MADRID, España.- Lis Cuesta Peraza, esposa del dictador cubano Miguel Díaz-Canel, volvió a colocarse en el centro de la polémica este 25 de diciembre tras publicar un mensaje navideño que los cubanos interpretaron como una nueva muestra del cinismo y la desconexión del poder con la realidad del país.
“Porque fechas como estas deberían ser SOLIDARIDAD, desde todos y para todos, pero no sucede así. Encuentros y desencuentros con Santa Claus”, escribió Cuesta en redes sociales, sin dedicar una sola palabra a quienes pasaron la Navidad en la miseria y la oscuridad.
La publicación estuvo acompañada de un texto del exministro de Cultura Abel Prieto, centrado en cuestionar símbolos navideños asociados al capitalismo y a la cultura occidental. Mientras la cúpula gobernante insiste en debates ideológicos estériles y ajenos a la urgencia social, la mayoría de los cubanos enfrenta una crisis material profunda que ha vaciado no solo los mercados, sino también las mesas familiares.
Este 25 de diciembre, más del 60 % del país permaneció sin servicio eléctrico, según datos oficiales, como consecuencia del colapso del sistema energético nacional, la falta de combustible y el deterioro crónico de las termoeléctricas. Miles de familias pasaron la Nochebuena y el día de Navidad sin luz, sin poder cocinar, refrigerar alimentos o celebrar en condiciones mínimas de dignidad. En numerosos barrios, la oscuridad se prolongó durante horas, confirmando que ni siquiera las fechas festivas escapan al desastre estructural del país.
A los apagones se suma el drama económico. Con un salario mínimo que ronda los 2.100 pesos cubanos, una cena navideña básica resulta inalcanzable para la mayoría. Estimaciones recientes indican que preparar una comida modesta de Nochebuena puede costar más de 7.000 CUP, una cifra que supera ampliamente el ingreso mensual de un trabajador estatal. Productos esenciales como arroz, frijoles, carne de cerdo, pollo o huevos se venden a precios que duplican o triplican los salarios, condenando a miles de familias a pasar la Navidad sin celebración alguna.
El contraste resulta hiriente. Mientras los cubanos sobreviven entre apagones, inflación y hambre, la élite gobernante —encabezada por Miguel Díaz-Canel— vive al margen de esas carencias, con electricidad garantizada, acceso a alimentos y privilegios sostenidos por un sistema represivo.
Hablar de “solidaridad” desde esa burbuja de poder no solo evidencia una profunda desconexión moral, sino también una falta absoluta de pudor político. En una Cuba empobrecida y a oscuras, el mensaje navideño de Lis Cuesta volvió a confirmar que quienes gobiernan no viven —ni padecen— la Cuba real.
El mensaje de Cuesta provocó una ola de reacciones airadas en redes sociales, donde numerosos usuarios la acusaron de hipocresía, privilegio y desconexión con la realidad del país. Algunos le exigieron directamente que, antes de hablar de solidaridad, “liberen a los más de 1.000 presos políticos”, recordándole que muchos continúan encarcelados por protestar pacíficamente. Otros subrayaron el contraste entre su discurso y las condiciones materiales de la población, señalando que ella “tiene fluido eléctrico las 24 horas del día, los 365 días del año”, una realidad que “el 98 % de la población no disfruta”.
También aparecieron críticas al estilo de vida de la familia gobernante y a su derecho a cuestionar celebraciones que durante décadas fueron prohibidas por el propio régimen. En tono irónico, una de las frases más compartidas resumió el sentir popular al afirmar que Cuesta está “tan desconectada del pueblo como las termoeléctricas”, mientras otros calificaron su mensaje como una muestra de “hipocresía” en un país donde pedir “luz y comida” puede llevar a la cárcel.
HAZ TU DONACIÓN AQUÍ
