En el último cuarto de siglo, son pocos los observadores que hayan permanecido tan atentos a los avatares políticos y sociales, las idas y venidas a menudo exaltadas y contradictorias, de la comunidad cubanoamericana en el sur de la Florida. Desde su exilio en 1994, el veterano periodista Wilfredo Cancio Isla ha ejercido el oficio con una indeclinable aspiración de rigor y honestidad.
Tras una docena de años como profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, se trasladó a Estados Unidos gracias a un programa de intercambio con la Universidad de North Carolina, auspiciado por la McArthur Foundation. En Miami se unió a fines de 1998 al staff de El Nuevo Herald para cubrir temas cubanos. Fue productor editorial en AmericaTevé, subdirector del Diario Las Américas, y director de noticias en Radio y TV Martí. También trabajó en medios como Telemundo 51 y CiberCuba Noticias. Su labor profesional ha merecido reconocimietos de la Asociación Nacional del Periodistas Hispanos (NAHP, por sus siglas en inglés). Actualmente, impulsa un proyecto más personal, Café Fuerte, publicación digital independiente fundada en el año 2010 y consagrada —según se lee en la propia web— a «la cobertura de asuntos cubanos en la isla y la diáspora».
Cancio Isla responde aquí algunas interrogantes planteadas por la reportera Mónica Baró a propósito de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Al final de la semana anterior, ejerció por adelantado su derecho al voto y lo hizo en favor de la vicepresidenta demócrata Kamala Harris. Cree que tuvo —y tiene— buenas razones para ello.
***
¿Cuántos años llevas participando en elecciones en Estados Unidos? ¿Qué crees que ha distinguido esta contienda de las anteriores?
Como periodista, cubriendo los acontecimientos de procesos electorales, locales y nacionales, desde 1996. Como votante, desde 2008. (Tardé en naturalizarme por un prurito nacionalista que tenía muy arraigado, con mucho idealismo y falta de pragmatismo). Creo que lo que hace diferente esta contienda es su excesivo grado de polarización política, que expresa también la amplia división, parcialidad y radicalismo exorbitante que agitan la actual sociedad estadounidense. En las primeras contiendas de las que fui testigo o votante, había un sentido de cordialidad y respeto entre los que se consideraban adversarios políticos. Hoy eso no existe. La rivalidad ha perdido la cordura para expresarse en términos de enemigos acérrimos que se enfrentan como si fuera una batalla de vida o muerte.
¿Qué método de votación elegiste? ¿Por correo? ¿En persona?
En persona y por adelantado. Voté el jueves 31 de octubre.
¿Qué resultó prioritario para ti a la hora de decidir por cuál candidato votar? ¿Qué elementos de las propuestas de cada candidato, qué datos de sus biografías y qué rasgos de sus personalidades?
El sentido común, que parece ajeno hoy día a muchas de nuestras acciones y responsabilidades ciudadanas. Tengo críticas e inconformidades con los programas de ambas candidaturas, pero tengo claro que la prioridad es optar por el candidato que pueda mantener un país unido y tolerante, preservar sus instituciones, asegurar programas de bienestar social y protección ambiental, restringir la venta de armas y aplacar los odios latentes, que es un serio problema con muchos factores de fondo. Tengo también presente las credenciales personales de cada candidato, lo que han hecho y lo que han dejado de hacer, sus ejecutorias en la vida pública, su coherencia política y su capacidad para conciliar en lugar de antagonizar la sociedad. Con ese prontuario en la mente ejercí mi voto, pensando en Estados Unidos y su futuro, en un momento particularmente complejo para el país y el mundo.
¿Te costó trabajo decidirte por un candidato u otro? ¿Por qué?
No. Porque se trata de dos personalidades y propuestas antagónicas e irreconciliables. Una es para mí una opción peligrosa en múltiples niveles de la sociedad, la institucionalidad americana, la educación y las libertades ciudadanas; la otra, un camino racional y posible de sanación para los problemas apremiantes del país.
¿Cuáles son tus expectativas y temores con cada una de las administraciones posibles? ¿Te atreverías a hacer algún pronóstico sobre quién va a salir?
No me atrevo a pronosticar un ganador en las elecciones presidenciales, porque todas las revisiones de encuestas y pronósticos de los gurús electorales (me refiero a encuestas y personas con un grado de seriedad y profesionalismo) apuntan a una carrera demasiado cerrada como para aventurarse, y quiero ser realista. Ha habido también mucha manipulación de los sondeos previos y mucho encuestólogo tendencioso, y la experiencia de las elecciones de 2016 está aún fresca en mi mente. Después de eso, nadie puede decir que fue cogido de sorpresa por un resultado inesperado.
¿Cómo te sentirías si pierde el candidato el candidato o candidata por el/la cual votaste? ¿Crees que ello podría cambiar tu vida o impactarla de alguna manera específica?
No me agradaría, sería decepcionante y añadiría preocupaciones sobre el rumbo de la sociedad estadounidense, pero tengo que aceptarlo como parte del sistema democrático que defiendo. Obviamente, sí estoy alerta sobre decisiones que puedan afectar tanto mi quehacer profesional como mi bienestar personal. No tengo ya 20 años, ni 40. Estoy entrando a la tercera edad y a estas alturas todo parece más frágil e inseguro, incluyendo el monto de la Seguridad Social. Me preocupa la devaluación profesional del periodismo y la manera en que se han llegado a cuestionar las prácticas informativas desde el poder. Y me alarma también un cambio drástico en la salud pública. Como ves, sí, tengo muchas expectativas con lo que pueda pasar en estas elecciones, lo que no excluye el tema de la convivencia civilizada y la estabilidad de la nación americana.
¿Qué insatisfacciones tienes con el candidato o la candidata de tu preferencia?
Básicamente, mis insatisfacciones se concentran en la estrategia económica, con provisiones sociales demasiado amplias; el manejo de los temas pendientes de inmigración, y la limitadísima (o nula) proyección sobre los temas de Cuba y Latinoamérica. En cuanto a la inquietud económica, no me queda claro cómo vamos a resolver las promesas de ayudas y beneficios sociales sin cargar más cifras a la asfixiante deuda trillonaria de Estados Unidos. Ese no es un problema cualquiera ni aplazable. Debe ser preocupación fundamental de todo ciudadano o residente de este país.
De toda la información que posees sobre ambos candidatos, ¿qué es lo que más ha impactado en tu decisión electoral?
Contaba con antecedentes suficientes de ambos candidatos, pero el desarrollo de sus respectivas campañas y sus declaraciones sobre la marcha me han reafirmado en mis preferencias preliminares. Hay un discurso de exclusión, descrédito a ultranza, xenofobia y racismo (solapado o abiertamente insultante), misoginia, descrédito de los poderes institucionales y, especialmente, de repetición de mentiras insostenibles que ha ido in crescendo en estos dos últimos años, con una arrogancia que me recuerda demasiado a Fidel Castro y a la Cuba totalitaria que abandoné hace exactamente ahora 30 años. Por si fuera poco, en la comunidad cubana, el candidato republicano ha generado un culto que justamente repite las formas de ninguneo, devaluación e irrespeto por las ideas discordantes que creíamos haber dejado atrás, desatando conflictos familiares y enemistades como mismo sucedió bajo el castrismo. Defender una cultura democrática de inclusión ha sido mi prioridad a la hora de tomar la decisión.
¿Qué piensas de las acusaciones cruzadas entre seguidores de ambos candidatos acerca de que sus probables gobiernos convertirían a Estados Unidos, respectivamente, en un país fascista (en el caso de Donald Trump) o comunista (en el caso de Kamala Harris)? ¿Crees que se trata de escenarios realistas?
Para nada. Confío en la fuerza de la diversidad en Estados Unidos y en el poder aún sólido de sus instituciones como para transitar a corto plazo hacia esos escenarios. Aunque en el discurso de Donald Trump ha habido expresiones y manifestaciones que están emparentadas con prácticas fascistas, lo cual no deja de alarmar, no creo que Estados Unidos pueda llegar a tales excesos, al menos como estrategia de gobierno. En cuanto a los temores sobre el presunto peligro comunista con Kamala Harris, es realmente ridículo y hasta risible, y forma parte de un fantasma que se agita para exacerbar pasiones extremistas. Resulta realmente penoso ver a muchos de nuestros compatriotas cubanos, que vivieron en carne propia los desmanes del régimen dictatorial cubano, repetir semejante tontería. No hay país de entrañas más capitalistas que Estados Unidos, y todos sus presidentes, aun los más inclinados a posiciones socialdemócratas, han sido fieles a la filosofía americana de la libre empresa y la concepción imperial.
Lección de democracia para el resto del mundo y para los medios hegemónicos y manipuladores dentro de los Estados Unidos de América: el pueblo norteamericanos votó libre y soberanamente por sus dos candidatos y ganó democráticamente uno de ellos: Donald Trump.
Hola Cancio. Me alegra leerte y coincido contigo un 100 %. Admiro y respeto tu valentia y honestidad. Miami es diverso
y complejo. Somos muchos los que no comulgamos con el Trumpismo. He vivido en Miami desde el 62, y puedo constatar
la degradacion que ha sufrido esta nacion y esta ciudad en los ultimos anos. Abrazo, Alinin.