LA HABANA, Cuba – “Está consciente, pero muy débil, es notable su color pálido y la pérdida de peso, sus ojeras y sus ojos profundos”, así describió Mailín Rodríguez Sánchez a su esposo, el prisionero político Yosvany Rosell García Caso, quien cumple este domingo 39 días en huelga de hambre.
Rodríguez Sánchez pudo verlo este sábado en la sala de terapia intermedia del Hospital Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez Landín, en Holguín, centro al que fuera trasladado el 19 de noviembre desde la prisión Cubasí.
En declaraciones a CubaNet, la esposa del joven de 37 años explicó que este sigue siendo reportado en “estado crítico sin pronóstico” por los médicos. Además, no se deja tocar, solo permitió que le tomaran la presión y la tenía muy baja, “algo muy peligroso en su estado”, ingiere poca agua y ya presenta fallo renal.
Asimismo, comentó que permanece custodiado todo el tiempo por oficiales de la Seguridad del Estado y esposado a la cama. “Una esposa con una cadena de uno de sus pies”.
“Dios mío, qué horror, he venido a casa impactada solo pensando que, además de estar sufriendo por esa huelga, tenga que estar amarrado también”, expresó.
“Yo hago responsable al gobierno cubano por la vida de mi esposo porque gracias a ellos hoy se encuentra preso injustamente y en peligro de vida, alejado de su familia, de sus tres hijos por más de cuatro años, solo por querer un mejor futuro para ellos. Él no cometió ningún delito porque manifestarse pacíficamente es un derecho constitucional”, afirmó.
García Caso inició la huelga tras más de cuatro años encarcelado por participar en las manifestaciones del 11 de julio de 2021 (11J) en Holguín, por las que fue condenado a 15 años de prisión. Su sentencia estuvo entre las más elevadas de los más de 1.000 procesados por el 11J en el país. Con la actual huelga de hambre exige su libertad o, según refiere la esposa, que sea trasladado a una celda de aislamiento.
Ni Mailín Rodríguez ni su hija han logrado convencerlo de abandonar la huelga de hambre. “Él está firme en su decisión”, refiere la esposa y madre de sus tres hijos menores de edad. “Me dijo que nos quiere mucho, pero que no aguanta más. Le dije que había mucha gente preocupada por él y me pidió que les transmitiera que lo apoyaran en su libertad, no en abandonar la huelga. Me dijo: ‘Yo estoy firme, diles que luchen por mi libertad’”, relató.
“Su vida se encuentra en cuenta regresiva”, añade la esposa desconsolada.








