«José Daniel Ferrer saldrá a Estados Unidos con toda su familia, y si no, no va a salir»

    Luis Enrique Ferrer García, el hermano de José Daniel Ferrer García, ha imaginado el escenario en que al líder opositor lo sacan de Cuba, ahora que ha enviado una misiva de su puño y letra aceptando la opción del exilio. «Va a salir directo de la prisión, sabemos que la dictadura no lo soltará ni siquiera con el boleto del avión pagado, no lo van a dejar ir ni cinco minutos a la casa donde vive, ni caminar por las calles de su barrio», dice el hermano. Conociendo de cerca cómo actúa el gobierno de La Habana, el menor de los Ferrer piensa que de la prisión de Mar Verde lo subirán a algún auto de la Seguridad del Estado, lo llevarán directamente al aeropuerto José Martí y lo vigilarán hasta montarlo en el avión. «Probablemente nos enteremos del día en que se va, minutos antes de que lo monten en el avión, si la familia logra comunicarse. Así pasó con nosotros, en la causa de los 75, cuando nos desterraron a España». 

    La familia está expectante de ver a José Daniel irse de una vez de Cuba, un camino que el líder opositor se ha negado a transitar desde hace más de dos décadas. Sus allegados no saben cuándo el gobierno de Miguel Díaz-Canel excarcelará por fin al líder de La Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y lo mandará a un lugar que hasta ahora nadie había confirmado. Ni el propio Ferrer lo refirió en su carta del pasado 10 de septiembre, pero Luis Enrique aseguró a El Estornudo que su hermano «va a salir a los Estados Unidos, no para otra parte». Y añadió: «Si no sale directamente a los Estados Unidos con toda la familia cercana que tiene en Cuba, no va a salir».

    Los Ferrer han mantenido conversaciones con el Departamento de Estado, al mando del cubanoamericano Marco Rubio, y con el embajador estadounidense en La Habana, el señor Mike Hammer, quien varias veces en el último año visitó la casa del opositor en el barrio de Altamira, al oriente del país. «El señor Hammer enseguida se puso en función de todo y nos dijo que no había problema, que ellos iban a gestionarlo todo», insistió. «En estos momentos ya José Daniel tiene prácticamente la autorización de los americanos para ingresar a los Estados Unidos. Es decir, ahí no hay ningún tipo de inconveniente. La ayuda ha sido en tiempo récord, una gran labor de parte de ellos. Han hecho todo lo que ha estado en sus manos para que esto se resuelva inmediatamente. Ya el balón está en manos de la dictadura, ya lo único que queda es que decidan mandarlo para acá. No sabemos cuándo van a hacerlo, ni siquiera si lo van a hacer, pero esperamos que sí, porque ellos llevan toda la vida tratando de que toda la familia Ferrer se vaya de Cuba».

    Ciertamente, las proposiciones de exilio en todos estos años no han sido pocas. Cuando José Daniel (55) y Luis Enrique (49) eran jóvenes, la policía política le pidió a su madre Amelia García que los convenciera para que se fueran del país, a cambio de salvar sus vidas. Pintaban grafitis antisistema en las calles de Santiago de Cuba, se pasaban de mano en mano los casetes con grabaciones de la emisora Radio Martí, tenían curiosidad por ciertos opositores. Se estaban convirtiendo, poco a poco, en los disidentes más peligrosos del oriente cubano. Las autoridades les ofrecieron algunas prebendas. «Llegaron a decirle a mi mamá que no iban a cobrarnos nada si aceptábamos salir», dice Luis Enrique. «No teníamos que pagar la antigua carta blanca, ni el examen médico, ni la estadía en el aeropuerto. Pero nunca lo aceptamos».

    Cuando los hermanos, ya convertidos en conocidos anticastristas, fueron arrestados durante la llamada Primavera Negra de 2003 como parte del grupo de los 75, cayó sobre sus hombros la mayor de las condenas: ambos sentenciados a cadena perpetua; incluso la Fiscalía llegó a pedir para Ferrer la pena de muerte. Eran un peligro para las autoridades. Cerraron filas con el Movimiento Cristiano Liberación y el Proyecto Varela, el cual recogió 11 mil firmas para solicitar a la Asamblea Nacional del Poder Popular un referéndum y exigir la amnistía para los presos políticos. «La dictadura entonces trató de negociar nuestra libertad para sacarnos provecho. Lo hicieron con los europeos, pero no pudieron hacerlo con los americanos», asegura el menor de los Ferrer, quien llegó a España en 2010 como parte de un acuerdo entre el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la Iglesia católica y el régimen del entonces gobernante Raúl Castro. 

    Ferrer, una vez más, se negó a marchar al exilio. En una entrevista con El Estornudo el pasado mes de enero, dijo que cuando el Cardenal Jaime Ortega le preguntó si aceptaba salir a España, le respondió rotundamente que no, que «no aceptaba el exilio bajo ninguna condición». «Terminé remitiéndolo a un pasaje bíblico, a Lucas 13, versículo 32. Es el momento en que unos fariseos le dicen a Jesús que se vaya, que Herodes quiere matarlo. Jesús le dice algo como «vayan y díganle a ese zorro que hoy y mañana continuaré sanando y al tercer día voy para Jerusalén porque un profeta no debe morir fuera de Jerusalén». O sea, le estaba diciendo al Cardenal: «Dígale a ese zorro que se llama Raúl Castro que yo no me voy a ningún lado, que si quieren que me maten, pero yo no me voy a ir del país».

    Luego han llegado otras propuestas de salida del país, pero para el santiaguero marcharse nunca fue una opción. El primer día de su excarcelación a inicios de año, junto a otros 553 reclusos —un nuevo acuerdo en el que medió la Iglesia Católica y, presuntamente, el gobierno del demócrata Joe Biden—, Ferrer volvió a insistir: «Eso nunca lo he contemplado ni lo voy a contemplar», dijo a esta revista. También confesó que había valorado la alternativa del suicidio, a causa de los maltratos, abusos y enfermedades a los que lo habían destinado en la prisión de Mar Verde. «Se lo dije a ellos, a mi mujer y a mi familia: antes de rendirme recurro a lo que nunca he pensado hacer; prefiero quitarme la vida antes de renunciar a mi lucha», sostuvo.

    José Daniel Ferrer / Foto tomada de Internet
    José Daniel Ferrer / Foto tomada de Internet

    Ahora, sin que nadie lo esperara, Ferrer ha dicho por primera vez que acepta partir. «Ante las constantes manifestaciones de la policía política para que nos fuéramos de Cuba, terminé aceptando la salida del exilio», dijo en la misiva, donde expuso que por años ha sido «sometido a brutales golpizas, torturas, humillaciones, amenazas hasta de muerte y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes», y que su familia «también ha sido objeto de la más despiadada persecución». 

    Su esposa y su pequeño hijo Daniel José han sido sometidos a detenciones, vigilancias, amenazas con arrebatarle al pequeño, y a la mujer se le han negado no pocas veces las visitas o llamadas a su esposo al penal. La decisión de irse, dijo el propio Ferrer, no la hizo hace unos días, sino desde el pasado 29 de abril en la madrugada, cuando un grupo de militares del Ministerio del Interior, Boinas Negras y agentes de la policía castrista irrumpieron en su casa, robaron y secuestraron a su mujer y su hijo. A él lo devolvieron a Mar Verde, de donde había salido hacía cuatro meses. «El constante hostigamiento de la Policía Política me llevó a aceptar la salida al exilio», escribió. El disidente decidió que no expondría más a los suyos. También dejó saber que otro motivo para pensar en irse fue «la postura cómplice, o débil, del mundo libre hacia una criminal tiranía aliada de los principales enemigos de la libertad en el planeta».

    Liettys Rachel Reyes, madre de Daniela Patricia Ferrer Reyes, la hija de ocho años de Ferrer, asegura que conoce bien al líder de la UNPACU y que «esta decisión que ha tomado no ha sido porque realmente así lo desee». «La lucha por la libertad de Cuba siempre ha sido su objetivo principal y prioridad. Ha tenido en varias ocasiones la oportunidad de hacerlo, y nunca lo ha hecho. Sé que esta vez algo dentro de él ha sentido la necesidad de hacerlo, lo conozco muy bien. Y no porque esté ni se sienta derrotado; quizás también se sienta solo en esta lucha que lleva durante años. Porque mientras él está en prisión sufriendo todo tipo de crueldad, afuera hay un pueblo que prefiere callar y no luchar por sus derechos y libertades».

    Su hija, quien vive junto a ella en Texas, ya sabe de la posibilidad de que su padre salga de Cuba. «Se puso muy feliz, pero siempre trato de concientizarla, para no crear una falsa ilusión, siempre le hablo con la verdad. Que debemos estar preparadas para cualquier decisión en contra de su padre por parte de esa dictadura, pues es quien se ha encargado de hacerle daño. Solo me dijo, con la voz entrecortada: ‘que Dios ponga sus manos, mamá, voy a orar mucho por papi José’». 

    Ferrer también puso sus cartas sobre la mesa cuando comunicó su decisión de exiliarse: solo se marchará directamente a Estados Unidos y junto a la familia más cercana, que incluye a su esposa Nelva y su hijo Daniel José, su hija Fátima Victoria y otra hija del opositor acompañada de su madre. «Nosotros le dijimos a las autoridades americanas que cualquier miembro de la familia que quedara allá, luego no iba a poder salir y José Daniel no los iba a poder ver más. Por eso ellos también autorizaron a que puedan venir todos», asegura el hermano.

    El líder santiaguero tampoco aceptará ningún tipo de negociación entre el gobierno cubano y el de Estados Unidos con tal de que lo exilien. «Lo primero que se le dijo a Mike Hammer fue que José Daniel aceptaba salir al exilio y que necesitábamos que entrara a Estados Unidos, pero insistimos en varias ocasiones en que si la dictadura pedía algo a cambio, que se negaran, que nosotros no aceptábamos eso. José Daniel aceptó salir al exilio, pero sin ninguna condición y sin pagar nada por eso. Que ni los americanos ni los europeos ni nadie le cedan absolutamente nada, que ni siquiera dialoguen con la dictadura castro-comunista por la excarcelación de él, por su destierro. Lo único que ha aceptado José Daniel es salir al exilio, sin ningún tipo de condiciones ni ser cambiado por absolutamente nada. Esa es su posición firme, la misma que siempre ha mantenido a lo largo de tantos años de lucha, aun cuando lo han estado torturando y casi matando a golpes en las prisiones en Cuba. Debo destacar que José Daniel ya cumplió su condena el año pasado, y, según la cuenta de la dictadura, la cumplió en el mes de agosto. Por tanto, está secuestrado en una prisión de la dictadura y son cómplices de todo el tribunal, el fiscal, los abogados, los carceleros».

    La noticia de su posible exilio ha despertado emociones divididas. Los congresistas cubanoamericanos del Sur de la Florida aplaudieron su declaración. Mario Díaz-Balart lo catalogó de «héroe» y recalcó que, por tanto, «merece una bienvenida digna de un héroe y la recibirá». Parte de sus seguidores insiste en que ha sido la mejor decisión, en un país con una oposición mermada en los últimos cinco años, con un gobierno que ha encarcelado a sus disidentes o los ha enviado, uno a uno, de camino al exilio. Hay quien dice que no debe ser Ferrer el único que se inmole por Cuba, y hay quien piensa que es allí donde es más útil. Para la familia, la noticia ha sido un alivio, pero también entienden que Ferrer no ha hecho nada tan difícil como elegir esta opción: ni los años en prisión, ni el maltrato en 30 años de lucha. 

    «Por un lado hay cierta felicidad porque José Daniel y la familia que queda en Cuba van a salir de ese infierno», dice su hermano Luis Enrique. «Por otro lado, sabemos todo lo que le ha costado a él tomar esa decisión después de años de lucha contra la dictadura, después de todas las prisiones que ha pasado, la tortura que ha soportado, lo que ha sufrido allí. Después de tanto tiempo en que quiso seguir luchando en Cuba, ahora tomar esa decisión por diferentes cosas que le sucedieron, y de cierta forma nos entristece. Es la decisión más difícil de su vida y él nunca hubiese querido tomarla. Por otro lado, aunque José Daniel salga, la alegría no es completa, porque quedan muchos en prisión, siguen más de mil presos políticos en las cárceles cubanas».

    Con la salida de Ferrer de Cuba, de algún modo se apaga la lucha de tres hermanos que apostaron por ver al país libre. «La lucha nuestra dentro de Cuba no queda totalmente eliminada, pero sí bastante mermada». Aunque Luis Enrique asegura que, una vez en Estados Unidos, el líder opositor «va a seguir haciendo todo lo que pueda para contribuir a la liberación del pueblo cubano», también es consciente de que nada será lo mismo para él. «Estamos seguros de que no va a estar contento, no va a sentirse bien como cuando luchaba estando en Cuba».

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