya son pocas las explicaciones oficiales que puede asimilar.

    «Siempre hay muchas justificaciones y muy pocas soluciones», subraya, luego de haber escuchado el viernes último las declaraciones del vicepresidente primero del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), Bladimir Mato Moya, en el programa televisivo Mesa Redonda. «Siento que se están burlando de todos nosotros. Yo llevo en esta crisis más de cuatro años, pero aquí en la capital hay gente en peores condiciones desde hace un montón de tiempo. Eso sin hablar de los que viven en otras provincias».

    Mato Moya afirmó que Cuba atraviesa su «más compleja» situación hídrica, con más de tres millones de habitantes afectados por interrupciones del servicio de abasto de agua potable, los cuales representan alrededor del 30 por ciento de la población de la isla.

    El país enfrenta una de las sequías más intensas de su historia reciente, similar a la vivida entre los años 2003 y 2005. Hay un déficit de más de mil 700 millones de metros cúbicos de agua en los embalses, y están afectadas 21 de las 101 fuentes subterráneas a nivel nacional. Este fenómeno, dijo el directivo, afecta hoy a 152 municipios, pero tiene una mayor incidencia en las provincias orientales de Santiago de Cuba, Guantánamo y Holguín. 

    Según el director de Hidrología del INRH, Argelio Fernández Riquelme, se trata de la sequía con «evolución más violenta» desde que comenzaron a estudiarse estos eventos en 1998. Explicó que solo se ha registrado el 61 por ciento de la lluvia esperada entre mayo y agosto, meses en los cuales suele haber acumulados importantes. Por regiones, el occidente de la isla acopió apenas un 66 por ciento; el centro, un 61 por ciento, y el oriente, un 54 por ciento. Entre las provincias más afectadas en este sentido se encuentran Holguín (45 por ciento), Granma (48 por ciento) y Sancti Spíritus (49 por ciento).

    Son 137 los municipios en que se reporta un comportamiento «seco» he dicho periodo, mientras que suman 74 los territorios en condiciones de «sequía extrema»; especialmente, zonas de Artemisa, La Habana, Matanzas, Sancti Spíritus y desde Camagüey hasta Guantánamo.

    En resumen, 139 de los 242 embalses del país están por debajo del 50 por ciento de su capacidad, y 13 se encuentran completamente secos. Según el índice elaborado por el INRH, 155 municipios cubanos presentan sequía hidrológica, y 112 de ellos sufren condiciones severas. 

    Fernández Riquelme insistió en que el desafío el sistema hidráulico cubano no tiene precedentes y, por supuesto, recalcó que se aplican estrategias de mitigación y recuperación en medio de condiciones climáticas adversas. Pero al menos las precipitaciones se van comportando con normalidad en septiembre: «Ya tenemos 109 milímetros, o el 58 por ciento de la media [nacional]», indicó.

    Los frecuentes y prolongados apagones eléctricos también estarían entre las principales causas de interrupción en el servicio de agua potable en la isla, puesto que afectan los procesos de bombeo y distribución, que, por otra parte, no están respaldados con otras fuentes de energía. 

    «Energía eléctrica y agua son dos variables que están muy interrelacionadas», explicó el vicepresidente primero del INRH. De hecho, suman un millón y medio los habitantes de la isla que no reciben agua en sus domicilios a causa de los apagones, y esto ocurre sobre todo en las provincias de Ciego de Ávila, Matanzas, Mayabeque, Artemisa y La Habana. En la capital, en Pinar del Río y Granma, también se producen actualmente interrupciones por roturas de equipos.

    Las averías en los sistemas de bombeos y las conductoras, así como en general las deficiencias en la gestión, definen en el panorama actual, concedió Mato Moya, quien evidentemente no iba a perder la oportunidad televisiva de citar «el bloqueo» estadounidense como factor decisivo en la lentitud de las soluciones en medio de una crisis que escala día tras día.

    De acuerdo con el funcionario, el INRH ha establecido una estrategia integral con medidas de emergencia y también soluciones estructurales a largo plazo. A saber, se busca robustecer la infraestructura con la ejecución de obras emergentes, completar el equipamiento de bombeo, y proteger los mismo contra el robo de agua y los fallos eléctricos. 

    El agua no llega a muchísimos hogares cubanos, pero en la narrativa oficial el sector hidráulico es ciertamente prometedor pese a las limitaciones económicas y, sobre todo, el embargo norteamericano: ya estaría inmerso asimismo en una progresiva transición hacia el uso de energías renovables y, paralelamente, avanza en el fortalecimiento de su sistema empresarial —incluso ya el Consejo de Ministros aprobó mejoras en tecnología y en salarios de sus empleados.

    En julio último, ante la Comisión de Industria, Construcciones y Energía del Parlamento cubano, el presidente del INRH, Antonio Rodríguez, informó que en 2024 se invirtieron seis mil millones de pesos en el sector, y que para 2025 se había estimado una cifra similar para obras que se ejecutan en cada provincia. Entonces, dijo, había un millón de habitantes sin servicio de agua en el país; la cifra se habría triplicado a la vuelta de pocos meses de sequía y apagones sistemáticos.

    Salideros y mala gestión  

    «Ya la gente no aguanta tanta muela», reitera Fonseca desde Marianao. «Siempre es lo mismo, que si es la mayor sequía, que si los apagones, las averías… En fin, no tenemos agua hace un montón de años, y siempre son los mismos argumentos».

    Este jubilado cubano no concibe cómo un país que atraviesa su «peor crisis hidráulica» derrocha tanta agua. Frente a su edificio, el salidero es ya un arroyo, y así mismo hay muchísimos —que son denunciados en redes sociales a diario— en calles de toda la isla.

    Alexis Acosta Cruz, vicepresidente de la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) Agua y Saneamiento, admitió en abril de 2024 que había entre dos mil 500 y tres mil salideros en la red nacional de abasto de agua, conformada por 24 mil 907 kilómetros de tuberías y acueductos, tres mil seis estaciones de bombeo, tres mil 305 equipos instalados y dos mil 403 instalaciones de tratamiento de agua potable. De acuerdo con las cifras aportadas entonces, toda esa infraestructura debía llevar agua a ocho millones 473 mil 242 personas en dos mil 555 asentamientos poblacionales. 

    En los números, se trata de una amplia red hidráulica que cubre casi toda la población cubana, pero otra cosa es la eficiencia del sistema. En julio último, el presidente del INRH admitió ante la Asamblea Nacional que unas 300 mil personas sufrían interrupciones en el servicio de abasto por déficit de equipos funcionales, especialmente, en Santiago de Cuba. Durante el pasado año, más de 600 mil cubanos dependieron de carros cisternas, una cifra que tranquilamente pudiera superarse en este 2025.

    ***

    De acuerdo con el más reciente informe sobre «El estado de los derechos sociales en Cuba», que elaboran cada año los observatorios cubanos de Derechos Humanos y de Derechos Sociales, el 92 por ciento de los participantes en una encuesta desaprobó la gestión social y económica del gobierno cubano. 

    En 2023, solo el 40 por ciento de los encuestados en un estudio similar dijeron que tenían cobertura de agua entre cuatro y seis días a la semana; el 27 por ciento disponía del servicio menos cuatro días, mientras que el 17 por ciento afirmó no contar con el mismo en toda la semana.

    «Es probable que esta situación haya empeorado», declaró a El Estornudo Yaxys Cires, jefe de estrategias del Observatorio Cubano de Derechos Humanos. «Reportes indican que en localidades como Gibara [Holguín], el servicio estuvo interrumpido por más de 15 días, un factor que contribuyó a las recientes protestas que allí ocurrieron».

    Cires apunta a la crisis múltiple que afecta a la sociedad cubana que disparó la emigración en los últimos años. «La precariedad del servicio de agua es un componente más de este drama que se resume en el 89 por ciento de las familias viviendo en pobreza extrema, según nuestro último informe», enfatiza. 

    Son alarmantes, desproporcionadas las cifras —y precisan análisis en contexto—; lo evidente es que, en casi todos los aspectos, resultan aún más vulnerables los adultos mayores de 70 años. Por ejemplo, el 23 por ciento de los encuestados en ese grupo poblacional dijo que carecía de suministro de agua, seis puntos por encima de la media. 

    «La falta de soluciones efectivas y urgentes por parte del gobierno para este y otros problemas es una irresponsabilidad humana y política», sostiene Cires. «Si no son capaces de resolverlo, deberían ceder el paso a políticos, técnicos e inversiones que sí puedan ofrecer soluciones concretas al pueblo cubano».

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    Katia Monteagudo
    Katia Monteagudo
    Nació en el centro de Cuba, pero es ya chilanga por adopción. Pertenece a la generación del linotipo, a la mismísima era del plomo, pero sigue en el oficio por puro deseo casi 40 años después de haberse licenciado en la Universidad de La Habana.

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