noviembre 25, 2025

De “financistas” y demás distracciones

Mipymes, Resolución 56
Una mipyme en Cuba (Foto: CubaNet)

LA HABANA.- Tardaron un poquito en reconocerlo, aunque no lo suficiente para al menos disimular las verdaderas intenciones de una cacería que siempre tuvo un único objetivo: los dólares que no pueden atrapar, los que no caen en sus esquemas de “captación de divisas”. Que no quiere decir que sean más de los recolectados por los mecanismos de la “dolarización parcial”, por los impuestos, la intermediación en las importaciones, los corralitos financieros, las offshores y, por supuesto, las ayudas externas, pero son unos cuántos miles de dólares que, aunque no les pertenecen, ellos creen de su propiedad, porque también creen que sus destinatarios lo son.

Bajo la acusación de “tráfico de divisas”, acaban de echarle mano a un “financista”, a las mipymes que lo usaban para saltarse el bloqueo interno, único bloqueo que existe y que no les deja crecer, y de paso a las remesas, que son como un nudo en la garganta de los comunistas, no solo por las cantidades (eso tiene que ver más con su incontrolable ambición) sino por la procedencia (nada más y nada menos que de la odiada “gusanera de Miami”). Y, mucho más importante que eso, por el “peligro” que representan las remesas —por la relativa independencia económica que proporcionan— para una dictadura que usa la pobreza inducida y generalizada como método de sometimiento, incluso con sus propias fuerzas represivas que interpretan como “privilegio” aquellos “estímulos” (casas, autos, hasta la más humilde cafetera) que debieran obtener por medio de sus salarios y no como premio por la “lealtad”.

Dólares que llegan directo a las manos del remesado, sin pasar por los mecanismos de desvalorización y apropiación de GAESA, sin ser transformados en MLC o en pesos cubanos, sin posibilidad de ser rastreados para conocer “en tiempo real” a qué manos llegará ni el uso final que se le dará, es una “intrusión” peligrosa. Sobre todo para un régimen que teme a cualquier atisbo de independencia y de desobediencia.

Igualmente, una mipyme creada con el consentimiento de ellos —eso jamás puede faltar— pero que logre superar su breve tiempo de vida estimado —pues apenas se les da permiso para que existan aunque no para que prosperen, y menos sin un pacto de “lealtadd» — de inmediato pasa a convertirse en una amenaza potencialmente enemiga (más si pretende articularse con otras y crear grupos de fuerza). Y si no quiebra por los obstáculos que se le imponen (impuestos, auditorías, multas y hasta estrictas cuotas de consumo eléctrico) entonces se les fabrica un caso como este de ahora, y hasta se le pudiera inventar otro más truculento como el de Alejandro Gil.

La prueba más concluyente de que se trata de otra fase de una misma ofensiva contra las mipymes (solo contra las que le hacen sombra), que esta vez llega unida a los intentos desesperados por recuperar el control de remesas, remesadores y remesados. Es que, al mismo tiempo que el Ministerio del Interior investiga y expone al “financista” de Miami, al parecer se olvida de que en la misma ciudad, y desde hace décadas, operan empresas con esquemas similares, incluso con mecanismos más turbios, tanto así que, por los servicios que ofrecen —algunos de ellos evidentemente articulados con Palco S.A., con ETECSA y una red más extensa de empresas del castrismo—, es fácil sospechar de que se trataría de offshores y de testaferros.

Eso pudiera llevar a concluir que el “delito” no está en lo que hacen estos “financistas” sino en con quiénes lo hacen, y en si media o no un pacto, legal o de palabras, entre estos “traficantes de divisas” y la dictadura.

Todas las mipymes, para existir, para sobrevivir, están obligadas a “traficar” y conseguir dólares. Todas las empresas de envíos, remesas y recargas telefónicas establecidas en los Estados Unidos, cuyos negocios están necesariamente conectados con el régimen cubano como intermediario, necesitan de crear un mecanismo “ilegal” que opere en el mercado informal de divisas como única forma de sobrevivir a los corralitos financieros, a la ausencia de un mercado cambiario oficial y realista, o simplemente al caos de la economía cubana. A no ser que para estas empresas que pactan con el castrismo exista un “tratamiento especial”, así como severos ajustes de cuentas para las que no lo hagan.

Desde el extraño caso de Alejandro Gil —sobre el que pesan demasiadas acusaciones como para descubrir de que en realidad se trata de una distracción, más que de un ajuste de cuentas—  pasando por la ofensiva contra los medios que monitorean el mercado informal de divisas —sin dudas otra distracción— y por el corralito financiero, hasta llegar a los sablazos contra las mipymes de Camagüey vinculadas al “financista”, se ha ido perfilando el único objetivo de una misma ofensiva: dólares y remesas.

Las verdaderas intenciones del castrismo han quedado expuestas, y lo han hecho tan chapuceramente que es imposible no darse cuenta de lo desesperados que están por echar mano incluso al quilo prieto que caiga de las manos de un mendigo.

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Efraín González

Bajo este seudónimo firma sus artículos un colaborador de Cubanet, residente en la isla por temor a represalias del régimen.