LA HABANA.- Como para hacer creer que está funcionando la campaña contra medios independientes que se dedican a tomarle la temperatura al mercado informal de divisas, el dólar comenzó a bajar un día después de tocar tierra el huracán Melissa. De 490 pesos por unidad cayó hasta 410, repuntó brevemente hasta tocar los 460 pesos y ahora se está desinflando de nuevo, en un declive ridículamente mal orquestado, de diez en diez puntos cada día, sin que hayan cambiado ni un poco las dinámicas del mercado interno, donde la demanda de todo (incluso de dólares) sigue siendo muy superior a la oferta. De hecho, los precios en los comercios no se enteraron del primer bajón, ni se han enterado de este.
Los productos esenciales siguen igual o más caros en las tiendas en dólares y en las mipymes. La gente sabe que el discurso oficial no por agresivo es más eficaz, así que algo hay detrás de este presunto desplome, porque las leyes de la economía no entienden de voluntarismos. La orden de bajar el dólar está dada, y quizás de ese modo se consiga sacar del camino a un buen número de negocios privados, con el beneficio añadido de hacer creer a la población que condenar pública y enérgicamente una página de Internet puede tener un impacto real en el valor de las divisas.
Muy pocos empresarios desconectados de la cúpula pueden manejar el volumen de efectivo que se requiere para adquirir dólares en el mercado negro, así que el acaparamiento apunta al mismo régimen que al igual que utiliza testaferros para manejar empresas y abrir cuentas bancarias en el exterior, también los ha empleado para captar dólares por canales irregulares a precios especulativos, subiendo la parada cada vez más. En esa movida han quedado fuera del juego muchas mipymes que no pudieron asumir el encarecimiento acelerado de la moneda con la que debían pagar sus importaciones.
Ahora la maniobra es a la inversa, pero la nueva campaña contra el mercado negro no hará que las divisas cambien su curso hacia las arcas del estado para arreglar un país que no tiene arreglo. Detrás de la descabellada acusación de “terrorismo económico” contra medios independientes están los mismos que empujaron el dólar hasta rozar los 500 pesos y ahora pretenden hacer que baje para comprar todos los que puedan al precio más barato posible, al tiempo que anuncian un paquetazo económico que constituye una violación masiva de los derechos humanos elementales.
Todo ocurre dentro de la órbita del proceso contra el exministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, en el marco de una crisis humanitaria agravada por el azote del huracán Melissa, y mientras la isla es visitada por Alena Douhan -relatora especial de la ONU– para evaluar el impacto del embargo estadounidense en los derechos humanos.
Un par de semanas después de que la votación en Naciones Unidas contra el embargo no transcurriera con el apabullante respaldo que tuvo en años anteriores, llega una funcionaria de Bielorrusia (país alineado con el régimen cubano) a comprobar los efectos de la política estadounidense, pero no los de la política interna que ahora mismo finge vestirse de cero tolerancia a la corrupción sacrificando a Gil en un proceso sin transparencia, que desprecia el derecho del pueblo cubano a conocer de cuáles delitos fue hallado culpable y quiénes lo secundaron en su mal proceder. Ahora que la preocupación principal son los dólares que se escapan de las redes del estado, el para-estado o supra-estado que desde las sombras ha estimulado y mantenido el alza de las divisas, conduce todas las miradas hacia un defenestrado cuyo nombre, hace poco más de un año, apareció ligado al de Mirtza Ocana, cubana detenida en el aeropuerto de Tampa con 102 mil dólares no declarados, y a quien nunca más se ha vuelto a mencionar.
Aunque Ocana aseguró, según su abogado, que el dinero contrabandeado no tenía nada que ver con Gil u otro alto funcionario cubano, entre los cargos que se le imputan al exministro figura el de Tráfico de Divisas, sin precisar cuánto dinero movió ni de dónde provenía, como tampoco ha salido a la luz el monto total de dólares sacados de Cuba por Mitza Ocana en los 45 viajes que realizó a la isla entre mayo de 2023 y febrero de 2024, con el objetivo de transportar grandes cantidades de dinero en efectivo hacia Estados Unidos, contando para ello con el apoyo de una persona cuya identidad no ha sido revelada, y cobrando por cada traslado entre 1000 y 2500 dólares.
Siendo Cuba un estado que invierte sumas millonarias en vigilancia, control ciudadano y represión, es prácticamente imposible que esa fuga de capitales se haya producido sin la complicidad de alguno o varios altos funcionarios del régimen involucrados en la misma actividad, a través de una red de mulas que, como Mirtza Ocana, llevan tiempo extrayendo de la isla los dólares acopiados de muy diversas formas: desde aquellos cientos de millones en efectivo que hace cuatro años abarrotaban las bóvedas del Banco Nacional y eran inutilizables “por culpa del bloqueo”, hasta los que han captado por la vía informal para ponerlos a salvo en esos destinos donde piensan irse a vivir cuando el barco ya no pueda mantenerse a flote.








