LIMA, Perú – La dura crisis existente en Cuba obligó al régimen castrista este fin de semana a posponer el 9no. Congreso del Partido Comunista (PCC), planeado inicialmente para abril del 2026.
La propuesta vino del General de Ejército Raúl Castro y fue dada a conocer por el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez durante el XI Pleno del PCC que terminó el último 13 de diciembre.
Sin acordar una nueva fecha para el Congreso, los miembros del Comité Central del Partido “aprobaron unánimemente esta propuesta”, según reseña la prensa estatal de la Isla.
Según el medio Cubadebate, Díaz-Canel dio lectura a una carta de Raúl Castro que reza: «partiendo del principio de hacer en todo momento lo que más convenga a la Revolución, considero que resulta aconsejable posponer la realización del noveno congreso para una fecha posterior, y consagrar desde ahora todos los recursos con que cuenta el país, y el esfuerzo y la energía de los cuadros del Partido, del Gobierno y el Estado, a resolver los problemas actuales, y dedicar el 2026 a recuperarnos en todo lo que sea posible».
Castro afirmó que la posposición “no se puede ver como un retroceso, es una decisión necesaria y oportuna que nos permitirá cohesionar las fuerzas, mejorar la situación de la nación, y crear condiciones para un mejor y fructífero Congreso, que consolide, como refrenda nuestra Constitución, la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
Colapsada la economía cubana: los datos del desplome
Antes que la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) le ponga números concretos a la realidad de Cuba en 2025, ya Diaz-Canel adelantaba que durante el actual año ha habido un decrecimiento en el Producto Interno Bruto de más de un 4%.
No obstante, con base a los datos del 2024 publicados en julio pasado, el economista Mauricio de Miranda Parrondo, concluye que la contracción de los sectores productivos es tan severa que “ilustra el nivel de colapso de la actividad económica del país”.
Más allá de los porcentajes, el análisis revela la magnitud del retroceso y el continuo deterioro de la economía en los últimos timepos. La industria azucarera cayó un 46,7%, la pesca un 22,4% y el sector agrícola (incluyendo ganadería, caza y silvicultura) se redujo en un 20,5%. También sufrieron fuertes contracciones la generación y distribución de electricidad, gas y agua (-10,6%), la industria manufacturera no azucarera (-9,6%), el comercio (-8,8%) y la educación (-9,9%). A ello se suman los retrocesos en ciencia e innovación tecnológica (-6,1%) y en administración pública, defensa y seguridad social (-4,6%). Se trata de sectores clave para el funcionamiento del país, todos en declive.
Aunque algunos sectores reportaron crecimientos —como transporte, almacenamiento y comunicaciones (9,7%), hoteles y restaurantes (5,3%) y construcción (4,4%)—, De Miranda advierte que detrás de esas cifras pueden esconderse distorsiones. Por ejemplo, el alza en comunicaciones podría explicarse por las rentas de la estatal ETECSA, mientras el transporte urbano permanece “en estado comatoso”.
El economista también cuestiona la eficiencia del gasto público. En 2024, el 25,3% de la inversión nacional se concentró en servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler, un sector que apenas creció un 0,7%. “Esto muestra cuán ineficientes han sido las inversiones realizadas”, apunta.
De Miranda no se limita a una fotografía anual. Su análisis del período 2019-2024 revela una caída promedio anual del PIB del -1,9%, lo que implica una contracción sostenida a lo largo de seis años. Durante ese lapso, sectores como la industria azucarera (-25,4%), la pesca (-15,4%), la agricultura y ganadería (-14,8%) o la manufactura (-9,9%) sufrieron descensos acumulados alarmantes. También se contrajeron el comercio (-6,2%), la salud pública (-2,9%), la educación (-2,8%) y la ciencia e innovación (-2,6%). En contraste, solo cinco sectores experimentaron un crecimiento promedio anual, aunque modesto: transporte y comunicaciones (7,6%), hoteles y restaurantes (3,2%), construcción (1,3%), cultura y deporte (1,2%) y servicios empresariales e inmobiliarios (1,1%). Para De Miranda, esto demuestra que “los recursos del pueblo se han mal utilizado en un sector prácticamente estancado”.
En palabras del propio economista, la evolución de la economía cubana en los últimos años se asemeja a “la historia de Benjamin Button”: una regresión constante que compromete tanto el presente como el futuro del país.








