LA HABANA, Cuba.- Tres destacamentos de la prisión habanera El Pitirre se encuentran en cuarentena debido a una epidemia de tuberculosis. La denuncia fue realizada, vía telefónica, por el manifestante del 11J Nilo Abrahantes Santiago este miércoles desde ese centro de máximo rigor, ubicado en la carretera Santa María del Rosario, en el municipio San Miguel del Padrón.
Abrahantes Santiago precisó que los destacamentos en cuarentena son el 8, el 10 y el 11. Sus integrantes se encuentran sin medicamentos ni atención médica.
Además, subrayó que los internos están muy bajos de peso producto de la escasa y deficiente alimentación que reciben en esa instalación carcelaria, también conocida como la 15-80. En este sentido argumentó que en el almuerzo y la comida les sirven aproximadamente cuatro cucharaditas de arroz, y como “plato fuerte” por lo general un poco de picadillo de tenca o una torta de harina, y en contadas ocasiones una cantidad ínfima de picadillo de pollo. Completa el menú una “sopa” consistente en una especie de caldo aguado y sin viandas. En cuanto al desayuno, el prisionero político destacó que se reduce a un panecito pequeño y un poco de “jugo” aguado que según los uniformados está hecho a base de mermelada de frutas.
También recalcó que los 60 internos que integran el destacamento 15 están distróficos y desnutridos, y tampoco reciben atención médica ni medicamentos. En lo que respecta a una dieta reforzada, puntualizó, únicamente reciben un panecito extra.
Nilo Abrahantes Santiago, de 45 años de edad, es trabajador por cuenta propia (repostero) y natural del municipio Bejucal, en la occidental provincia Mayabeque. Como castigo por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021 fue encarcelado y condenado a cinco años de privación de libertad por el falso delito de sabotaje. El proceso penal en su contra fue efectuado en el Tribunal Municipal Popular de Marianao, ubicado en Calle 100 y 33.
En octubre de este año el prisionero denunció una epidemia de fiebre alta acompañada de otros síntomas como diarreas, vómitos, decaimiento y malestar general, lo cual obligaba a los reclusos afectados a mantenerse en cama durante varios días. En esa ocasión, los contagiados tampoco recibieron ningún tipo de asistencia médica, pues los militares se negaban a llevarlos a la enfermería. Cuando lograban que los llevaran, los médicos les explicaban que “no había medicamentos”, por lo que debían beber “abundante agua”, o mandar a buscar las medicinas necesarias con sus familiares.








