Y sin embargo, se oponen… Nuevas fisuras en el Castroverso

    La «revolución de los gigabytes» que muchos esperaban que ocurriera en Cuba duró menos que el nuevo paquete de datos extra para conectarse a Internet, promocionado a inicios de junio de 2025 por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (Etecsa). No va más el paro universitario acatado por algunos colectivos estudiantiles en protesta contra el nuevo upgrade para captar dólares estadounidenses, implementado por la «revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes».

    En el Castroverso, los acontecimientos de las últimas semanas ocurrieron de la siguiente manera: «Se ha producido todo un proceso de diálogo, de acercamiento. Los jóvenes, sobre todo a través de sus organizaciones estudiantiles, han hecho el reclamo, y el Gobierno, el Estado, el Partido, una empresa estatal socialista, ha ido a conversar con los jóvenes, las instituciones de las universidades ha ido (sic) a conversar con los jóvenes. ¡Eso es democracia!».

    La fábula de Komsomol que acabamos de leer la contó Miguel Díaz-Canel a uno de esos altoparlantes de izquierda que vienen a Cuba a buscar contenido de fantasía para alimentar la nostalgia de sus audiencias. Pero, cuando escarbamos un poco más en el funcionariado castrista, encontramos palabras más brutales y sinceras, como las de Miriam Nicado, rectora de la Universidad de La Habana (UH): «Si hay una huelga, entonces sí es contrarrevolución», dijo a una audiencia de alumnos estupefactos, que no daban crédito a tal demostración de fuerza y desprecio por sus derechos. El Partido Comunista de Cuba (PCC) no quiere más que obediencia, acatamiento.

    El audio filtrado de Nicado fue el epílogo de una marejada de descontento que no rebasó las decenas de declaraciones difundidas mediante redes sociales —y que la propaganda oficial intentó deslegitimar—, las exhortaciones a un parón cumplido durante unos días por algunos colectivos estudiantiles, y las discusiones con directivos de la empresa, funcionarios de la academia y la paraestatal Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), organización que mostró la contradicción entre sus dirigentes nacionales y sus bases, desde donde han pedido la renuncia de su presidente, Ricardo Rodríguez González, y otros.

    Capturas de pantalla de grupo de WhatsApp de estudiantes de la Universidad de La Habana.
    Capturas de pantalla de grupo de WhatsApp de estudiantes de la Universidad de La Habana.

    Sin embargo, el clima de protesta de los estudiantes no se despejó porque Etecsa echara atrás el tarifazo que ha continuado vigente. ¿Qué puede hacer Etecsa, más que intentar comprar a los bocones con unos mendrugos adicionales? La empresa no es otra cosa que un avatar de Gaesa y el Estado cubano para extraer todo lo que pueda de los ciudadanos y sus familiares en el extranjero, a cambio de muy poco.

    Tampoco se esfumó la rebeldía porque los jóvenes se aburrieron, sino que el poder haya puesto en práctica los procedimientos de castigo e intimidación perfectamente ensayados durante décadas. Poco a poco la maquinaria anticuada pero efectiva fue minando la articulación estudiantil. Los verdaderos worms de esta historia llegaron en sus motocicletas y autos oficiales o camuflados de civil a las casas de los que creyeron líderes, y a decenas de facultades desde donde salieron documentos o audios desafiantes.

    En los claustros, la complicidad de directivos y docentes hicieron parte del trabajo policial.

    El Observatorio de Libertad Académica (OLA) advirtió el 8 de junio de 2025 sobre una «ofensiva represiva de la Seguridad del Estado contra los estudiantes» de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae) y la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV).

    De acuerdo con la ONG, agentes vestidos de civil habían «irrumpido en los campus de ambas universidades y llevan horas sometiendo a varios estudiantes a sesiones de interrogatorios (…) También se han presentado en las viviendas de los que han identificado como líderes y no se encuentran en las residencias universitarias, amenazándolos con la expulsión en un esquema intimidatorio que incluye a la familia».

    Además, el Ministerio del Interior (Minint) acosó a varios activistas que apoyaron públicamente los reclamos estudiantiles contra el tarifazo de Etecsa.

    El joven intelectual Raymar Aguado Hernández fue detenido y llevado a interrogatorio el 11 de junio de 2025, a pocos días de pronunciarse a favor del paro académico y publicar una foto en la Plaza Mella, cercana a la UH, en homenaje al artista y preso de conciencia Luis Manuel Otero Alcántara.

    «Desde el minuto cero me había opuesto frontalmente al tarifazo, una medida arbitraria, un ajuste contra un pueblo precarizado y hambriento, una ley mordaza que impone el Estado cubano contra un pueblo que cada vez más está desesperanzado y descontento ante la gestión ineficiente de un poder político que lo único que hace es empobrecer, reprimir y lavar su rostro ante la opinión internacional», dijo Aguado Hernández a El Estornudo.

    «La figura de Julio Antonio Mella es emblemática para el movimiento estudiantil cubano y quisimos rescatarla como símbolo de rebeldía ante el poder despótico, dictatorial. También quisimos hacer una especie de reescritura del performance “Dónde esta Mella”, de Luis Manuel Otero», agrega. Finalmente, a Raymar Aguado la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), subordinada en estos casos al Departamento de Seguridad del Estado (DSE), le impuso un acta de advertencia por supuestamente incitar a «delinquir» con su apoyo a la protesta pacífica.

    Raymar Aguado
    Raymar Aguado

    Además, también fue citada Miryorly García, exjefa de redacción de la revista Cine Cubano, quien expresó en Facebook: «El objetivo (…) era levantarme un acta de advertencia con cuyo texto, colmado de falsedades, no estuve de acuerdo y, por supuesto, no firmé».

    En el documento, se le acusaba de compartir convocatorias que «incitan al desorden público (…). Los estudiantes y todo aquel que alce su voz contra cualquier injusticia, seguirán contando con mi apoyo. Es vergonzoso y cínico que, mientras elogian las manifestaciones y paros en otros países, aquí repriman del modo que lo están haciendo».

    ¿Fin de la historia?

    Acostumbrados a que pase poco en una isla, cuya potencia cívica se ha desangrado entre el exilio y los presos políticos, los cubanos de cualquier parte esperamos que el último gesto de inconformidad sea el más radical y definitivo de todos, el que finalmente haga desmoronarse los muros del castrismo. Por eso cualquier desobediencia en la isla carga con expectativas gruesas y ajenas, y hasta con acusaciones de ser parte de un plan de la Inteligencia cubana para aparentar ante el mundo la pluralidad que en realidad no le interesa al sistema.

    No obstante, algo sucedió en los campus universitarios, si bien no puede hablarse de un movimiento social. El politólogo e historiador cubano Armando Chaguaceda define el proceso como una «protesta en red», con grupos conectándose de manera autónoma por un reclamo puntual.

    «Es una protesta en red, además, por el peso de las redes sociales virtuales. El Internet se convierte en vehículo para la protesta y para la información sobre las acciones, es un espacio de construcción de la agenda. El derecho de acceso a ese mundo virtual es también parte del contenido y del motivo del reclamo», reflexionó Chaguaceda en una entrevista con elTOQUE.

    En opinión de la investigadora y ensayista Hilda Landrove, «hasta este punto, la protesta estudiantil ha demostrado ya que la sociedad cubana no está muerta, soportando lánguidamente la larga cadena de atropellos y precarización sostenida que, en buena medida, debería ser reconocida como evidencia de que no hay (…) una intención real de conservar cuotas de equidad social o priorizar las necesidades y los derechos básicos de la población (…) que sobrevive en las peores condiciones sin tener además formas permitidas de manifestación de su creciente descontento».

    Raymar Aguado cree que lo ocurrido este mes es «un hito en la historia universitaria de las últimas décadas, un hecho sin precedentes en 60 años, que muestra cómo un espacio que estuvo secuestrado tantas décadas por el discurso oficial sueña y quiere un país distinto al que los voceros y los cómplices del Estado alegan que nace de la universidad».

    »El paro sucedió en varias facultades, en distintas aulas, a distintas escalas y en varias universidades. Fue una realidad que se materializó, pero fue reprimida inmediatamente, secuestrada», concluyó Aguado.

    Para Jenny Pantoja Torres, historiadora y antropóloga, lo ocurrido «es trascendente porque las universidades bueno son ambientes políticamente muy muy controlados y era difícil pensar que los estudiantes podían realizar una protesta así. Supongo que hayan comprendido que la FEU no es el canal para trazar inquietudes o plantear problemas al Gobierno. Ahí hay una fractura que es inevitable».

    Jenny Pantoja Torres
    Jenny Pantoja Torres

    Pantoja, quien en el 2024 perdió su empleo como profesora de historia de la Facultad Miguel Enríquez, de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, por su activismo a favor de los derechos humanos, dijo a El Estornudo que protestas en las universidades «sí creo que van a repetirse».

    »No ha habido otro estallido social de la magnitud del 11 de julio, pero sí hubo importantes protestas en otros momentos posteriores. Probablemente aquí suceda lo mismo. Ahora hubo una gran concatenación de muchas facultades. Los estudiantes valientemente se pronunciaron a favor no solo de ellos, sino de todas las personas afectadas por el tarifazo, y no estuvieron de acuerdo con que les dieran prebendas. Eso habla bien de la calidad de ser humano que tenemos en la juventud, a pesar de toda la indiferencia que hemos visto en determinados momentos».

    Por su parte, el diagnóstico del politólogo Armando Chaguaceda es que los cubanos «estamos ante un régimen autocrático cerrado, lo cual quiere decir que el espacio cívico (…), la expresión, organización y movilización están severamente restringidos por el diseño político y por la ideología del régimen imperante. Se trata de una autocracia cerrada de tipo postotalitario».

    Sin embargo, deja espacio para un moderado optimismo: «La diferencia con otros tiempos ese que el régimen sigue siendo muy soviético y que la sociedad se desconecta [del sistema] cada vez más; se vuelve cada vez más postcomunista, más desigual, más depauperada y protestona».

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