LA HABANA, Cuba. – Son varios días sin promocionar en sus historias de Facebook el negocio de remesas y venta de motos eléctricas, pero eso no significa que Sandro Castro se haya arrepentido de participar en alguno de ellos.
Sucede que, en la ofensiva del régimen contra las mipymes en lista negra y por retomar el control de las remesas, ya han comenzado a rodar las cabezas de algunos remesadores, mipymeros y cambistas y, aunque el nietísimo es consciente de que la suya está bastante segura sobre sus hombros, por obra y gracia de la sangre, se protege hasta que la marea baje. O hasta que alguien le avise que la tormenta pasó, y que su solicitud al Gobierno de La Habana, de legalizar su loca plataforma para la compraventa de divisas, la “Vampicash”, ha sido aprobada, y quizás hasta premiada como Proyecto de Desarrollo Local.
A fin de cuentas, el mercado de su prima Lisa Titolo, ubicado en la misma calle donde él tiene el EFE Bar, aunque vende productos importados de Estados Unidos y permite pagar en dólares al “precio de elToque”, fue beneficiado con esa categoría que, en sus casos, al ser los “elegidos”, les garantizaría un apoyo anual de unos cuantos miles de verdes extras, provenientes de los diversos fondos de ayuda para el desarrollo que tributan al régimen cubano.
El “loco” de Sandro tiene grandes posibilidades de que su “proyecto” sea tenido en cuenta. Su propuesta no surgió en un rapto de borrachera con “Kristashh”, sino porque algunos de su familia, conocedores del terreno donde pisan, le recomendaron que lo hiciera, al menos para simular que su negocio de remesas es menos ilegal (o menos informal) que el resto de los que existen en Cuba, solo por ser el único actualmente, en toda la Isla, que tuvo la “iniciativa” de comenzar a tramitar una licencia para nada más y nada menos ¡que especular con las divisas!, es decir, para que le permitan hacer aquello por lo cual toda su competencia hoy está amenazada de cárcel.
Sandro Castro ha confesado con sus anuncios de servicios de remesas que es un “financista”, o al menos el intermediario de alguno, porque ha tenido el “descaro” (porque la valentía o la idiotez son para quienes lo hacen sin las espaldas y el pecho cubiertos) de reconocer públicamente que ha especulado con las divisas, haciéndoles la competencia a GAESA y al Banco Central con las remesas. Que, además, se ha guiado para sus pagos e intercambios de monedas por la tasa representativa del mercado informal que publican los periodistas “terroristas”, y que sus negocios —al menos el de las remesas y el de las motos eléctricas— pudieran no ser ciento por ciento suyos sino compartidos con su amigo Erick Ruiz, con quien además comparte afinidades por los autos deportivos.
Empresas las suyas que, con excepción del EFE Bar, son totalmente ilegales, y más cuando comparten ganancias con los verdaderos “financistas” en Cancún y en Miami, con quienes conectaron por medio del exempresario cubanoamericano Geoffrey Rodríguez y con el cubano repatriado Santiago Rivero Morales. De eso, al parecer no se entera el jefe del Departamento de Delitos Económicos del MININT, el teniente coronel Yisnel Rivero Crespo, ni siquiera cuando son fuertes los rumores, en el propio círculo de amigos de Sandro Castro, sobre la posible relación familiar de aquel con Rivero Morales, famoso por sus declaraciones a favor de la dictadura a su regreso a Cuba, luego de haber estado involucrado en un tiroteo en Miami.
Después de lo ocurrido con el ingeniero en Transporte Alejandro Gil Fernández, convertido quizás por pura diversión —así como se divierte el Sandro con sus ocurrencias— en ministro de Economía, y demasiado pronto destituido por cuanto delito existe en el Código Penal cuando necesitaron hacer rodar la cabeza de un tonto, cualquier locura o idiotez que provenga de la cúpula castrista, incluida la legalización de la “Vampicash”, es susceptible de ser concretada, a fin de cuentas llevan más de medio siglo gobernando a pura “prueba y error”, aunque sin un solo acierto.
El término “vampicash” escogido por Sandro Castro, conectado con la muerte y el terror, con el modo violento con que el castrismo, bajo el grito de “patria o muerte”, chupa nuestra sangre así como nuestros bolsillos, quizás sea el más idóneo y lúgubre para describir esa pretensión de la dictadura de absorber la totalidad de las remesas porque estima que son de su propiedad, que cualquier vía alternativa para hacerlas llegar a Cuba son actos criminales, y que solo los canales de GAESA, donde los dólares se transforman en puro papel higiénico “virtual” en cuanto entran en ellos, son los adecuados.
Quizás, solo por ser Sandro Castro, tan conectado por la sangre con GAESA, como al patrimonio insular heredado de su abuelo, obtenga como regalo de Navidad la noticia de que su “Vampicash” ha sido legalizada, y que la plataforma terminará supliendo ese mercado cambiario oficial por el cual el Banco Central aún está a la espera de los permisos. Y estos en el castrismo, tal como lo dice el nombre, solo son otorgados por la voluntad o la locura de un Castro.
El Sandro va sobrado de “voluntad”, de locura y, sobre todo, de apellido, y quizás por eso lo mismo grita por el fusilamiento de Gil que, al mismo tiempo, pretende coquetear con José Daniel Ferrer, diciendo que le entregaría una rosa (cuando jamás tuvo el valor de llevársela a la cárcel o de pedir su liberación).
Sandro coquetea todo el tiempo, aunque solo sea para asegurarse de que si la cosa continúa poniéndose fea para el régimen que defiende, entonces poder usar esos inusuales deslices políticos como posibles garantías de supervivencia. Recordemos siempre que es un Castro, y que carga en la sangre la naturaleza calculadora y fría de los vampiros.








