MIAMI, Estados Unidos. – La detención en La Habana de Martiño Ramos Soto, profesor gallego condenado en España a 13 años y medio de cárcel por violar y abusar sexualmente de una alumna menor de edad, ha puesto el foco en la Isla como refugio escogido para intentar eludir la condena.
Las autoridades cubanas comunicaron el arresto a España este lunes, después de que sobre él pesara una orden internacional de detención y de que figurara entre los 10 fugitivos más buscados por la Policía Nacional.
Para la criminóloga y abogada Beatriz de Vicente, que analizó el caso en el programa Más vale tarde de la cadena española laSexta, la elección de Cuba no fue casual: Ramos, afirmó, “como buen depredador sabía a dónde iba”.
Según la sentencia ratificada por el Tribunal Supremo, el fugitivo fue condenado a 13 años y medio de prisión y 21 años de inhabilitación por agresiones sexuales violentas y continuadas contra una alumna a la que empezó a abusar cuando tenía 12 años y siguió hasta los 16. El caso, muy mediático en Galicia, se agravó por el carácter de las prácticas descritas como “sádicas” y por el hecho de que el profesor mantuvo su labor docente durante buena parte del proceso judicial.
Ramos desapareció en julio, poco antes o inmediatamente después de que la condena quedara firme. La investigación de la Sección de Localización de Fugitivos de la Policía Nacional reconstruyó un itinerario que lo llevó primero a Portugal, luego a Brasil y Perú, y finalmente a Cuba, adonde entró con su propio pasaporte y donde se instaló en La Habana.
En la Isla abrió una cuenta de Instagram a nombre de “Martín Soto”, participó en actividades culturales y se presentó públicamente como fotógrafo profesional, una identidad que también había llamado la atención del Observatorio de Libertad Académica (OLA-Cuba) antes de su detención.
De acuerdo con laSexta, el profesor se movía en fiestas y ambientes de ocio “siempre acompañado de chicas muy jóvenes”. Una joven identificada como Paola, que coincidió con él en Cuba, contó que el propio Ramos aseguraba que “estaba explorando su sexualidad” en la Isla y que, cuando lo vieron con “una chica muy jovencita”, se apresuró a justificarse.
Ese patrón, según la criminóloga Beatriz de Vicente, encaja con el perfil de un agresor sexual que busca contextos donde pueda rodearse de adolescentes con una apariencia de normalidad social.
En su análisis, la también abogada sostiene que Ramos presenta lo que en criminología se denomina lolitaismo, una preferencia sexual dirigida específicamente a adolescentes —no a niños pequeños—, y que ese tipo de agresores “organizan su vida entera” para mantener relaciones asimétricas de poder y control con chicas de entre 14 y 16 años.
Desde esa perspectiva, la especialista interpreta la huida como una estrategia planificada para insertarse en un entorno donde el acceso a jóvenes vulnerables fuera más sencillo y la respuesta institucional, menos previsible.
Uno de los factores centrales que sitúan a Cuba en el mapa de destinos para prófugos de la justicia española es la ausencia de un convenio de extradición bilateral vigente. De Vicente recuerda que el fugitivo eligió un país con el que España no mantiene un tratado operativo de extradición, algo que, sin impedir legalmente su entrega, introduce más complejidad política y jurídica en el proceso (la entrega de condenados depende de decisiones caso por caso entre gobiernos).
En declaraciones recogidas por medios españoles, el jefe de la sección de fugitivos de la Policía Nacional, Fernando González, subrayó precisamente este punto: aunque España no cuenta con un acuerdo de extradición bilateral con Cuba, “eso no quiere decir que no sea extraditado”, y destacó que la Audiencia Provincial de Ourense solicitó la extradición el 31 de octubre, lo que activó la orden internacional y la petición expresa a las autoridades cubanas para extremar la vigilancia sobre Ramos.
El otro elemento clave que, según De Vicente, explica la elección de la Isla es el contexto de explotación sexual. La criminóloga afirmó que en Cuba “el turismo sexual, tristemente, es una lacra, donde, de hecho, hay mucha prostitución infantil” y vinculó esta realidad con la búsqueda deliberada de un escenario propicio para los intereses del agresor. A su juicio, Ramos no solo buscó un país sin tratado de extradición efectivo, sino un lugar donde pudiera seguir acercándose a adolescentes en un mercado turístico atravesado por la desigualdad económica y por redes de prostitución.
Esa lectura conecta con las preocupaciones expresadas por OLA-Cuba, que había denunciado la presencia de Ramos en La Habana cuando todavía era un fugitivo de la justicia española. El observatorio advirtió del riesgo que suponía para la infancia cubana que un docente condenado por pederastia pudiera moverse en la capital como fotógrafo y entrar en contacto con jóvenes en situación de vulnerabilidad económica. En su pronunciamiento público, la entidad exigió a las autoridades cubanas la “inmediata deportación” del agresor.
La captura de Ramos en La Habana fue comunicada por las autoridades cubanas a España este lunes. La detención se produjo después de que el Ministerio del Interior lo incluyera en la lista de los 10 delincuentes más buscados y de que la Policía española intensificara la cooperación con la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), de Cuba, y con la Consejería de Interior de la Embajada española en la Isla.
El caso ha reabierto el debate sobre el uso de Cuba como refugio para distintos tipos de prófugos. OLA-Cuba recuerda que durante décadas la Isla ha acogido a miembros de la organización terrorista ETA en virtud de acuerdos políticos entre gobiernos, y alerta de que la ausencia de convenios de extradición actualizados facilita que otros condenados busquen el mismo camino.
La organización subraya que el control migratorio cubano es especialmente estricto y plantea interrogantes sobre cómo un condenado por delitos sexuales contra menores pudo entrar en el país y desarrollar actividad pública sin que se dispararan alarmas institucionales.
Además de su perfil como docente, Ramos fue una figura conocida en la izquierda ourensana: militó en Ourense en Común y llegó a ser dirigente de la coalición En Marea. Ese capital político y su discurso público a favor de los derechos de las mujeres contribuyeron, según testimonios citados por El País, a que inicialmente parte de su entorno cuestionara la denuncia de la víctima.








