diciembre 3, 2025

Seis décadas de exilio forzoso de artistas cubanos

La lista de artistas cubanos obligados a la migración forzosa, o sometidos al ostracismo hasta el día de hoy resultaría interminable.
Celia Cruz
Celia Cruz (Foto tomada de "Celia Cruz - Queen of Salsa")

LA HABANA.- La revolución  de Fidel Castro, que pareció el fin de una dictadura, muy pronto se convirtió en el inicio de otra con un perfil marcadamente totalitario. La nacionalización de empresas extranjeras y pequeños negocios privados, así como el desmantelamiento y control de  instituciones culturales, medios de información, centros recreativos, sociedades religiosas y gremiales, provocaron el éxodo de un sin número de inmigrantes forzados, entre ellos muchos artistas.

Los propietarios y trabajadores que se opusieron a la intervención estatal  o el cierre de sus espacios de trabajo, se vieron obligados a emigrar ante la imposibilidad de conseguir empleos afines a su vocación o perfil profesional, bajo el asedio y control de las nuevas autoridades.

Hubo que adecuarse al  “ordeno, mando y obedece”. Los abusos de poder, el chantaje, los caprichos y los actos de prepotencia afloraron en todos los sectores laborales del país, para condicionar la permanencia o acceso a un empleo a la obediencia incondicional al régimen, convertido en una especie de maquiladora donde el único patrón era el Estado.

En ese sentido, el sector de la cultura ha sido el más afectado. Y también el de los casos  más conocidos, por estar integrado por personas de mayor visibilidad debido a su presencia en la radio y la TV  a través de  la música, el teatro y la danza.

Cerrados o bajo control total del régimen todos los espacios recreativos o culturales donde habitualmente se presentaban antes de 1959, miles de artistas y trabajadores del arte y la cultura fueron obligados a realizar “trabajo voluntario” y presentaciones en campamentos cañeros, granjas, unidades militares,  centros penitenciarios y otros sitios para avalar su carácter humilde y su lealtad incondicional al Estado.

Los artistas que se negaron a participar en estas humillantes cruzadas proletarias vieron como terminaban sus contratos de trabajo, desaparecían sus rostros de la televisión, su voz de los programas radiales y la prensa  dejaba de mencionarlos. Ante la envergadura del ostracismo  al que fueron sometidos, no les quedó otra alternativa que partir al exilio.

Si en los primeros años del régimen comunista, una cantante tan reconocida como Celia Cruz, la Guarachera de Cuba, fue forzada al exilio por negarse a cantar para Fidel Castro en un espacio privado, en las décadas siguientes  se incrementaron estos conflictos y, en consecuencia, la imposición, por causas extra-laborales, de medidas violatorias del derecho al trabajo.

En esos fatídicos años 60 y 70, el  totalitarismo castrista coartó, con todos los medios punitivos a su alcance -incluidos el encarcelamiento y el exilio forzoso-, la libertad de asociación, expresión y creación de los artistas, escritores e intelectuales cubanos, que fueron represaliados no solo por negarse a replicar el discurso oficial, sino también por su orientación sexual o sus creencias religiosas.

El cierre del suplemento cultural “Lunes de Revolución”, la Editorial El Puente, el Guiñol Nacional, así como la confiscación del documental P.M, el Caso Padilla y la Parametración, ensombrecieron la cultura cubana y  dejaron sin empleo a cientos de artistas y escritores  por motivos racistas, homofóbicos e ideológicos.

Reconocidos creadores como el escritor Guillermo Cabrera Infante,  los cineastas Orlando Jiménez Leal, Sabá Cabrera Infante y Nicolás Guillén Landrián; los poetas José Mario  Rodríguez,  Ana María Simo, Heberto Padilla y Belkis Cuza Malé, y los hermanos Camejo (del Guiñol Nacional), entre otros, fueron censurados, prohibidos de por vida o enviados a prisiones, manicomios o al exilio.

La lista de artistas cubanos obligados a la migración forzosa, o sometidos al ostracismo hasta el día de hoy resultaría interminable si fueran incluidos en ella técnicos, asistentes, guionistas y otros trabajadores del sector que han corrido igual suerte y por similares razones que los arriba mencionados.

 A más de seis décadas de los primeros hechos que obligaron a miles de artistas y creadores cubanos al exilio por negárseles el derecho a trabajar, la situación no cesa, sino que empeora, como está ocurriendo en los casos del actor Ulises Toirac y el escritor Jorge Fernández Era, por sólo mencionar los casos más conocidos.

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Víctor Manuel Domínguez

Periodista independiente. Reside en Centro Habana. [email protected]