El Estornudo reportó la publicación de una carta abierta en que un grupo de opositores y activistas políticos cubanos en el exilio[1] demandan al secretario de Estado, Marco Rubio, y a la secretaria de Seguridad Interior (DHS, por sus siglas en inglés), Kristi Noem, así como a una nómina de congresistas estadounidenses cercanos al tema Cuba, que «se detengan las órdenes de deportación» emitidas en su contra y que se revise y evalúe cada uno esos casos por parte de la Oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado.
La misiva recuerda «la razón fundamental» de la avalancha migratoria cubana en los últimos años —una crisis más o menos silenciosa que excede ampliamente cualquier éxodo del pasado—; dice: «en Cuba existe una dictadura que ha secuestrado nuestro país, sin dejar a los cubanos más opción que la muerte, la cárcel, el silencio o el exilio». Y justo ahí residiría el objetivo de esta iniciativa: «que no se revictimice, en un entorno democrático, a aquellos activistas que han luchado de manera activa contra ese mismo régimen totalitario».
«También nos parece importante recalcar el carácter político y forzado del éxodo, hecho confirmado porque fue el régimen cubano quien abrió las fronteras después de reprimir las manifestaciones convocadas para el 15 de noviembre de 2021, a la vez que coordinaba la creación de un corredor migratorio irregular con el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua», se lee en la carta. «A muchos de los activistas aquí listados se les entregó un ultimátum para abandonar el país como único recurso para no ser procesados penalmente, y a algunos incluso se les excarceló con el fin de que salieran del país, moviéndolos de la cárcel al aeropuerto». El fragmento esclarece cuál sería —como mínimo— el destino de los infrascritos si se vieran obligados a retornar a Cuba.
En las últimas semanas, algunos de estos activistas han expresado públicamente sus temores: el rapero contestario Eliexer Márquez Duany, alias «El Funky», coartífice del tema disidente «Patria y Vida» que ganó hace unos años el Latin Grammy, definió su probable deportación a la isla —dado que, en rigor, las autoridades estadounidenses exhortan a los migrantes irregulares a autodeportarse— como una especie de «suicidio»; sostuvo así —en diálogo con El País— que, puesto en esa tesitura, su vida «corre peligro».
Durante los últimos meses, el científico y activista habanero Oscar Casanella ha expuesto su situación: pasados tres años desde que solicitara asilo político, continúa en «el limbo migratorio» que supone el formulario I220A, u «Orden de Libertad Bajo Supervisión», que no concede un estatus formal y que fue otorgado más bien aleatoriamente en frontera a unos 400 mil cubanos que ahora esperan por resultados favorables en las cortes durante los próximos meses (de hecho, un fallo de la Junta de Apelaciones de Inmigración acaba de abrir una vía esperanzadora).
«No entiendo cómo es posible que tantos activistas cubanos estén corriendo tan mala suerte con el tema migratorio y haya represores políticos cubanos a los que se les ha permitido tanto la entrada en Estados Unidos como la obtención de residencia como los casos de mis represores Pedro Wilfredo Fernández Cabezas y Erasmo Pablo Gómez Cabrera», lamentó últimamente Casanella en su perfil de Facebook.
La carta dirigida a Rubio y Noem por los exiliados cubanos solo cita explícitamente el caso del «reportero independiente Lázaro Yuri Valle Roca y su esposa Eralidis Frómeta, que ingresaron al país bajo el programa de Parole humanitario, abierto en 2022, para cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos». Y ahí se subraya: «El ultimátum de menos de un mes para que abandonen territorio norteamericano, que recibieron de USCIS [Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos] vía correo electrónico, los situó en una situación de emergencia extrema, lo que apresuró la iniciativa de realizar y publicar esta carta».
Ya sexagenario, expreso de conciencia según organizaciones internacionales, miembro de una familia con alto perfil dentro de la élite cubana, al interior de la cual, sin embargo, y quizá justamente por esa cercanía al poder, no dejaron de brotar incomodísimas ovejas negras, Valle Roca es seguramente uno de los extremos en el arco que enlaza las circunstancias actuales, y las historias de vida, de los remitentes de esa carta.
Del otro lado estaría Daniela Patricia Ferrer Reyes, de apenas siete años, hija de José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y uno de los opositores y prisioneros políticos más prominentes de la isla en las últimas dos décadas. Desde temprano, la niña fue testigo, y por tanto víctima, en su propio hogar de la violencia política ejercida contra su padre.
«Si mi hija Daniela Patricia es deportada a Cuba y vuelvo a prisión, quedaría sin padre y sin madre», declaró a la prensa Ferrer a finales de abril. «Si bien es cierto que nada deseo en la vida más que tener siempre a la mayor parte de mi familia cerca de mí, junto a mí, a mi lado, si bien es cierto que mucho desearía tener a Daniela Patricia conmigo, también resulta muy cierto que lo que más deseo es el bienestar de mi hija y de todos mis hijos. Y junto a mí, Daniela Patricia estaría nuevamente en constante riesgo, en constante peligro de ver regresar a su padre a prisión; de ver cómo asaltan nuevamente nuestra vivienda, como tantas veces ha ocurrido, y que ella experimentó, por lo menos dos veces, que muy bien lo recuerdo».
Y, como era previsible, Ferrer se encuentra ahora mismo de regreso en la prisión de Mar Verde, luego de que en la madrugada del 29 de abril fuera detenido por la fuerza, una vez más, en su casa del barrio Altamira, en Santiago de Cuba. Habían transcurrido poco más de tres meses desde su excarcelación —presuntamente junto a otros 532 presos— como parte de un gesto hacia el Vaticano que fue coreografiado —sin que se reconociera vínculo alguno, pero sin mayores recatos— con la exclusión de Cuba de la lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo y otras medidas de distensión anunciadas en los días finales de la administración Biden.
La noticia, por supuesto, llegó hasta Amarillo, Texas, donde vive Daniela Patricia junto a su madre, Liettys Rachel Reyes, exesposa de Ferrer y también enfrentada al régimen hasta su salida de Cuba. «Algún día pagarán tantas injusticias!!», escribió ella en Facebook junto a un video en que se denuncia el expolio en la casa del opositor por parte de los agentes que lo aprehendieron.
En abril, días antes de estos sucesos, intercambié mensajes con Liettys Rachel Reyes acerca de la situación migratoria de su hija, quien ya había tenido que concurrir a una corte en Dallas donde las cosas no fueron precisamente bien. «No pude parar, por la frustración, la impotencia», contó la madre a la periodista Carla Gloria Colomé en El País. «En la corte había mucha gente siendo humillada frente a sus niños. Es muy fuerte lo que se vive».
Lázaro Yuri Valle Roca —quien arribó a Estados Unidos junto a su esposa en junio de 2024, y por tanto no alcanzó el año y un día imprescindibles para aplicar a la Ley de Ajuste Cubano antes de la reversión del parole humanitario por la administración Trump— me habló profusamente durante una larga llamada telefónica, más bien caótica, nerviosa, en que fuimos del exilio a la prisión y de la prisión al hogar familiar, de los traumas de toda una vida a la precariedad de estos días en su refugio de en Lancaster, Pennsylvania. Necesariamente, aquí solo se consignarán fragmentos sustanciales de ese diálogo.
La situación actual
Lázaro Yuri Valle Roca (LYVR): Nuestro estatus legal es bastante incierto después de que dijeron que teníamos que autodeportarnos. E, imagínate tú, no tenemos trabajo ni tenemos otras condiciones. Ahora estamos haciendo una petición por asilo político; según muchos de los hermanos y los abogados que han visto el caso mío, eso está más que probado: yo soy un exiliado político. Y más por las condiciones en que a mí me sacaron de Cuba. Yo fui encadenado desde la prisión hasta el avión. No es el mismo caso de otros reclusos; parece que yo soy lo más malo de lo más malo que hay.
Ya se le notificó al DHS y a USCIS; el abogado Willy [Wilfredo] Allen es quien se está encargando de eso. Y hay muchas personas que están solidarizándose conmigo; el caso está en conocimiento de personas importantes.
Liettys Rachel Reyes (LRR): Mi niña, Daniela Patricia Ferrer Reyes, entró con un status migratorio de I220A; gracias a Dios ya tenemos un abogado encargándose del caso. Lo primero es aplicar a su asilo político, siguiendo todo lo que pidió la jueza el día de su corte en Dallas (31 de marzo) junto a mi hermana, Lianay Reyes Tur, con quien llegó a Estados Unidos. Ella fue la persona encargada de sacarla de Cuba.
Anteriormente, la niña estaba en un caso conjunto con mi hermana, pues en la frontera la registraron como su hija. Por tener el mismo apellido; es la conclusión que sacamos.
Cuando ellas llegaron a Amarillo, Texas, aplicamos a un asilo para mi hermana; entonces suponíamos —a través del asesoramiento que nos dieron— que ese asilo le serviría de respaldo a Daniela Patricia, que es menor de edad y no podía defenderse sola en una corte. Por tanto, hicimos una moción para que su corte fuese cerrada. Pero la denegaron.
Decidimos enviar pruebas contundentes de toda la represión que vivió la niña desde que nació en Cuba. Es hija de padres opositores, y en particular de José Daniel Ferrer, líder de UNPACU, quien por años ha luchado por los derechos y las libertades de todos los cubanos, enfrentando la represión constante, golpizas, allanamientos de morada, etc.
El día de la corte nos presentamos y la jueza separó a la niña del caso de mi hermana, puesto que no es su hija y soy yo, como madre y su tutora legal, quien debe representarla. La jueza pidió que se le hiciera un asilo aparte, si bien reconoció que la niña no aplicaba para defenderlo sola por ser menor de edad. Tomó la decisión de comenzar el caso desde cero y dijo que un abogado debía encargarse del mismo. Le dio su primera corte preliminar para el 14 de noviembre del presente año.
Ahora estamos haciendo todo lo posible para aportas las pruebas necesarias a fin de que la niña sea admitida en el país y puedan darle un status legal. Estamos conscientes de que ella reúne todos los requisitos para ganar un asilo. Hay pruebas suficientes de la represión que vivía en Cuba.
Su padre, quien tenía su custodia legal en Cuba, cayó preso [a raíz de las protestas masivas del] 11 de julio de 2021. A partir de ahí, las amenazas fueron más continuas; por eso mi decisión de sacarla de la isla. Por eso hoy nos encontramos en esta triste situación. Espero que todo esto se resuelva de la mejor manera posible, confiando en Dios siempre.
Política migratoria en Estados Unidos
LYVR: Nosotros [los exiliados políticos cubanos] estamos luchando por las libertades y los derechos de todas las personas, y creo que eso debe primar en este país, que es referente en cuanto al respeto de los derechos y las libertades. Ahora hay gente que me dice: «Óigame, salir de una dictadura para ponerme en otra…», y tú dices: «Bueno, es que también cuando estás en tu casa, tú la limpias a tu conveniencia, y nadie te puede decir nada». Pero hay algo que nosotros pedimos y necesitamos, y eso es la base de todas las sociedades: el respeto a los seres humanos y a todos esos derechos y libertades con los que nacemos, que requerimos y que defendemos. Porque son universales.
Ha dejado esto un poco que desear, porque la cuestión ha sido muy unilateral. O sea, han metido a todo el mundo en el mismo saco. Hay personas que no merecemos esto. Porque a mí me mandan para cualquier otro lugar y la policía política [cubana] me manda a matar. De hecho, a mí la Seguridad del Estado casi me mata hace años cuando yo estaba estudiando en la FIU [Universidad Internacional de la Florida], en el propio Miami. Estábamos haciendo un trabajo de campo en el downtown y tuvimos que evacuarnos y todo, porque tres o cuatro personas nos fueron para arriba. Y se veía que eran oficiales.
LRR: Mira, desde mi punto de vista, los movimientos en materia migratoria de la actual administración sí que pueden tener un impacto fuerte sobre la vida de refugiados políticos cubanos. Sin embargo, espero que tomen una decisión correcta para respaldar a quienes han sido víctimas de persecución política en Cuba. En primer lugar, muchos salimos de Cuba huyendo de una dictadura asesina que por años ha mantenido a todo un pueblo bajo sufrimiento y desesperación. Es un sistema fallido que ha obligado a la gente a salir en busca de libertades en otros países, como Estados Unidos. Conozco a muchos opositores pacíficos que hoy se encuentran, como mi hija, en un limbo migratorio. Y creo que se debería tener presente la trayectoria de cada una de esas personas en Cuba, la represión que vivieron…
Es injusto que todos paguen por igual. Hoy muchos represores de la dictadura viven aquí, con un status legal (incluso con residencia permanente) en los Estados Unidos. He sabido que se trabaja para que esos represores no sigan disfrutando las libertades de este país, y eso lo veo muy bien. Pero se debe de trabajar más en los casos de quienes han pedido asilo político porque lo necesitan y se mantienen en una agonía constante por temor a ser deportados. Mi esperanza es que la nueva administración haga lo correcto, y que no se afecte a refugiados políticos —como en el caso de mi hija Daniela.
***
Hace solo unos días, la Junta de Apelaciones de Inmigración (BIA, siglas en inglés) falló en el caso de una ciudadana china (Q. Li), y a todas luces los razonamientos utilizados por el panel de tres jueces pudieran favorecer la posición de los 400 mil cubanos con I220A en su objetivo de permanecer con estatus legal en Estados Unidos.
«Esta decisión es una ventana para argumentar en los tribunales de inmigración que las personas que entraron con […] I220A tenían derecho a recibir un parole, de manera que debemos verlo como una oportunidad positiva para litigar los casos en favor de nuestros clientes», dijo el viernes último el abogado Willy Allen en su consulta semanal sobre estos temas, junto al periodista Wilfredo Cancio, en CaféFuerte.
Más aún, a su juicio, esta decisión de BIA sustentaría el argumento de que la I220A form —otorgada a extranjeros que ingresaron por frontera, como Daniela Patricia Ferrer Reyes— siempre debió ser un parole. «Así que no tienen que [dar un documento] de parole; nada más tienen que aceptar la definición de que la I220A debe ser un parole», agregó.
Por otra parte, el experto advirtió a los cubanos que ello no implica ahora «un boleto seguro para la residencia, porque el fallo es claro [por otra parte] respecto a que las personas que sean detenidas con I220A pueden quedar bajo custodia, sin derecho a fianza, hasta que no se resuelva su caso en corte», subrayó. «Cuidado con lo que vayamos a hacer».
Eso, sí, Allen cree que este precedente ayudará a argumentar ventajosamente no solo en los casos de sus propios clientes, sino también —aunque no están relacionados de manera directa ambos procesos— en la demanda federal sobre casos I220A, aún pendiente de audiencia, que lleva el abogado Mark Prada ante el Tribunal de Apelaciones del Onceno Circuito, en Atlanta. La misma deberá resolverse en octubre o noviembre próximos.
Respecto al fin del «parole humanitario» —que benefició a unas 530 mil personas de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití—, y a alrededor de 26 mil cubanos en riesgo de convertirse en ilegales al haber llegado después de marzo de 2024 —entre ellos, Lázaro Yuri Valle Roca y su esposa Eralidis Frómeta—, Willy Allen también se muestra optimista tras la orden emitida por una jueza federal de Boston, Indira Talwani, para que se suspendiera la eliminación de ese programa.
«Esos cubanos tienen ahora la extensión del parole humanitario […], y cuando les llegue el año y un día [deben aplicar] a la residencia [bajo la Ley de Ajuste Cubano]», explicó Allen a finales de abril, si bien alertó: «Y yo sé que DHS, USCIS va a hacer todo lo posible para demorar las residencias […] y los permisos de trabajo de las personas con parole humanitario».
Por supuesto, en los próximos meses, ambos asuntos —I220A y parole humanitario— continuarán siendo objetos de batalla legal en las cortes norteamericanas. La administración Trump no parece dispuesta a transigir en su sistemática ofensiva antiinmigrantes.
Cientos de miles de cubanos estarán observando en vilo.
***
Antes de dejar la isla
LRR: La niña salió de Cuba muy afectada por todo lo que vivió junto a su padre. Ella presenció amenazas, golpizas contra de su padre, su actual esposa y su familia. Por ejemplo, fue testigo de asaltos a la vivienda por la policía política del régimen; tuvo que ver cómo apuntaban a su padre con armas largas a la cabeza, cómo fueron robados los alimentos y destruidos hasta sus juguetes.
La niña solo sabe decir cosas como esta: «Mamá, odio a esa dictadura mala, que encarceló a mi padre, y por su culpa tuve que separarme de él; lo secuestraron y no pude verle más hasta ahora, por videollamada solamente. Aunque esté aquí lejos de mi papá y de mi familia, yo también soy opositora a esa dictadura mala».
Eso fue lo que vio mi hija desde que nació: represión y maltrato contra sus padres, hermanos, familia y otros activistas. Eso afecta a cualquier niño, y más en ese momento. Daniela tenía cuatro años cuando salió de Cuba.
***
Lázaro Yuri Valle Roca es nieto de Blas Roca Calderío, secretario general entre 1934 y 1961 del Partido Comunista —denominado a partir de 1944 Partido Socialista Popular—, firmante de la avanzada Constitución republicana de 1940 (en rigor, nunca implementada) y un hombre clave en la pugna y la integración de fuerzas tras la Revolución de 1959, así como en el definitivo acercamiento de la dirigencia cubana a Moscú.
Su segundo nombre —que usa para llamarse a sí mismo— le viene de Yuri Gagarin, el mítico astronauta soviético que fue el primer hombre en viajar al espacio exterior; por otra parte, asegura que hay una foto en la que el pequeño «Yuri» aparece cargado por Valentina Tereshkova, la primera mujer cosmonauta.
Durante su adolescencia y primera juventud, el abuelo Blas encabezó el comité encargado de redactar la primera Constitución socialista de la isla y ejerció, entre 1976 y 1981, como presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba. La familia pertenecía al círculo más exclusivo de la jerarquía cubana. En nuestra conversación, Valle Roca vuela con vértigo ansioso sobre recuerdos lejanos: Osvaldo Dorticós —una figura secundaria que hizo las veces de presidente bajo la férula de Fidel Castro y que terminaría suicidándose en 1983— era «una excelente persona» y su esposa le tenía «mucho cariño» al niño que fue Yuri; en cambio, «Fidel era un tipo falta de respeto, prepotente, hijo de puta».
«Mi abuelo siempre tuvo la contraria con Fidel, y lo que pasa es que a mi abuelo Fidel no le pudo hacer nada porque estaba protegido por la Internacional Socialista. Era un hueso duro de roer», dice ahora el exreportero independiente y exprisionero político desde su exilio de Lancaster. «Yo para ellos siempre he sido incómodo; me tienen mucho odio por lo que yo represento, por la descendencia de que vengo».
«Siendo un niño», rememora enseguida, «a mí me decían “el loco de la familia”, pero resulta que yo no era el loco, sino el que estaba más cuerdo entre todos. Fíjate que cuando mi tío Vladimiro [Roca] se metió a opositor, yo le dije: “Oye, compadre, y después el loco soy yo… No hay problema”. Yo tenía 18, 20 años. Él empezó a tener problemas en el año 89, porque mi abuelo murió en el 87. Ahí en el velorio estaban Raúl y Fidel, y yo los mandé para la pinga».
***
LYVR: A mí me sancionaron a seis años, y me dieron una conjunta que se me quedó en cinco. Me estaban pidiendo 30 años, y eso a pesar de que me habían cogido un mes antes del 11J, en junio de 2021. Es decir, me echaron la culpa de ser instigador del 11J.
Estuve un mes en huelga de hambre, y cinco días sin tomar agua, hasta que se me reventaron los riñones y empecé a convulsionar. Eso fue en Villa Marista. Me metieron en lo que llaman «la gaveta», que es como una gaveta de esas de la morgue. Estaba acostado ahí, sobre el metal, esposado con «la shakira», con una gota de agua cayéndome en la frente constantemente. Te suben la temperatura del aire y te la bajan… Ahí estuve dos días.
Por la huelga de hambre me sacaron para la enfermería, y luego para una habitación donde estaba completamente aislado. Yo empecé a tomar agua, pero sin comer nada, porque no me dejaban ver a Lily; yo quería ver a mi esposa. Con ellos no hablaba nada, y tú sabes todas las cosas que te empiezan a pasar por la cabeza… Yo pensaba en qué habrían hecho con mi mujer.
Después, como al mes, se dio la situación del 11 de julio. Vi a los guardias con tremendo miedo, apendejados. Decían que tenían que cuidarse, que ya habían matado a uno. Y cuando vi eso dije: «Qué va… yo tengo que comer, porque tengo que ver lo que va a pasar con esto». Yo dije: «Tengo que estar vivo». Y entonces empecé a comer.
En Villa Marista estuve casi dos meses. No me dejaron ver a mi esposa, no dejaban que me llevaran alimentos de ningún tipo, ni cigarros, nada, nada… Hasta que me sacaron y me llevaron al Combinado del Este. Allá estuve en el edificio tres. Luego me enjuiciaron por «propaganda enemiga» y «resistencia». Imagínate tú, resistencia… El problema fue que yo me negué a firmar documentos donde ellos querían que dijera que renunciaba a mis ideales y a hacer mis actividades políticas…, y yo les dije que no. Entonces me dijo el tipo de la policía política: «Bueno, entrégame el teléfono»; le dije: “¿Ah, tú quieres el teléfono?”. Lo formateé, y le chiflé a mi mujer… Le tiré el teléfono escaleras abajo en [la entrada de la estación policial] de Zapata y C; se dio un trastazo en el piso… Y para allá fue tremendo equipo a caerle a golpes a la mujer mía; la toquetearon, la vejaron en público, y después la metieron para adentro y la acabaron de desnudar… A mí me cayeron a golpes y me lanzaron por las escaleras; rodé, esposado, hacia los calabozos…
La «propaganda enemiga» fue por las octavillas que lanzamos en junio de 2021 por toda la calle Monte; por ahí está el video. Pero ellos les molestó más porque nosotros sabíamos que había un chivatón, un tal Ignacio Arias, con su mujer. Y a pesar de eso hicimos la actividad. Esas octavillas eran pensamientos de [José] Martí y [Antonio] Maceo, y hasta dentro de las patrullas [de policía] tiramos octavillas de esas… Después, en Villa Marista, los supuestos investigadores —y eso también estaría luego en mi causa— dijeron que esos pensamientos, en su tiempo, tenían vigencia, pero que [ahora] eran «contrarrevolucionarios». Pensamientos como este de Maceo: «La libertad […] se conquista con el filo del machete», o de Martí: «La libertad es el derecho que todo hombre tiene a [ser honrado y a pensar y a hablar sin hipocresía]». También lanzamos un billete; de un lado estaba Martí y del otro era un dólar americano; dijeron que eso era «diversionismo ideológico» y que era una falta de respeto. Y nosotros lo que estábamos era denunciando la situación en Cuba, donde trabajas y te pagan en pesos cubanos, perodonde tienes que comprar todo en dólares.
Me echaron seis años porque no pudieron sonarme 30… [La abogada] Teresa Ortiz estaba haciendo denuncias, con Cuba Demanda, en la OEA y la Comisión de Derechos Humanos; ellos tuvieron que aguantarse porque la cosa estaba demasiado caliente con mi caso. Ya habían ido [a la isla] varios representantes de Naciones Unidas y de Derechos Humanos de la comunidad europea.
Cumplí tres años. Creo que faltando siete días para cumplir los tres años me sacan de prisión. Yo llegué aquí con 50 libras de peso. Estaba muerto. Por que empecé a bajar y a bajar de peso, y no me daban atención médica —ni yo la pedí— en el Combinado del Este. Me salieron unos forúnculos en la nuca, tenía la cabeza inflamada y con tremenda fiebre, y nunca me llevaron al médico. Cuando Lily me vio, ahí fue cuando ella formó el lío, y entonces tuvieron que llevarme al médico a inyectarme Rocephin… Ella, cada vez que había cualquier cosa, se fajaba allá afuera.
A través de la embajada americana, Lily hizo la gestión. Porque el gobierno cubano no quería hacer ningún tipo de negociación conmigo. Ellos no iban a reconocer que yo era un preso político. Entonces vino lo del parole humanitario. Mi mujer habló con su hermano, que vive aquí en Lancaster, y a través de él nos pusieron en el parole. La embajada de Estados Unidos en La Habana se puso en contacto con el gobierno cubano, y entonces la dictadura accedió a la gestión.
Me acuerdo que el día de la salida estaba pelándome con un muchacho que era ahí adentro como si fuera mi hijo. Y entonces uno de la Seguridad viene y me dice: «Oye, dale, Yuri, que te vas echando para el Yuma». Yo le dije: «Espera, déjame acabar de pelarme…». Y tuvo que esperarme.
Después me llevaron en un carro, esposado, rodeado de perros, para el Hospital Nacional [en La Habana]. Cuando llegué había un dispositivo que no te puedo explicar. Todo el mundo se quedaba así, preguntándose: «¿Quién es este tipo?». Me llevaron al quinto piso, a la sala de penados. Me acostaron en la cama, y les dije: «¿No me van a quitar la shakira?». «No, no, acuéstate así mismo». Pregunté cómo hacía para orinar, y vino una enfermera que me puso una sonda. Me esposaron todavía más, a la cama. No me podía mover.
Trajeron a Lily. Cuando me vio en esas condiciones empezó a formar bateo… Entonces me dieron la ropa [de calle], me la puse, y me volvieron a acostar esposado; estuve con la sonda puesta hasta las cinco de la mañana. A esa hora me despertaron y, como a las seis y pico, salí del Hospital Nacional. Con tremendo dispositivo, directo al aeropuerto. Llegué a Estados Unidos el 5 de junio de 2024.
La amenaza terrible de la deportación
LRR: Mi hija Daniela no puede regresar a Cuba en caso de que se decida su deportación. En primer lugar, la represión en su contra sería mayor, y más en una escuela cubana. No estaría segura si regresara, aunque su padre esté ahí. Él tampoco tiene la certeza de poder cuidar de ella, ya que puede ser encarcelado en cualquier momento por la dictadura. ¿Quién cuidaría de mi hija? Nadie. Se quedaría sola como cuando encarcelaron a su padre la vez anterior, y eso no lo puedo permitir. Como madre lucharé hasta el cansancio para que mi hija obtenga su estatus legal en este país. No estoy de acuerdo con que mi hija vuelva a vivir la misma pesadilla, a vivir bajo hostigamiento y amenazas.
LYVR: Me advirtieron que regreso a la cárcel… Dijeron: «Te vamos a acabar de matar».
«Y mira a ver lo que tú hablas, porque aquí se queda…», lo dijeron bien claro. La hija de la Lily, con los nietos, está allá en Cuba, y la tienen como rehén. De hecho, el hijo de Lily hizo un comentario en Facebook hace poco, y un tipo de la policía política lo llamó y le dijo: «Quita el comentario porque, si no, te vamos a meter preso». A la niña le tienen quitada la Internet completa.
A nosotros nos van a matar donde quiera que nos manden, porque ellos tienen impunidad dondequiera y tienen las manos largas. Estoy en Lancaster, Pennsylvania, y me siento ahora mucho más seguro, porque aquí ellos tienen que aguantarse un poco.
Un porvenir en Estados Unidos
LRR: Solo espero que se haga la voluntad de Dios, y que mi hija Daniela pueda tener un futuro en este país que nos abrió las puertas. Porque mantengo la fe de que todo saldrá bien, pero sin dejar de destacar el temor que sufro y la agonía que vivo por estar en esta situación.
LYVR: Yo me veo saliendo adelante en este país. No hay de otra. Es como debe ser: trabajar, tener una vida digna y decorosa; tu casa, tu comida, tus hijos…
Este siempre ha sido el país del «sueño americano». Yo quiero incorporarme completamente a la sociedad; tener mi permiso de trabajo, porque aún no he podido trabajar. El poquito dinero que nos han dado se ha gastado en medicinas y transporte para ir al médico, porque los dos hemos estado jodidos; aunque, de verdad, ya hemos ido reponiéndonos, subiendo de peso, estabilizándonos.
Ya estábamos preparándonos para empezar a trabajar, para pelear a ver si podemos traer a la niña y a los niños, para sacárselos de las garras a esos degenerados de allá. Y entonces cayó esta noticia sobre nuestra situación migratoria, imagínate tú.
[1] Aquí la relación íntegra de los rubricantes: Eliexer Marquez Duany, Daniela Patricia Ferrer Reyes, Oscar Antonio Casanella Saint-Blancard, Lázaro Yuri Valle Roca, Eralidis Frómeta Polanco, José Rolando Casares Soto, Yamilka Abascal Sánchez, Esteban Lázaro Rodríguez López, Julio Góngora Millo, Alexeys Blanco Díaz, Anamely Ramos González, Omara Isabel Ruiz Urquiola, Yaneris Redondo León, Mariana de la Caridad Fernández León.