MADRID, España.- La Habana vivió entre la noche de este lunes 8 y la madrugada del martes 9 de diciembre una de las jornadas de protesta más extensas de los últimos meses. A oscuras durante más de 15 horas en varios sectores, vecinos de municipios como Marianao, Regla, Alamar, Diez de Octubre, San Miguel del Padrón y La Lisa salieron a las calles golpeando cazuelas, encendiendo fogatas y exigiendo soluciones inmediatas ante el colapso energético y la profunda crisis social que atraviesa el país.
Videos difundidos en redes sociales muestran a grupos de vecinos reunidos frente a edificios y avenidas, muchos de ellos con teléfonos encendidos como único punto de luz. Cacerolazos, gritos y reclamos de electricidad, alimentos y libertad se repitieron en distintos barrios de la capital, según confirmaron testigos y activistas.
En el municipio Diez de Octubre las protestas estuvieron marcadas por el repique prolongado de las campanas de la iglesia de La Milagrosa. El activista Adelth Bonne, residente en Santos Suárez, relató en un video: “Como pueden oír, no solo los vecinos están tocando los calderos, sino que la iglesia de aquí, la Milagrosa, está sonando sus campanas, luego de más de 12 horas de apagón”.
En Marianao, vecinos cerraron calles con cacerolas y escombros, mientras exigían el restablecimiento del servicio eléctrico. La tensión aumentó cuando agentes policiales intentaron dispersar a los manifestantes. El periodista independiente José Raúl Gallego comentó en Facebook, junto a imágenes del lugar, que la policía corrió cuando empezaron a tirarle botellas en Marianao.
«Y va a correr donde quiera que la gente se le enfrente, porque ellos tampoco están para ganarse un golpe por gusto, pasando el mismo hambre y las mismas necesidades que los que están del otro lado. Y lo otro: No alcanza la policía cuando la gente se tira en masa en varios lugares. En Cuba los únicos que tienen algo que defender son los generales y los jerarcas que están viviendo como millonarios a costa del pueblo”, expone Gallego en su publicación.
En Alamar, en los videos difundidos se escuchan frases como “Vete Díaz-Canel”, “Abajo el Comunismo”, “Libertad” y “Abajo los Castro”.
En otro video compartido por Gallego, una residente de El Hueco, en La Lisa, grita: “Está bueno ya de aguantar tanto. Ahí mi barrio, para afuera todo el mundo”, mientras los presentes corean “libertad”. En la grabación, vecinas denuncian que llevan 18 horas sin corriente y que no tienen cómo cocinar: “hasta cuándo Cuba? Reacciona Cuba”.
Al mismo tiempo, usuarios reportaron cortes de internet en zonas donde comenzaron a reunirse grupos numerosos, un patrón que el régimen repite en momentos de protesta para dificultar la comunicación y la difusión de imágenes.
Las manifestaciones no se limitaron a la capital. En la Universidad de Camagüey y en zonas orientales como Baracoa, Guantánamo, también se registraron protestas. En la localidad baracoense de Cabacú, videos muestran la llegada de patrullas mientras los vecinos golpeaban cacerolas para exigir electricidad y agua.
Mientras las protestas ocurrían de manera simultánea, usuarios dentro y fuera del país comentaban en redes que la multiplicación de focos dificultaba la capacidad de respuesta de las fuerzas de seguridad.
La escalada de protestas se produce en un contexto de deterioro profundo. Las manifestaciones de diciembre no surgen de manera aislada, sino en un contexto acumulado de fallos eléctricos constantes, escasez prolongada y un clima de presión política que ha ido cerrando los márgenes de la vida cotidiana. La combinación de apagones interminables, precios en ascenso y ausencia de respuestas oficiales ha llevado a que muchos cubanos opten por salir a la calle durante la noche para hacer oír su malestar. En ese escenario, los cacerolazos han pasado a ser una de las expresiones más visibles de una ciudadanía que busca canales para denunciar su situación pese a la vigilancia y la censura.
A ello se suma un registro sin precedentes de movilización ciudadana. El Observatorio Cubano de Conflictos informó que noviembre cerró con 1.326 protestas en toda la Isla, la cifra más alta documentada por la organización.
En ese marco, las manifestaciones de esta semana vuelven a mostrar un reclamo que se repite con mayor claridad: el deterioro de las condiciones de vida ha llevado a que los pedidos de soluciones inmediatas convivan con demandas abiertas de cambio político. Y aunque el gobierno mantiene el control del aparato represivo, la ciudadanía continúa saliendo a las calles para mostrar su descontento.
Frente a la persistencia de los apagones y la ausencia de respuestas oficiales, el mensaje se vuelve directo: el pueblo pide a Miguel Díaz-Canel y a la cúpula gobernante que abandonen el poder, en un país que, como repiten los manifestantes, “ya no aguanta más”.








