LA HABANA, Cuba. – En el discurso de clausura del XI Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, su primer secretario, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, expresó: “Con cierre del tercer trimestre el PIB decrece en más de un 4%, la inflación se dispara, la economía está parcialmente paralizada, la generación térmica es crítica, los precios se mantienen altos, se incumple la entrega de alimentos normados, y la producción agropecuaria y de la industria alimentaria no satisfacen las necesidades de la población”.
Al heredero de los Castro no le ha quedado más remedio que reconocer sin ambages que nada funciona en Cuba, y que todo lo hecho hasta el momento no ha dado ningún resultado positivo, aunque mantiene su espíritu numantino de resistencia y la convicción de conducir al país a la debacle total.
También en el pleno partidista se dio a conocer una carta de Raúl Castro en la que este solicita la posposición del IX Congreso del Partido, que estaba previsto para efectuarse en el mes de abril del entrante 2026. Al aprobarse por unanimidad dicha solicitud ―claro, como se aprueban todas las cosas en Cuba cuando la orientación viene de “arriba”― se interrumpe esa especie de institucionalidad que fijaba la celebración de los congresos del Partido cada cinco años (estos congresos se iniciaron en 1975, y los dos más recientes tuvieron lugar en 2016 y 2021).
La nueva interrupción de los ciclos quinquenales tiene su antecedente en el largo intervalo transcurrido entre el V Congreso del Partido, celebrado en 1997, y el VI Congreso, que tuvo lugar en el año 2011. Hay que recordar que ese lapso coincidió con la etapa final de la presencia de Fidel Castro en el poder, momento en que los caprichos del gobernante sustituyeron la leve institucionalidad que permite un régimen totalitario.
Fueron los tiempos de la llamada “Revolución Energética”, cuando el dictador pretendía enseñar a cocinar a la familia cubana, llevando muchos equipos electrodomésticos a la pantalla de los televisores; de la “Batalla de Ideas” y las costosas movilizaciones semanales a todo lo largo y ancho de la Isla con la asistencia de los añejos “comandantes de la Revolución”; y de la instauración del “Equipo de apoyo y coordinación del Comandante en Jefe”, con un gobierno paralelo de algunas figuras incondicionales al máximo líder, que en la práctica reemplazaban al gabinete oficial.
Ahora, tal vez cansado de tantos eventos, reuniones, resoluciones, rectificaciones y programas de gobierno que no han resuelto nada, y que mantienen a la Isla en una crisis permanente, el general sin batallas decide imitar a su hermano mayor, y no perder más tiempo para empezar a gobernar sin la presencia de mecanismos que entorpezcan o ralenticen las directivas trazadas desde la más alta instancia del poder.
Es probable que esta decisión de no celebrar el IX Congreso del Partido se extienda también a los eventos y reuniones de las oficialistas organizaciones de masas, y hasta al XXII Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), previsto para el venidero 2026. De momento, el período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que con sus comisiones permanentes y su reunión plenaria duraban aproximadamente una semana, sesionó en un solo día.
No se ha informado cuánto durará esta etapa sin la presencia de la institucionalidad a lo castrista. Mas, tenemos la certeza de que vivimos tiempos en los que la dictadura ha decidido prescindir de todos sus afeites para gobernar con todo el rigor que le permiten los mecanismos del poder.







