SANTIAGO DE CUBA. – A casi un mes del paso del huracán Melissa, estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas denuncian que continúan obligados a asistir a clases y permanecer en las residencias estudiantiles sin que existan condiciones mínimas de higiene. El reinicio del curso ocurre además en medio de un repunte epidemiológico que mantiene en alerta a toda la provincia.
La reincorporación fue apresurada: primero los alumnos de sexto año —convocados apenas días después del ciclón— y luego el resto de los estudiantes, pese a que se mantienen las calles con escombros, el desabastecimiento de agua potable y los cortes de electricidad.
En redes sociales, los estudiantes ya alertaban del descomunal costo de volver a clases en sus condiciones: en una publicación de Facebook (del 10 de noviembre), el comunicador Yosmany Mayeta incluyó las denuncias de un estudiante de Medicina, que describía un panorama de casas sin techo, barrios sin electricidad, falta de agua y escasez de alimentos. Además, el joven cuestionaba cómo podían retomar el curso sin que se hubieran evaluado las pérdidas reales, “como si nada hubiera pasado”.
“El Ministerio de Educación de Santiago de Cuba tiene que tomar medidas, no se puede comenzar; ni los maestros, ni los alumnos están preparados para comenzar las clases, sin agua, sin gas, sin comida, sin electricidad…”, comentó la usuaria identificada como Irela Beltrán Igarza.
A pesar del descontento, el director Provincial de Educación, Raúl Samon Soto, anunció en comparecencia televisiva que, el martes 11 de noviembre, los centros educacionales de Santiago de Cuba recibirían a sus estudiantes, “como parte de un proceso de reanimación paulatina del curso escolar, teniendo en cuenta los daños ocasionados”.

En la práctica, aunque algunas instalaciones retomaron actividades ese día, otras no lo hicieron hasta el 19 o incluso después.
La Facultad No. 2 de la Universidad de Ciencias Médicas, por ejemplo, ha estado operando sin reparaciones esenciales. Las áreas exteriores de la instalación educativa siguen cubiertas de escombros y árboles caídos. El edificio presenta filtraciones y persianas destruidas, entre otros daños. A ello se suma el estado de las residencias, donde los estudiantes se quejan de recibir comida en mal estado y agua turbia.
Dos estudiantes de sexto año que pidieron proteger su identidad por temor a represalias, dijeron a CubaNet que se les exige asistir a clases y demás actividades sin excepción, así como cumplir guardias hospitalarias incluso en condiciones extremas. Según explicaron, esta insistencia no responde únicamente al programa docente: “Buena parte de nosotros es usada como fuerza laboral para suplir tareas que deberían desempeñar profesionales de la salud”, comentó una de las dos estudiantes, residente en el municipio de Palma Soriano.


Durante las guardias —que pueden extenderse 12 o incluso 24 horas— se les asignan funciones ajenas a su formación: “Llenar documentación, realizar mandados, buscar resultados de laboratorio, trasladar indicaciones médicas o cubrir déficit de personal”. También participan en pesquisas sin medios de protección.
A esta carga se suma la irregularidad de los estipendios. El subsidio mensual de 800 pesos ha llegado a retrasarse hasta dos meses, como ocurrió recientemente: los estudiantes cobraron dos mensualidades a la vez, solo después de que se hiciera pública la primera denuncia.
“Nos exigen venir como si todo estuviera normal, pero seguimos sin agua limpia ni comida suficiente. Las guardias son agotadoras y hacemos tareas que no nos corresponden”, dijo otra alumna de sexto año, residente en la ciudad de Santiago de Cuba.

Para estudiantes y familiares, el retorno parece más un cumplimiento formal que una garantía real de condiciones dignas. Muchos jóvenes no han podido reparar sus hogares, recuperar pertenencias ni asegurar servicios básicos estables. Por otro lado, la propagación del chikunguña añade un elemento de urgencia: temen por su salud en ambientes donde no hay fumigación ni medidas de protección vectorial. Más que seguir el curso, ellos piden que se reconozca la crisis humanitaria que aún viven y que se actúe en consecuencia.
Sin embargo, la percepción general es que la prioridad institucional está en continuar el curso a toda costa, más que en garantizar que existan las condiciones mínimas para hacerlo. Para muchos alumnos, este regreso a clases ha significado volver a la misma precariedad de siempre, pero ahora agravada por la crisis sanitaria y el impacto del huracán.








