LA HABANA.-Después de más de una semana de intentos, Elsa pudo finalmente cobrar la pensión de su esposo, convaleciente de chikungunya. El lunes acudió al Banco Metropolitano ubicado en la avenida Dolores entre 18 y 19, pero allí le informaron que no podían pagarle en ventanilla sin un poder legal. La única opción era retirar el dinero por cajero automático. Para ello debía trasladarse a la sucursal de la calzada de Diez de Octubre, debido a que los cajeros de Dolores y 18 llevaban tiempo fuera de servicio.
El martes lo intentó nuevamente, pero tras casi una hora de espera se produjo un apagón. El miércoles regresó, pero ese día los cajeros no habían sido abastecidos por falta de dinero. El jueves ocurrió lo mismo. El viernes, aunque había efectivo disponible, faltaba el empleado autorizado para reponer los equipos. Elsa solo pudo cobrar el lunes siguiente en el banco, después de acumular gastos de transporte y desgaste físico.
Casos como este son frecuentes. Acceder al dinero propio se ha vuelto difícil debido a problemas recurrentes: falta de electricidad, fallas de conexión, carencia de personal y, sobre todo, insuficiente disponibilidad de efectivo.
El problema afecta también a quienes venden sus viviendas. En Cuba, el comprador debe depositar el pago en el banco, que emite un cheque gerencial a nombre del vendedor. Sin embargo, debido a la crisis de efectivo, las sucursales no entregan el monto completo reflejado en el documento. Los clientes solo pueden retirar una cifra diaria que no suele superar los 5 000 pesos, y en muchos casos es incluso menor.
A esto se suma que un porcentaje significativo de los cajeros automáticos del país se encuentra vacío o fuera de servicio. En zonas como Lawton, en La Habana, muchos residentes —entre ellos numerosos adultos mayores— deben desplazarse a otros puntos del municipio, como Diez de Octubre, Luyanó o Virgen del Camino, ya sea caminando largas distancias o pagando taxis privados, en un contexto donde el transporte público opera de manera limitada. A los traslados se añaden las madrugadas frente a las sucursales en busca de una oportunidad de cobro.
Aunque el Régimen ha promovido el uso de los pagos electrónicos, el efectivo sigue siendo indispensable para la mayoría de las operaciones cotidianas. No todos los bienes o servicios pueden pagarse mediante transferencias, y muchos trabajadores por cuenta propia solo aceptan pagos digitales por una parte del monto. Además, un elevado número de personas mayores carece de teléfonos inteligentes o conexión a internet, o no domina estas herramientas.
A la desconfianza en el sistema bancario se suman los errores técnicos, la inestabilidad del servicio de internet y los frecuentes cortes eléctricos, factores que complican aún más el uso de métodos de pago digitales.
El acceso al efectivo continúa siendo un desafío diario en todo el país. Por el momento, no hay señales de que las autoridades prevean una solución inmediata a la situación crítica de los cajeros automáticos ni de las sucursales bancarias.







