Ariel Ruiz Urquiola: «Mis ansias de justicia son inagotables»

    Gracias a una beca particularmente deseada que le otorgara a mitad de este año la Scholars at Risk (SAR), o Académicos en Riesgo, el científico cubano Ariel Ruiz Urquiola, una de las voces cívicas más firmes y prestigiosas de la disidencia política cubana en la última década, ha reanudado en la Universidad de Berna su carrera académica con el mismo proyecto investigativo por el cual fue expulsado en 2016 de la Universidad de La Habana, un estudio filogeográfico sobre taxones de la Sierra de los Órganos, en el occidente de la isla.

    Durante ocho años desvinculado de la ciencia, Ruiz Urquiola se convirtió en campesino, y desde 2016, cuando le reclamó en La Habana al Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR) los medicamentos que su hermana, Omara Ruiz Urquiola, necesitaba como paciente de cáncer, también se volvió un enemigo directo de la Seguridad del Estado. En la esfera pública cubana, Ruiz Urquiola es conocido por sus firmes posiciones morales, capaz de llevar una huelga de hambre y sed durante 16 días, dispuesto a morir en prisión para denunciar ante los más altos organismos internacionales las violaciones de derechos humanos a que fue sometido por la policía política castrista, que en 2020 no tuvo más remedio que condenarlo al exilio.

    Scholars at Risk es un programa constituido para defender la libertad académica en el mundo y asocia a unas 530 universidades de 42 países. Su comité de selección, con sede en Nueva York, emitió una carta de respaldo a Ruiz Urquiola y gracias a ello el científico cubano obtuvo una especie de crédito que le permitió aplicar a un fondo de la Academia de Ciencias de Suiza para financiar su proyecto, apoyado a su vez por la Dra. Catherine Peichel, jefa de la División de Ecología Evolutiva del Instituto de Ecología y Evolución de la Universidad de Berna, y por los investigadores Dr. Thomas von Rintelen y Dr. Lukas Rüber, curadores de los Museos de Historial Natural de Berlín y Berna, respectivamente.

    A sus 50 años, en los cantones de Europa Central, Ariel Ruiz Urquiola empieza de nuevo.

    ¿Qué significa o qué implicaciones tiene que SAR te haya otorgado esta beca?

    Es una beca para académicos que cumplen ciertos requisitos profesionales, como ser doctor en ciencias, por ejemplo, y que también enfrentan algún tipo de riesgo, clasificados de acuerdo con su grado de severidad, lo que puede ir desde la obstaculización del desarrollo académico de un posdoctoral hasta la tortura médica, como fue mi caso. Independientemente de estos requisitos, tienes que enviar una propuesta de investigación que luego, si ganas, va a ser colocada en algunas de las universidades que forman parte del programa.

    No te otorgan una beca solo en calidad de víctima, digamos, sino que implica una propuesta científica y la demostración de un valor intelectual.

    Hay varios tipos de documentaciones. Una es el currículum vitae, otra tu propuesta de investigación, y la última incluye la argumentación de por qué puedes ser considerado un académico en riesgo, además de las evidencias de ese riesgo. La categorización de las evidencias va desde artículos sobre la persona que ha sido perseguida, obstaculizada o reprobada por un sistema gubernamentado en su propio país, hasta aquellos casos extremos o raros como lo sería un académico declarado prisionero de conciencia por Amnistía Internacional. Lamentablemente, yo sobrecumplía los requisitos. Aunque, perdón, hay un último punto. No puedes llevar fuera de tu país más de cinco años.

    ¿Cuántos llevas tú?

    Cuatro años y pico. Si no ganaba en esta edición, no ganaba ya.

    ¿Qué tiempo te tomó hacer la propuesta?

    Muy poco tiempo. Porque, date cuenta, si hay algo significativo para mí, es que yo he ganado ahora con el mismo proyecto que tenía cuando fui expulsado de la Universidad de La Habana y el acuerdo de cooperación con la Universidad Humboldt fue cancelado.

    Entraste a última hora.

    Yo pensé en un momento que no la iba a ganar. ¿Tú sabes cuántos académicos en riesgo hay de Rusia, Irán, Corea del Norte? Y este proyecto de investigación ya estaba congelado, completamente congelado.

    Bueno, háblanos del proyecto, explícalo para los profanos en el tema.

    Básicamente pretendo descubrir los procesos evolutivos en la especiación a diferentes escalas zoológicas en la Sierra de los Órganos, que es el lugar de poblamiento más antiguo del Caribe insular. La Sierra de los Órganos tiene una roca que, aunque data del Jurásico, es una de las rocas más antiguas del archipiélago de Cuba, uno de los accidentes orogénicos, es decir, de formación montañosa, que primero aparecieron, cuando Cuba era apenas, desde occidente hasta oriente, simples montículos de isla. El origen de Cuba es volcánico, perteneciente al arco volcánico de las Antillas mayores. El movimiento tectónico de la placa Caribe sobre la placa América del Norte levantó lo que hoy constituye el archipiélago Cuba. Esto, grosso modo.

    La peculiaridad del proyecto es que, a pesar de que estamos hablando de apenas 110 kilómetros lineales de Sierra, cuenta con muchas localidades de muestreo, alrededor de 144. Se muestran diferentes especies a distintas escalas zoológicas, como moluscos, reptiles, anfibios, hasta los ectoparásitos que afectan a estos animales, y también cómo han ocurrido los procesos evolutivos en áreas tan pequeñas, pero a la vez muy fragmentadas.

    Lo interesante es que el hábitat es común para todas estas especies. Imagina ir a vuelo de pájaro por encima de un valle, como si fuera el archipiélago de las Galápagos, solo que aquí las islas no están separadas por mar, sino por matrices de tierras agrícolas, y en el pasado por un bosque semicaducifolio.

    ¿De cuántas muestras hablamos?

    De unas 15 mil, depositadas desde 2015 en el Museo de Historia Natural de Berlín, adscrito en ese entonces a la Universidad Humboldt. Las muestras salieron de Cuba entre 2014 y 2015, y yo tuve los permisos para hacerlo, por supuesto, hasta que me botaron de la universidad y todo se interrumpió. Tenía un permiso de medicina veterinaria expedido por el Instituto de Inspección y Control Ambiental del CITMA (Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente). Date cuenta de que yo con ese proyecto me gané la beca de la Universidad de Humboldt y también otra de Erasmus Mundus.

    ¿Y cuándo empezó la recolección de las muestras?

    El trabajo grande, el esfuerzo grande, arrancó en 2013. Honestamente, es un trabajo descomunal. Yo vivía en el campo.

    ¿Ahora las muestras del Museo de Historial Natural de Berlín van a pasar gradualmente a la Universidad de Berna? ¿Cómo funciona?

    Esas muestras forman parte de la colección de tejido que atesora el Museo de Historia Natural de Berlín, donde también se guarda la colección de ADN de esos tejidos. Las extracciones las hice cuando estuve trabajando allí. Parte del trabajo de laboratorio que yo tengo que hacer ahora, o que tengo que terminar, va a ocurrir entre ambas instituciones, es decir, entre el Museo de Historia Natural de Berlín y el Instituto de Ecología y Evolución de la Universidad de Berna.

    No sé si me estoy yendo por las ramas, pero, cuando nombras a Cuba, hay en ti un vínculo o una idea de la isla que se remonta a edades, como dices, zoológicas o geológicas, cuando la inmensa mayoría estamos acostumbrados apenas a entenderla o pensarla desde un marco estrictamente histórico.

    Cuando yo comencé este proyecto, recibí un fondo de investigación desde Alemania, y me compré una casa rural en medio de la Sierra del Infierno, justo para construir ahí una estación ecológica. El gobierno local no lo prohibió, aunque el gobierno local no cuenta. Lo que cuenta es el gobierno de Cuba, que no me iba a dar ningún permiso. Entonces yo pensé donar la casa al Parque Nacional de Viñales, pero ya estábamos en 2015 y la persecución política había limitado mucho mi supervivencia. Ahí decidí aplicar a las tierras colindantes en usufructo para volverme campesino, porque yo no quería perder el vínculo con Cuba; yo no quería, literalmente, perder el vínculo con la tierra. Por eso me volví campesino.

    La primera cosa que una persona condenada al exilio suele extrañar es la familia, aquello que recuerda, momentos de diversión asociados a playas, no sé, comidas, compañías, gente con la que compartiste tu vida, pero muy rara vez te encuentras personas en esta condición que además tengan un apego a la cuestión básica de la tierra. Ese es mi caso.

    Yo tuve proyectos de educación ambiental, muchísimos proyectos con los que conocí muy bien mi país, de una manera que prácticamente casi nadie lo ha conocido. Pude viajar por todos los archipiélagos, no solo por la isla de Cuba y la Isla de la Juventud, y recorrer prácticamente todas sus formaciones montañosas. Y levanté, en la última parte de mi vida allí, el proyecto de una granja. Tengo, en efecto, un apego muy importante a la tierra, y no solo a la tierra, sino a la agricultura. Incluso te diría que hoy yo me siento más cercano a la agricultura que a la ciencia.

    ¿Por qué prohíben la estación ecológica? ¿Por el proyecto en sí o por quien tú eras? ¿Alguien que no hubiese sido Ariel Ruiz Urquiola hubiese podido construir la estación ecológica, o esa estación ecológica estaba negada para quien fuere?

    Sí, alguien que no hubiese sido Ariel Ruiz Urquiola lo hubiera logrado hacer, claro. Lo que pasa es que para lograrlo había que ser Ariel Ruiz Urquiola.

    ¿Por qué?

    No creo que cualquier biológo hubiera… No creo que nadie hubiera sacrificado su vida personal de la manera en que yo lo hice por amor a la ciencia y la naturaleza cubana. No creo… no lo conocí. A esa persona no la conocí.

    En estos cuatro años y medio fuera de Cuba, ¿qué has hecho, cómo has sobrevivido?

    He hecho muchas cosas, pero no exactamente relacionadas con este proyecto de investigación. Cuando salí de Cuba en 2020, no me dejaron entrar nunca más. Trabajé en la agricultura en Suiza y en Francia. Esos proyectos avanzaron hasta un punto determinado. Aunque fueran mis ideas, yo no tenía el dinero para llevarlas adelante y, por tanto, tuvieron otros dueños. Yo me tuve que ir, y todo esto básicamente a cambio de ningún salario, solo de techo y comida. Me vi en una situación en la que tenía que definir mi vida, no había adquirido un estatus legal e incluso estaba a punto de perder los medicamentos para el VIH. Ya en una situación legal, tienes acceso a la salud pública aquí en Suiza.

    Creo que muchos reconocemos en ti una voluntad de hierro, pero ¿en algún momento te pareció que tu camino profesional ya estaba cerrado por completo?

    Para serte totalmente honesto, yo no creí que tuviera opciones de volver a la ciencia. Yo estuve desvinculado ocho años, desde que me expulsaron de la Universidad de La Habana, y en la ciencia, no ocho, cinco años ya es mucho tiempo. Puedes quedar medio obsoleto u obsoleto del todo. Yo tengo 50 años, y a esta edad tú no eres más un posdoctoral, tú eres un profesor, tú eres un investigador o te vas a la industria, ya no estás viviendo más de posdoctorales. Y los posdoctorales a lo sumo duran dos años con probabilidad de otros dos, pero no más. Yo diría que sí, que tengo una voluntad de hierro, pero también soy alguien con mucha suerte, porque esta oportunidad, a esta altura, ni yo mismo me la creo.

    Una vez termines este posdoctoral, ¿podrías aplicar a alguna cátedra o a algún puesto de investigador en alguna universidad?

    Yo tengo muy buenas publicaciones en estos dos años, y este proyecto en el que yo estoy trabajando puede aprobarse otros dos años, pero ¿obtener una posición de profesor? No lo creo. Ni de investigador. Cuando termine, tendré 54 años. No tiene mucho sentido que uno se vea joven. No solo importa cómo tú te consideres, sino también la edad biológica. Aunque, de aquí a cuatro años, ¿sabes cuántas cosas pueden pasar? ¿Cuántas cosas han pasado en mi vida en los últimos cinco años? Cada día cuenta, todo cuenta, no hay vuelta atrás.

    Esta beca me da, ¿cómo te diría?, una patente de corso. En la ciencia tienes que demostrar todo el tiempo, y demuestras con publicaciones de artículos científicos, ¿entiendes? También tengo la mesura de saber que cuatro años es mucho tiempo. Ahora no tengo la ansiedad de preguntarme qué podría pasar. Eso no lo tengo. Ni incluso en dos años. Dos años es demasiado, demasiado.

    No te volviste en el exilio un activista político profesional, es decir, no te dedicaste a la política. No quiero decir que no hayas seguido denunciando las arbitrariedades del régimen cubano y las injusticias y atropellos cometidos en tu caso particular.

    Dedicarme a la política hubiera sido malgastar los años útiles que me quedaban. Te explico por qué. Porque yo no creo que la utilidad de un político está en la política. Yo creo que la utilidad de un político está en su trabajo. Por ejemplo, yo estoy en Suiza, donde todos los políticos, cuando terminan su periodo como parlamentario o juez o concejal, tienen que volver a su modo de vida normal. Eso es importante, porque cuando tú haces política desde el trabajo, tú estás en contacto directo con el trabajador.

    Yo ahora tengo esta especie de apoyo de una plataforma académica y también encontré un bufete de abogados dentro del sistema universitario de Suiza que decidió acoger mi caso para defenderme del crimen que cometió el desgobierno de Cuba contra mi persona, cuando yo estaba preso, en huelga de hambre y sed, y me inocularon VIH. He podido desde aquí continuar con mi activismo cívico.

    Has sido una víctima del castrismo, alguien particularmente avasallado, pero me parece que nunca lo has asumido como esencia, es decir, que no solo eres una víctima.

    Cuando un Estado te atropella tan bestialmente, levantarse depende de muchos factores, entre ellos, insisto, la suerte. En primer lugar, yo estoy vivo de milagro. En segundo lugar, también estoy cuerdo de milagro, aunque vaya a una especie de… bueno, él no es mi psicólogo, él dice que es mi coach, porque aprendemos en ambos sentidos, pero lo tengo básicamente porque mis ansias de justicia son inagotables e implacables. Independientemente de que yo haya logrado reposicionarme en la ciencia y en una universidad prestigiosa, mi meta es la búsqueda de la justicia. Lo demás es secundario. Esto es un paso para restituir ciertas fuerzas como individuo.

    De algún modo, al menos parcial, alguna justicia ha sido restituida. El proyecto de esta beca es el proyecto por el que te echaron de la Universidad de La Habana.

    Sí, yo pienso que mi activismo desde el punto de vista profesional, como biólogo evolutivo y ecólogo, fue lo que marcó la primera fisura de odio del sistema político cubano contra mi persona.

    ¿Sigues pensándote en Cuba?

    Todo el tiempo, independientemente de que, si visitaras el lugar que habito, tú dirías: «Esta persona lleva viviendo aquí mucho tiempo». Tengo un bosque en mi propia casa. Un jardín lleno de árboles y frutales; en variedades pigmeas, porque no tengo tierras.

    Tu madre está al timón de la finca El Infierno en Pinar del Río.

    Yo puedo contribuir con ideas, pero el peso recae en las personas que están en el lugar. Mi mamá no es una campesina, pero mi mamá es una persona que ha ido aprendiendo incluso a lidiar con el ganado, con las crianzas. También ha sufrido; en el campo las pérdidas se sufren mucho, sea por ciclones, enfermedades o por los propios abusos que ha cometido la dictadura contra nuestros aninales y cultivos.

    Al mismo tiempo, el campo es una fuente de vida. En el campo todos los días vas a ver una flor diferente, aves cantando alrededor. Habrá pérdidas, pero también nacimientos, y entonces vas a tener muchos tipos de lenguaje. No solo vas a hablar con personas, y a veces es preferible ni hablar con ellas, si tienes perros, caballos, pollos, gansos, cultivares, abejas, en fin… Vas a hablar con infinidad de organismos vivos en diferentes lenguas, y eso hace que una persona, como es el caso de mi mamá, se mantenga viva, con ilusión y sin la amargura que puede generar vivir separado de sus hijos, quizá por el resto de su vida.

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    Carlos Manuel Álvarez
    Carlos Manuel Álvarez
    Bebedor de absenta. Grafitero del Word. Nada encuentra más exquisito que los manjares de la carestía: los caramelos de la bodega, los espaguetis recalentados, la pizza de cinco pesos. Leyó un Hamlet apócrifo más impactante que el original de Shakeaspeare, con frases como esta, que repite como un mantra: «la hora de la sangre ha de llegar, o yo no valgo nada». Cree solo en dos cosas: la audacia de los primeros bates y la soledad del center field.

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