MIAMI, Estados Unidos. – La decisión de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) del régimen cubano de concentrar los ingresos en divisas del país en la construcción masiva de hoteles de lujo, a través de su conglomerado empresarial Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA), contribuyó de forma directa al deterioro económico y social de la Isla y terminó por agravar el colapso del turismo, según una investigación del Miami Herald basada en documentos financieros confidenciales del propio grupo militar.
El reportaje revela que, pese al desplome del sector turístico tras el endurecimiento de las sanciones estadounidenses, la pandemia de COVID-19 y el agravamiento de la crisis interna, GAESA mantuvo durante años un modelo expansionista centrado en la construcción de hoteles, incluso cuando la infraestructura básica, la producción de alimentos, la salud pública y el sistema eléctrico del país se encontraban en franco deterioro.
En el centro de esta estrategia se encuentra Gaviota S.A., la principal empresa turística del conglomerado militar. En la última década, Gaviota pasó de ser un actor secundario a convertirse en el mayor grupo hotelero de Cuba, con 121 hoteles, 20 marinas, su propia empresa de transporte, una agencia de viajes y una compañía de logística y suministros. En apenas 10 años, más que duplicó su cartera hotelera.
Los estados financieros internos de GAESA obtenidos por el Miami Herald muestran que, entre enero y marzo de 2024, Gaviota alcanzó un margen de beneficio neto del 42%, casi cuatro veces el promedio de la industria turística mundial. En ese trimestre, la empresa registró ganancias de 13.300 millones de pesos cubanos sobre ventas de 31.600 millones. Al tipo de cambio oficial utilizado por las empresas estatales —24 pesos por dólar—, esto equivale a unos 554 millones de dólares en beneficios sobre ingresos de 1.300 millones.
Las ventas de Gaviota representaron el 72% de las ventas netas reportadas por GAESA en ese período, lo que confirma que el turismo es una de las principales fuentes de ingresos del aparato militar cubano. Estos datos no incluyen los ingresos de CIMEX, la mayor empresa del conglomerado, cuyos estados financieros no formaban parte de los documentos obtenidos.
De acuerdo con la investigación, los elevados márgenes de beneficio no se limitaron a Gaviota. Los estados financieros consolidados de GAESA muestran márgenes netos cercanos al 42% en distintos momentos de 2023 y del 37% en el primer trimestre de 2024, cifras excepcionales para un país inmerso en una profunda crisis económica.
El control militar sobre los flujos de divisas permitió que los recursos que anteriormente se destinaban a sectores clave fueran redirigidos a la inversión hotelera. El reportaje sostiene que esta reasignación contribuyó de manera significativa a la actual emergencia humanitaria, caracterizada por apagones prolongados, escasez de alimentos y medicinas, deterioro sanitario y acumulación de basura en las ciudades, factores que, a su vez, redujeron el atractivo de Cuba como destino turístico.
El auge de la construcción hotelera comenzó tras el acercamiento diplomático impulsado por el entonces presidente estadounidense Barack Obama en 2015, cuando se esperaba una llegada sostenida de turistas estadounidenses. Sin embargo, el giro de la política hacia Cuba bajo la administración de Donald Trump, seguido por la pandemia, truncó esas expectativas. Pese a ello, los militares continuaron invirtiendo en nuevos hoteles sin modificar el modelo.
Según documentos citados por el Miami Herald, GAESA controla alrededor del 40% de la economía cubana, opera con escasa transparencia, no está sujeta a auditorías de la Contraloría General de la República y no paga impuestos sobre sus ingresos en dólares. Sus finanzas son consideradas secretos militares.
El reportaje detalla que el modelo de negocio de GAESA se apoya en salarios extremadamente bajos pagados en pesos cubanos devaluados, mientras que los bienes y servicios se comercializan en divisas. Un trabajador hotelero que recibe el salario promedio del sector, 5.019 pesos mensuales, ve reducido su ingreso real a unos 11 dólares al cambiarlo en el mercado informal para poder comprar productos básicos.
Además, Gaviota traslada buena parte de los costos operativos a las cadenas extranjeras que administran sus hoteles. Según estudios citados en la investigación, las empresas internacionales reciben alrededor del 5% de los ingresos brutos por concepto de gestión, lo que deja la mayor parte de las ganancias en manos de la empresa militar. Actualmente, Gaviota mantiene contratos con al menos 11 cadenas extranjeras, entre ellas las españolas Meliá e Iberostar, que gestionan 75 de sus 121 hoteles.
La magnitud de la inversión es otro elemento central. Estimaciones citadas en el reportaje sitúan el gasto en construcción y renovación hotelera en al menos 5.000 millones de dólares hasta 2018, aunque otros cálculos elevan la cifra hasta 24.000 millones en los últimos 15 años. En 2021, en pleno cierre de aeropuertos y con una ocupación hotelera del 11,4%, el 37,6% de todas las inversiones estatales del país se destinó a hoteles. El año pasado, esa proporción volvió a superar el 37%, 11 veces más que lo invertido conjuntamente en salud y educación.
Pese a estas inversiones, la ocupación hotelera nunca justificó el ritmo de construcción. Incluso en los años de mayor afluencia turística, entre 2017 y 2019, las tasas de ocupación se mantuvieron por debajo del 50 %, y desde entonces han rondado el 30% o menos, según datos oficiales citados por economistas independientes.
El colapso del turismo se reflejó con claridad en 2024 y 2025. El ministro de Economía reconoció recientemente que solo 1,9 millones de visitantes llegaron al país, el peor resultado desde 2003 si se excluyen los años de la pandemia. Analistas citados por el Miami Herald señalan que la persistencia del modelo militarizado, más centrado en la rentabilidad inmobiliaria que en la calidad del servicio y la infraestructura, terminó por ahuyentar a los visitantes.
Para algunos expertos, la consolidación del poder económico de GAESA marca una transformación del sistema de gobierno cubano. Emilio Morales, exdirectivo de CIMEX, afirmó al diario estadounidense que “el pacto social del antiguo estado socialista ya no existe” y que el país ha derivado hacia “un sistema mafioso” en el que las responsabilidades sociales del Estado han sido relegadas.
Mientras el Ejército ensaya ahora nuevos esquemas, como el arrendamiento de hoteles a socios extranjeros a cambio de pagos fijos, el impacto social del desplome turístico es evidente en ciudades como Trinidad, donde miles de familias perdieron su principal sustento. “El turismo ha desaparecido, y eso se ha sentido muchísimo”, dijo al Miami Herald el párroco José Conrado Rodríguez, al describir el aumento de la pobreza y la dependencia de la ayuda comunitaria.
La investigación concluye que, lejos de rescatar la economía, la concentración del turismo en manos militares y la apuesta desmedida por hoteles de lujo contribuyeron a profundizar la crisis estructural del país, con consecuencias que siguen afectando tanto a la población cubana como a la viabilidad futura del propio sector turístico.








