MIAMI, Estados Unidos. – El petrolero venezolano Skipper, incautado este miércoles por fuerzas de Estados Unidos frente a las costas de Venezuela, iba rumbo a Cuba, donde la empresa estatal Cubametales esperaba recibir una parte sustancial del cargamento de crudo para revenderlo a intermediarios asiáticos, según documentos de la petrolera estatal venezolana PDVSA, datos de seguimiento marítimo y funcionarios citados por medios como AP, Reuters y POLITICO.
La operación, difundida en un video publicado en X por la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, mostró a efectivos de la Guardia Costera y otras agencias descendiendo desde helicópteros sobre la cubierta del buque. Bondi afirmó que las agencias federales “ejecutaron una orden de incautación” contra un petrolero utilizado para transportar petróleo sancionado de Venezuela e Irán y recordó que el barco lleva años sancionado por integrar “una red ilícita de transporte de petróleo que apoya a organizaciones terroristas extranjeras”, en alusión a la Guardia Revolucionaria iraní (IRGC) y Hezbolá.

Según la agencia AP, el Skipper transportaba unos dos millones de barriles de crudo pesado venezolano y “aproximadamente la mitad del cargamento” estaba destinada a “un importador estatal cubano de petróleo”. Esa misma proporción —alrededor del 50% de la carga— aparece en documentos de PDVSA consultados por Reuters y otros medios, que describen a un comprador estatal cubano como uno de los propietarios del petróleo a bordo.
Cubametales en el centro de la ruta
El punto clave para entender el recorrido del Skipper es la identidad de ese importador cubano. POLITICO, citando a una persona familiarizada con la operación, informó que el barco “iba rumbo a Cuba, donde la empresa estatal Cubametales planeaba vender el cargamento a intermediarios energéticos asiáticos”.
Cubametales es la compañía estatal cubana encargada de la importación y exportación de petróleo. El Departamento del Tesoro de EE.UU. la sancionó en 2019, cuando la señaló como “la empresa estatal cubana importadora y exportadora de petróleo” y la acusó de seguir recibiendo crudo venezolano pese a las sanciones contra PDVSA. Desde entonces, Washington la considera un engranaje central en el esquema que permite a La Habana obtener petróleo a cambio de apoyo político, de seguridad e inteligencia al régimen de Nicolás Maduro.
En este caso, el esquema era similar pero con un giro adicional: una vez descargado en Cuba, Cubametales habría revendido al menos parte del crudo venezolano a “corredores energéticos asiáticos”, es decir, intermediarios que colocarían ese petróleo en mercados de Asia, probablemente disfrazando el origen del cargamento para sortear las sanciones.
Ninguna de las partes implicadas —ni Cubametales ni las autoridades cubanas— ha comentado públicamente esta versión hasta el momento.
Lo que muestra la ruta: de Venezuela a Cuba y más allá
Los datos de seguimiento marítimo permiten reconstruir parte del trayecto. El Skipper zarpó a principios de diciembre del puerto de José, el principal terminal de exportación de crudo de Venezuela, cargado con crudo pesado. Según la firma TankerTrackers.com, el buque empleó técnicas típicas de la “flota oscura”, como falsificar sus señales de posición y efectuar transferencias de barco a barco para ocultar el origen del petróleo.
La misma base de datos indica que antes de la incautación, el Skipper transfirió cerca de 200.000 barriles de su carga a otro petrolero, el Neptune 6, cerca de Curazao, y que este segundo barco se dirigía a Cuba.
El Skipper forma parte de un grupo de petroleros sancionados que han sido utilizados para transportar crudo iraní y venezolano mediante operaciones opacas, de acuerdo con Reuters.
El vínculo del Skipper con redes de financiación de organizaciones designadas como terroristas por Washington viene de atrás. En 2022, el Departamento del Tesoro sancionó al entonces Adisa —nombre anterior del barco— y a su propietario Triton Navigation Corp. como parte de “una vasta y compleja red de empresas pantalla” usada para mezclar petróleo iraní y exportarlo en apoyo de Hezbolá y la fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria.
Ese mismo entramado de barcos “oscurecidos” ha sido clave para que Venezuela, bajo sanciones, siga colocando su crudo en mercados de Asia con la ayuda de intermediarios, reetiquetando la carga o transbordándola en alta mar. China se ha convertido en el principal destino final de ese petróleo, mientras Cuba aparece sistemáticamente como uno de los receptores intermedios a través de Cubametales.
La activista cubana Rosa María Payá, coordinadora de la plataforma Cuba Decide, sintetizó esta conexión en un mensaje en X. La líder opositora, también comisionada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aseguró que el Skipper fue sancionado hace años “por ayudar a una red ilícita vinculada a grupos terroristas extranjeros” y que “Cubametales planeaba mover la carga a corredores asiáticos”. A juicio de Payá, “la ruta dice mucho sobre quién dirige realmente los salvavidas de Maduro”.
En respuesta a Payá, la congresista María Elvira Salazar respaldó esta incautación y expuso: «Cuba es el centro neurálgico de la línea de vida criminal de Maduro, moviendo petróleo sancionado, financiando redes terroristas y desestabilizando nuestra región» . Aplaudo al presidente Trump por tomar medidas decisivas. Perseguir a los petroleros, a los contrabandistas y a los dictadores que envenenan nuestra región es la manera de restablecer la seguridad y la libertad en el hemisferio.
Entonces, ¿adónde iba el barco?
A partir de la información disponible en fuentes primarias y medios que citan documentos oficiales, se puede responder con bastante precisión a la pregunta de fondo:
- Destino inmediato de la ruta: El Skipper salió de Venezuela con crudo pesado y tenía como escala operativa Cuba, donde al menos la mitad de la carga correspondía a un importador estatal cubano y otra parte ya se estaba transfiriendo hacia un segundo buque rumbo a la Isla.
- Destino comercial final de parte del crudo: Según la fuente citada por POLITICO y confirmada en otros análisis, Cubametales planeaba revender ese petróleo a intermediarios asiáticos, insertándolo en la red de comercio opaco que alimenta tanto las finanzas del régimen de Maduro como las de sus aliados sancionados.
En resumen, el petrolero incautado por Estados Unidos no iba solo “desde Venezuela hacia algún lugar incierto”, como llegó a sugerir el propio presidente estadounidense, sino que seguía una ruta ya conocida: Venezuela–Cuba–Asia, con Cubametales como eslabón central. Lo que la incautación ha hecho es exponer, de manera inusualmente visible, ese circuito donde confluyen el petróleo venezolano, el aparato estatal cubano y una “flota oscura” al servicio de redes sancionadas por financiar a organizaciones consideradas terroristas por Washington.








