Fotógrafo y periodista cultural. Licenciado en Artes en la Universidad Central de Venezuela. Me gusta lo rebuscado, lo estético y lo simbólico, quizás porque la vida es más divertida cuando tienes que interpretarla.
Ciudad de México no se queda atrás. Con una comunidad venezolana integrada por 26 mil 383 personas, según El Instituto Nacional de Migración, es lógico que surjan restaurantes que ofrezcan un refugio para la diáspora. ¿Cómo se han adaptado al contexto local?, ¿consideran que ofrecen nostalgia?, ¿al mexicano también le gusta la comida venezolana?
«Los pueblos originarios son la primera línea de defensa del agua, la tierra y las montañas. Son quienes tienen la verdadera conciencia de que este mundo no puede seguir así sin destruirse, y proponen una alternativa: volver a una relación profunda con algo tan simple como la tierra y el agua».
Ciudad de México no se queda atrás. Con una comunidad venezolana integrada por 26 mil 383 personas, según El Instituto Nacional de Migración, es lógico que surjan restaurantes que ofrezcan un refugio para la diáspora. ¿Cómo se han adaptado al contexto local?, ¿consideran que ofrecen nostalgia?, ¿al mexicano también le gusta la comida venezolana?
El tambor le concede arrojo a la garganta de quien canta. Marca el estado de ánimo, dice por dónde fluirá la sangre de la canción, de sus coros, sus pregones. Sea un golpe potente o una simple caricia, sin él no corre na por las venas.