diciembre 16, 2025

Encorvados y adoloridos: cubanos sufren las secuelas del Chikungunya

“Es como si virara el virus. En mi casa somos cuatro, y ninguno valemos un kilo para hacer nada desde hace ya sesenta y tres días exactamente”
Foto: la autora

VILLA CLARA.- Los dolores más fuertes que había sentido Leydis Pérez en su vida coincidieron con la recuperación de su segunda cesárea, hasta que terminó infectándose de Chikungunya, justo hace un mes y medio atrás, cuando el virus se hallaba en su pico de contagio más alto en Villa Clara. Pese a haber tomado múltiples precauciones, y aunque se consideraba hasta entonces una persona joven, fuerte y sana a sus poco más de treinta años, el virus la dejó prácticamente inmóvil durante quince días, valiéndose de sus familiares para incorporarse, caminar hasta el baño e incluso peinarse o cepillarse los dientes.

 “Todavía siento como si estuviera cargando un saco de piedras en los hombros”, describe esta peluquera por cuenta propia residente del reparto Santa Catalina en Santa Clara. “Esa primera semana fue tan mala que dos veces hice mis necesidades encima de la cama de forma involuntaria”. Tras haber superado la etapa que los especialistas nombran “fase aguda” aún sufre de dolores fuertes de espalda y una inflamación en las manos que apenas le permite atender su negocio por media jornada. “Ahora mismo no puedo ni aguantar el secador de pelo y menos la plancha. Me entran temblores de un momento a otro y los dedos se me engarrotan hasta el punto que hace días le hice una quemadura a una clienta”, detalla.

Si la fase aguda del Chikungunya provoca un malestar general por unos cuantos días sumado a la fiebre alta y súbita, y las erupciones cutáneas, el período posterior conocido como subagudo o crónico sobreviene con fuertes dolores articulares, rigidez, inflamación y fatiga que pueden prolongarse durante semanas, meses y algunos especialistas indican que pueden permanecer incluso durante años. El propio término, que deriva de la lengua makonde, utilizada en Tanzania y Mozambique, significa literalmente “aquel que se dobla” o “el que se encorva”, en referencia a la postura torcida que adoptan los enfermos por el intenso dolor que provoca.

Antes de que el Chikungunya impactara con tamaña fuerza y gravedad en el país, muchos cubanos bromearon en redes sociales con la similitud en la forma de caminar de los contagiados con las escenas del videoclip Thriller de Michael Jackson. Sin embargo, la situación dejó de ser motivo de chiste y se tornó alarmante cuando comenzaron a registrarse muertes asociadas a complicaciones de una enfermedad que, según la OMS, no suele ser mortal en la mayoría de los casos.

En el mismo edificio multifamiliar donde Leydis tiene su negocio de peluquería hay más de siete vecinos convalecientes del virus que ha dejado a Cuba sumida en una ola de dolencias crónicas y limitaciones físicas. Muchos de ellos son personas de la tercera edad que viven solos, sobre todo porque sus hijos han emigrado fuera del país, y que aún retorcidos del dolor, deben valerse por sí mismos en faenas diarias como la búsqueda de alimentos. Hace poco, uno de estos ancianos quedó varado por más de dos horas en los peldaños de las escaleras porque alegaba no tener fuerzas para volver a subir hasta su apartamento.

Aunque no existen estadísticas reales por zonas de la cantidad de familias que se contagiaron recientemente, o que aún padecen los efectos del Chikungunya, basta escuchar las vivencias de personas en las calles o en las redes sociales para constatar la magnitud de las secuelas ha dejado en una población envejecida, sin acceso a medicamentos para calmar los achaques y con una base alimentaria sumamente deficiente. En el caso de Villa Clara, una de las provincias con mayores reportes de enfermos en el país, la recogida de desechos y la “campaña de fumigación” en las viviendas la emprendieron demasiado tarde, cuando el virus ya se había propagado en casi todos los municipios.

Las múltiples secuelas, según describen los propios afectados, abarcan desde dolencias inmovilizantes sobre todo en manos, pies y tobillos, mareos repentinos y síntomas reumatológicos que la bibliografía médica nombra como poliartralgia, poliartritis o tenosinovitis. También se han descrito consecuencias neurológicas, psicológicas, dermatológicas y padecimientos hepáticos transitorios en algunos casos. En octubre pasado se viralizó el post de denuncia de Adriana García, una madre habanera cuyos primeros síntomas iniciaron con una conjuntivitis sucedida por hinchazón de casi todas las extremidades y cuyo colofón fue precisamente una hepatitis reactiva provocada, según le dijeron los médicos, “por el mismo virus y el abuso del paracetamol para bajar la fiebre y calmar los dolores”.

Pierna hinchada como secuela del virus

“Siento como si me estuvieran halando los tendones de las manos. No las puedo cerrar, y cuando me voy a levantar de la cama me dan unos mareos que me caigo para los lados”, describe Regla Caridad, una señora de más de 60 años residente en el reparto Condado que desde que se contagió ya hace más de un mes, jamás ha podido abrir por sí misma la cafetera o siquiera un pomo de agua. El doctor que atiende su zona le sugirió el consumo diario de complejos multivitamínicos y un ciclo de prednisona para controlar la rigidez articular, un medicamento que se cotiza actualmente a más de 600 pesos por blíster en el mercado informal.

Aunque algunos especialistas recomiendan precisamente atender el cuadro clínico inflamatorio persistente con corticoides como la prednisona, muchos de los convalecientes refieren que, aunque sienten cierto alivio los primeros días, los síntomas dolorosos regresan al término del tratamiento. “Es como si virara el virus. En mi casa somos cuatro, y ninguno valemos un kilo para hacer nada desde hace ya sesenta y tres días exactamente”, relata Alberto Mendoza que antes de contagiarse trabajaba en la confección de rejas de hierro, pero ahora siente demasiado hormigueo en los brazos y calambres que a veces no le permiten siquiera amarrarse los cordones de los zapatos. “Nada más en paracetamol y naproxeno hemos gastado más de cinco mil pesos desde que empezamos con esta desgracia”.

Mientras tanto, y en medio del brote incontenible de Chikungunya y las secuelas evidentes en una buena parte de la población cubana, la prensa oficial sugiere el consumo de vitaminas del complejo B y ácidos grasos omega-3 para “contribuir a la recuperación”, que solo se adquieren a altos precios de reventa. Otros medios locales de Villa Clara sugieren actualmente con total desfachatez el consumo de antiinflamatorios cada ocho horas para aliviar el dolor y priorizar la ingesta de alimentos como huevos y legumbres.

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Laura Rodríguez Fuentes

Periodista. Ha escrito para OnCuba, La Jiribilla y El Toque. Corresponsal de Cubanet en Villa Clara.

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