diciembre 3, 2025

Cuba, fuera del mapa turístico mundial

El turismo no es el que se ha espantado, ni se trata de propaganda externa de espanto, son la Isla y su régimen los que repelen al visitante.
La emblemática Catedral de La Habana, sin turistas
La emblemática Catedral de La Habana, sin turistas (Foto: CubaNet)

LA HABANA, Cuba. – “Ya es oficial: el turismo en Cuba ha desaparecido”, así lo sentencia Preferente, el más importante diario digital español de turismo para profesionales, propiedad del grupo homónimo, que además controla otras publicaciones del sector, como el sitio reportur.com. 

Quizás lo más interesante del titular no es que dé cuenta de algo que, por palpable en el terreno, ni siquiera debería ser noticia, sino que aparece en un sitio que ha mantenido una estrecha relación de colaboración con el régimen cubano desde su fundación a inicios de los años 90 y que, además, ha sido, con carácter de exclusividad, mediante acuerdos con el Ministerio de Turismo (de los tiempos en que el actual primer ministro, Manuel Marrero Cruz, era su titular), la encargada de promocionar a nivel mundial la Feria Internacional de Turismo de La Habana (FITCuba), a la que todos los años ha dedicado varios números especiales de su revista.

Si Preferente lo afirma, y además lo hace titular con ese tono, entonces la cosa, en cuanto a la destartalada “locomotora de la economía cubana”, es más grave de lo que aparenta. No solo porque Preferente ha coqueteado históricamente con el castrismo sino porque llegó a Cuba de la mano de Meliá, la cadena hotelera española más fiel a la dictadura, en tanto Gabriel Escarrer Juliá, su fundador, tuvo una enorme influencia en la génesis del grupo Preferente, en 1991, a cargo de sus amigos Rafael Caballero (editor) y Emilio Martínez (director).

De modo que las “nuevas medidas” para incentivar la inversión extranjera, anunciadas por Marrero Cruz en el contexto de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV), a solo unos días del más desalentador informe de Meliá sobre la caída estrepitosa de sus ventas, y casi al unísono con la sentencia mortal de Preferente, son el pataleo desesperado de alguien que se balancea en el aire con una cuerda alrededor de su cuello, porque las reformas han llegado tarde, mal y posiblemente no prosperen nunca, en tanto encierran no solo más trampas ocultas que las existentes sino que demuestran que las trabas impuestas por más de tres décadas a la inversión extranjera respondían a una estrategia de control político más que a una necesidad de protección económica.

Pero es que, observando bien el escenario, ni siquiera ha habido una verdadera estrategia de control político donde es evidente que toda la estructura burocrática relacionada con la inversión extranjera y en especial con el turismo, que ahora pretenden derribar con un par de decretos, existe porque responde a un entramado de corrupción que en realidad es y seguirá siendo el eje en torno al cual girará todo aquel que pretenda establecer una empresa en la Isla mientras los comunistas retengan el poder. 

Si no, que le pregunten entonces a Ernesto Machado, el hijo de José Ramón Machado Ventura, que por muchos años monopolizó el negocio personal del otorgamiento de licencias para la inversión extranjera. O al actual viceprimer ministro, Oscar Pérez-Oliva Fraga, que por su antiguo puesto como director de Negocios en la Zona Especial de Mariel, conoce muy bien que las inversiones y el turismo han caído en dirección inversa al crecimiento de la burocracia y la corrupción.  

La publicación de Preferente anuncia la muerte del turismo cubano usando los datos que ha revelado la ONEI sobre la caída del número de visitantes (el valor más bajo en 17 años, sin contar los de la pandemia), así como las alarmantes cifras de ocupación (18,9%, que Meliá atribuye a la “propaganda mal intencionada”), y aunque en otros artículos, así como en el que nos ocupa, se refiere al estado ruinoso del “destino Cuba”, a los problemas con la generación eléctrica, con los combustibles y la carencia de otros servicios esenciales para ofrecer un producto de calidad a los turistas, se cuida de señalar lo que para los empresarios extranjeros establecidos en la Isla es una cuestión imposible de ignorar: el entramado de corrupción que se esconde tras el aparato burocrático del régimen, del cual no solo es consciente sino que existe por su voluntad.

“La corrupción y la avaricia del Gobierno ha convertido el paraíso que dibujaron ayer en el cascarón vacío de hoy”, me decía, en el contexto de la Feria Internacional de La Habana, un empresario español, cuyo negocio en Cuba, vinculado al Iberostar Selection, estaría a punto de quebrar junto con otros similares en el ámbito del turismo. 

La también llamada “Torre K” hoy se erige como el evidente negocio de blanqueo de capital que ha sido para el régimen cubano (o para algunos “amigos” a su amparo), y en tal sentido nunca tuvo como principal propósito atraer turismo, aunque sí para Iberostar, que ha pagado demasiado cara su participación en un negocio que le dejará más pérdidas que las que ya generaban sus otras instalaciones, igual de vacías. 

Desde su inauguración, en febrero de 2025, de acuerdo con datos ofrecidos por fuentes vinculadas al Iberostar Selection, solo 65 habitaciones, de las 594 que posee el hotel, han sido ocupadas en casi nueve meses de operaciones, así como el promedio de alojamientos, hasta la fecha, no supera la ridícula cifra de 0,2 por día, incluyendo en el cálculo las reservaciones hechas en ocasión del acto inaugural del edificio, así como las realizadas por el propio Gobierno cubano para agasajar a varios extranjeros invitados a participar en los actos por el 1ro. de Mayo, y así de paso justificar, por una cuestión de seguridad o como un “mal necesario”, los alojamientos del propio Miguel Díaz-Canel y su esposa, la víspera del desfile. 

Tengamos en cuenta el concepto de “mal necesario” y la estrategia de autoprotección con los que Fidel Castro implementó la apertura al turismo y la inversión extranjera en los años 90. De cómo, con el único propósito de blindarse frente a la debacle del “campo socialista”, permitió a sus amigos españoles entrar como empresarios en Cuba, aunque bajo la condición de disponer él personalmente de todo el aparato administrativo al interior de esas empresas, un aspecto que no solo le permitió controlar los ingresos de estas sino que, además, le sirvió para penetrarlas hasta el tuétano por la policía política y, por supuesto, por la corrupción. Entiéndase, por su gente de confianza (nombró nada más y nada menos que a Rodolfo Dávalos como directivo de Meliá por la parte cubana) y, por supuesto, por los militares.

Estos factores contribuyeron al reforzamiento del aparato burocrático que, desde mucho antes de Osmany Cienfuegos en el MINTUR, caracterizaron a un ministerio que, luego en manos del coronel Manuel Marrero Cruz, proveniente de GAESA, se transformó en la más gigantesca máquina de corrupción que, junto con el Ministerio de Comercio Exterior, generaba más dólares fáciles y “limpios” a la dictadura, quizás en mayor cantidad que los dólares peligrosos y sucios de la desarticulada red de narcotráfico que unía al Ministerio del Interior (y a la incipiente GAESA) con los cárteles de la droga en la región.

Los empresarios extranjeros, incluso antes de pisar Cuba, son tratados como vacas para ordeño. Sueltan dinero por encima y por debajo de la mesa para que le reciban el proyecto, para que se lo aprueben, para que no les hagan demasiadas preguntas y los dejen seleccionar su personal, para que les permitan importar, para hacer reformas, hasta para tener inmunidad ante la ley. 

Al final se dan cuenta de que una vez que entran en ese círculo de extorsiones eso es todo lo que hay, que les resulta difícil salirse, así como al gobierno le ha sido más difícil renunciar a la burocracia y el engaño como negocio.

En esa maquinaria burocrática, que es en realidad la verdadera plataforma sobre la que se sostiene lo demás, surgieron las intermediaciones como negocio, imprescindibles y agobiantes, ya sea para la contratación de personal o para la importación y exportación de mercancías, para las ventas mayoristas o el establecimientos de un sistema de “socios preferenciales” y, por supuesto, para la aprobación de proyectos y el otorgamientos de licencias”.

No por casualidad las “reformas” anunciadas llegan demasiado tarde. Justo cuando los amigos de Preferente —ni siquiera se trata de la “prensa enemiga”anuncian la muerte definitiva del turismo cubano. 

Lo que sucede es que no hay más vacas que ordeñar, y si no hay vacas, no hay leche. Demasiado tarde han entendido eso que algunos incluso al interior del propio régimen han repetido como cotorras: el turismo no es el que se ha espantado, ni se trata de propaganda externa de espanto, son la Isla y su régimen los que repelen al visitante. Pero han sido demasiado corruptos, tontos y avaros para aceptarlo. 

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