En las primeras horas de su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump volvió a incluir a Cuba en la «Lista de los Estados Patrocinadores del Terrorismo» (SSOT, por sus siglas en inglés). Ha anulado así una decisión que su antecesor demócrata, Joe Biden, tomó apenas hace seis días y que, como era de esperar, suscitó de inmediato duras críticas por parte del nuevo secretario de Estado, Marco Rubio (de origen cubano), quien prometió que la isla volvería a ese estatus tan pronto como la nueva administración se instalara en el poder.
La medida forma parte de una larga serie de órdenes ejecutivas firmadas por Trump luego de la inauguración de su mandato a puertas cerradas —debido a la inclemencia del invierno— en el Capitolio. Rodeado de asesores y funcionarios del nuevo gobierno, el mandatario revocó casi 80 «órdenes y acciones perjudiciales» de la administración saliente.
Según la web oficial de la Casa Blanca, esas primeras decisiones —incluido el indulto a cerca de mil 500 seguidores suyos condenados por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 y la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático— buscan poner en marcha las políticas que harán que Estados Unidos vuelva a ser una nación «unida, justa, segura y próspera». El comunicado subraya que el plan «consiste en restablecer el sentido común en el gobierno federal y liberar el potencial del ciudadano estadounidense».
Minutos después de conocerse la reversión del inesperado paso dado hace una semana por Biden, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, dijo en X que este desenlace «no sorprende», y que resulta «un acto de arrogancia y desprecio por la verdad».
Añadió en la retórica habitual del gobierno de La Habana que el objetivo de Trump es «seguir fortaleciendo la cruel guerra económica contra Cuba con fines de dominación» y recalcó que «este acto de burla y abuso confirma el descrédito de los listados y mecanismos unilaterales de coerción del gobierno de [Estados Unidos]».
Por su parte, el canciller de la isla, Bruno Rodríguez, fue solo un tanto más elocuente en su tuit: “Ebrio de arrogancia, el Pdte #Trump decide sin razones que #Cuba patrocina el terrorismo. Sabe que MIENTE”. Y, a continuación, resumió a su manera las promesas del gobernante norteamericano y su primer día de vuelta en el Despacho Oval: “Decisiones de #Trump sobre #Cuba se suman a nuevas medidas medievales y de retroceso civilizatorio: apoyar el genocidio palestino, abandonar el acuerdo de cambio climático, la OMS, cacería de emigrantes, conquistar territorios y cambiar el mapa del hemisferio a su antojo”.
Este giro de la administración entrante tiene lugar sin que concluya la excarcelación de 533 reos anunciada el mismo día del acercamiento de Biden por parte del gobierno cubano. La organización independiente Cubalex había confirmado hasta de este martes 21 de enero la salida de 169 prisioneros políticos (que se suman a un número indeterminado de reclusos comunes), muchos de los cuales fueron a parar tras las rejas con penas desproporcionadas a raíz del estallido social del 11 de julio de 2021.
De cualquier modo, el régimen isleño se apresuró a desvincular las excarcelaciones del paso dado por el presidente demócrata, y las vinculó a un diálogo bilateral con el Vaticano y al Jubileo Ordinario de 2025. El propio Díaz-Canel enfatizó en X que se trató de una decisión «unilateral y soberana», por lo que ahora se espera que los últimos acontecimientos no descarrilen el proceso.
La inclusión de Cuba en la SSOT implica un conjunto de sanciones que van desde limitar la inserción del país en la economía global hasta prohibir que se le venda armas, además de que se restringen las ayudas desde el exterior, se obstaculizan requisitos migratorios, mientras que terceros países pueden también resultar penalizados por su relación con la isla.
Parece evidente que Trump piensa retomar las cosas donde las dejó en enero de 2021 con respecto a la isla caribeña —ahora con Rubio, fervoroso enemigo del poder cubano, al frente de la política exterior estadounidense— y llevar adelante una política de mano dura que asfixie la economía y mine la gobernabilidad del régimen cubano. En tanto, la élite cubana tendrá por delante cuatro años más para echar la culpa de todo lo que está mal en el país al embargo y a «las sanciones de Trump».
Cuba apareció por primera vez en la notoria lista en 1982, durante la administración de Reagan. Ahí se mantuvo por más de 30 años hasta que, en 2015, el presidente Barack Obama decidió excluirla del grupo de países patrocinadores del terrorismo como parte del «deshielo bilateral» iniciado a fines de 2014.
El 12 de enero de 2021, ocho días antes de concluir su primer mandato, Donald Trump reintegró la isla a la SSOT, junto a Corea del Norte, Irán, Siria. Allí se mantuvo hasta el martes 14 de enero de este 2025, ya en el ocaso del cuatrienio de Joe Biden.
«Este cambio en la política de Estados Unidos hacia Cuba probablemente se revertirá una vez se instale la segunda administración Trump en la Casa Blanca», había advertido la semana pasada, en diálogo con El Estornudo, Jorge Duany, exdirector del Instituto de Investigaciones Cubanas y catedrático de Antropología en la Universidad Internacional de la Florida, en Miami. «La influencia de Marco Rubio y otros políticos cubanoamericanos en la nueva Presidencia de Trump seguramente llevará a restablecer la medida anterior, tomada por Trump en enero de 2021, días antes de salir del poder».
Cumplido ese vaticinio, el inmediato retorno de Cuba a la SSOT echa por tierra la posibilidad de beneficios no solo para el gobierno, sino también para algunos sectores de la ciudadanía en la isla; por ejemplo, el acceso al Sistema Electrónico de Autorización de Viaje (ESTA, por sus siglas en inglés) para cubanos con ciudadanía de países de la Unión Europea, sobre todo; así como ciertos viajes e intercambios académicos entre ambos países, la entrega de asistencia humanitaria y las donaciones de fondos por parte de grupos de la sociedad civil estadounidenses, etc.
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Otra acción ejecutiva emprendida este lunes por Trump —que perjudica a innumerables migrantes irregulares actualmente emplazados en México, incluidos no pocos cubanos— fue la cancelación de las operaciones de CBP One, una aplicación mediante la cual se podía solicitar asilo en Estados Unidos desde enero de 2023.
La app dejó de funcionar este 20 de enero; de manera que miles de solicitantes han quedado sin opción de pedir asilo e ingresar por uno de los ocho puertos de entrada habilitados en la frontera entre México y Estados Unidos. Según medios locales e internacionales, el desafío para las autoridades mexicanas será, previsiblemente, aún mayor a partir de ahora, puesto que además Trump pretende implementar de nuevo su política «Remain in Mexico» («Permanecer en México»; ordenada por primera vez en 2018). Por su parte, algunos migrantes —según el país de origen— todavía pudieran solicitar un parole humanitario para casos justificados y urgentes.
