diciembre 24, 2025

“El virus te deja inválido, no puedes dar ni un paso”

Testimonios de pacientes, datos oficiales y denuncias ciudadanas evidencian la magnitud del brote de chikungunya y dengue en Holguín.
Holguín, virus
Acumulación de basura en La Habana. (Foto del autor)

MIAMI, Estados Unidos.- “¿Quién va a trabajar así con ese dolor en los huesos? Las manos se me pusieron rígidas y no podía ni sostener la cuchara de la comida”, dice la holguinera Odalis Almaguer, quien estuvo enferma con el virus del chikungunya, que significa “el que se encorva”.

María Elena Méndez, vecina del reparto Lenin, describe la progresión de un cuadro clínico que afecta la cotidianidad. “El virus te deja ‘moli’o’. Te da fiebre, falta de apetito, insomnio. El engarrotamiento de las manos fue lo último, y ni hablar de los pies, eso fue peor que las manos”.

Las autoridades sanitarias locales han corroborado la extensión territorial del problema, admitiendo la presencia simultánea de múltiples serotipos y virus de dengue y chikungunya. La doctora Yanet Rodríguez Hidalgo, directora de Higiene y Epidemiología del municipio, confirmó a un informativo de la emisora provincial Radio Angulo que la dispersión del vector ha eliminado cualquier zona de seguridad en el territorio, exponiendo a la totalidad de la población a un riesgo constante.

“El municipio de Holguín presenta una situación epidemiológica bien compleja en cuanto a las arbovirosis. Está circulando dengue serotipo 4 y la fiebre chikungunya. Hoy no podemos decir que el riesgo a enfermar es mayor en un reparto que en otro, o en un área de salud específica, porque existe una gran dispersión del vector por todo nuestro municipio. Esto significa que el riesgo a enfermar está presente en toda la población, porque todos somos susceptibles. A pesar de que esta arbovirosis, que es la que está circulando con mayor frecuencia, no es nueva en nuestro país, pero sí lo es en nuestro territorio holguinero. Por lo tanto, todos tenemos riesgo a enfermar de esta enfermedad”.

La persistencia de los síntomas genera una sensación de incertidumbre en los pacientes, quienes experimentan recaídas cuando creen haber superado la fase aguda. Yamilé Téllez, del reparto Vista Alegre, habla del ciclo del padecimiento y la lentitud del proceso de recuperación completa.

“Esto es traicionero, vuelve para atrás. Dicen que es el mismo proceso, pero se demora un mucho en curar”.

Por su parte, Roberto Zaldívar, otro holguinero, define el grado de incapacidad motora que provoca la enfermedad, e impide cualquier desplazamiento autónomo dentro del hogar: “El chikungunya te postra, te deja inválido, no puedes dar ni un paso”.

La severidad alcanza niveles extremos en casos donde la combinación de fiebre alta y dolores articulares requiere ayuda para las necesidades más básicas. Jorge Torres, del reparto Hilda Torres, cuenta su experiencia de cuatro días de fiebre intensa y lesiones en las mucosas que saca a relucir la virulencia del brote actual.

“A mí las manos se me pusieron tiesas. Y yo no podía levantar nada. Un dolor de esos que te coge desde la cabeza hasta los pies. Más los problemas de salud que yo tengo, todo eso se junta y fiebre de 40. Me pasé cuatro días con fiebre de 40. La boca se me reventó, llena de ampollas, y la lengua igual. No podía ni comer y no podía pararme. Tenían que ayudarme a parar y llevarme al baño Al segundo día sí intenté pararme y lo logré. Pero la fiebre siguió, me duró como cuatro días, y los dolores aquellos intensos dondequiera: en la cervical, en la cabeza, dondequiera”.

La falta de confirmación serológica específica ha establecido una terminología imprecisa en las calles, donde los holguineros agrupan todas las dolencias bajo la etiqueta genérica de “el virus”.

“La gente lo que dice es: ‘¿tienes el virus?’. No dicen si es zika, oropouche, chikungunya o dengue. No se sabe qué es”, dice Alejandro Zaldivar.

Según Sonia Resik Aguirre, jefa del departamento de Virología del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), “Cuba nunca había tenido una epidemia de chikungunya (solo un pequeño brote local en 2015). Por tanto, no existía inmunidad previa en la población. A diferencia del dengue, que circula endémicamente, aquí el virus encontró un campo fértil de personas susceptibles”.

La experta precisa que la disminución de la epidemia dependerá de un control efectivo del mosquito y del incremento de la inmunidad en la población en la medida en que más personas se recuperan.

Oficialmente se ha reconocido la dificultad para establecer diagosticos claros debido a la novedad del escenario epidemiológico.

María Eugenia Toledo Romaní, investigadora del IPK, ha señalado las limitaciones actuales para hacer una predicción de la evolución del brote. “No es posible actualmente hacer un pronóstico de largo plazo sobre el comportamiento del chikungunya en Cuba”, que “puede realmente llevar a la muerte”.

Por su parte la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña García, confirmó el viernes 12 de diciembre tres nuevas muertes asociadas a la actual epidemia de arbovirosis, con lo que el número de fallecidos se elevó a 47 en todo el país. Según la funcionaria, “la mayoría [de los 47 muertos] son menores de 18 años”.

Peña García informó también que en la jornada previa se registraron 3.275 casos de síndrome febril inespecífico, el primer síntoma común de ambas arbovirosis. En ese mismo periodo, se confirmaron 1.417 casos de chikungunya, lo que elevó el acumulado de contagios por esta enfermedad a 44.604, de acuerdo con los datos oficiales divulgados por el Ministerio de Salud Publica (MINSAP).

En contraste con el nivel de detalle sobre la chikungunya, la entidad no ofrece en sus partes diarios las cifras exactas de casos de dengue. Sin embargo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que utiliza estadísticas oficiales proporcionadas por el propio Gobierno cubano, indica que desde principios de año y hasta finales de noviembre se habían registrado 25.995 contagios de dengue en la Isla.

A nivel provincial se admite que los datos oficiales no reflejan la totalidad de los contagios reales que ocurren en la comunidad. La doctora Geanela Cruz Ávila, directora del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Holguín, confirmó la existencia de un número indeterminado de pacientes que no entran en las estadísticas formales. “Existe un subregistro de casos febriles inespecíficos y de personas en recuperación”, dijo.

La estrategia de control vectorial mediante fumigación enfrenta la crítica de los holguineros que la califica de inefectiva o mal ejecutada. Caridad Rodríguez, vecina del reparto Alex Urquiola, observa la reaparición inmediata de los zancudos tras las intervenciones sanitarias y pone en duda la calidad del procedimiento: “Fumigaron en mi casa y por la calle, pero ya ayer por la noche sentimos los mosquitos otra vez. Eso de fumigar es por gusto. He visto casas donde han fumigado así y a los pocos días se enfermaron todos”.

Foto del Autor.

La sospecha sobre la composición química de los productos utilizados es una constante en las denuncias de los holguineros. Rosa Ferrales compara la calidad de las fumigaciones de años atrás con la ineficacia de las actuales, sugiriendo anomalías en la mezcla de los componentes.

“Eso que echan es agua con petróleo quemao. Antes tú sentías el olor a veneno fuerte y caían las cucarachas patas arriba al momento. Ahora no, ahora echan esa humareda que te ahoga a ti, te deja tosiendo, pero el mosquito se queda. Yo creo que lo están ligando pa’ robárselo o qué sé yo, pero la verdad es que eso no mata ni a una mosca. Es puro paripé”.

El déficit de operarios para fumigar es una constante debido a los bajos salarios y a las malas condiciones laborales. Eduardo Benítez, vecino del reparto Harlem, revela que la disponibilidad de bazucas supera a la cantidad de personas disponibles para manejarlas: “La fumigación la están haciendo mal. El jefe de la brigada nos dijo que tiene 10 bazucas de fumigación, pero no tiene fumigadores. Nadie quiere hacer ese trabajo porque es mucho esfuerzo y pagan muy poco”.

También se critica la falta de higiene en la calle y la revisión domiciliaria por la superficialidad de las inspecciones. Isabel Méndez, del reparto Iberoamericano, describe una rutina burocrática donde el llenado de formularios prima sobre la verificación real de los focos de infección.

“Se ve basura acumulada en las calles, salideros de agua que son criaderos de mosquitos. Los de la campaña (antivectorial) visitan las casas, firman el papel y ni miran pal’ patio. ‘¿Tienes abate?’, te preguntan desde la puerta sin ganas. Y mientras tanto, los mosquitos no se acaban”.

Ante la evidencia del descontrol, las autoridades sanitarias provinciales han aceptado la responsabilidad por las fallas en los protocolos de contención. Geanela Cruz Ávila, directora del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Holguín, reconoció públicamente que la estrategia preventiva no funcionó como se esperaba y que la presencia del mosquito garantiza la transmisión continua: “Falló la prevención en sentido general, falló la prevención de la focalidad, porque en las enfermedades de transmisión vectorial hay que trabajar contra el vector. Si no hay foco de mosquito, no hay transmisión”.

La crisis epidemiológica se agrava cuando interactúa con cuadros clínicos preexistentes en una población envejecida y con múltiples patologías de base. Rolando Pino, del reparto Peralta, refiere sobre el temor justificado por complicaciones que el virus puede causar en personas con problemas en el sistema circulatorio o antecedentes oncológicos.

“Mi esposa padece de problemas de circulación, tiene las piernas siempre hinchadas y es hipertensa con tratamiento. Si lo coge, y con un problema del corazón que tiene, imagínate. Yo estoy operado de un cáncer de próstata que me ha provocado problemas en la vejiga y estoy padeciendo de la columna. Esa enfermedad, al que tiene un problema de salud de base, es al que más daño le hace”, explica.

Los especialistas advierten sobre la duración extendida del chikungunya y sus riesgos letales en pacientes geriátricos. El infectólogo Daniel González Rubio ha resaltado que el proceso de recuperación no es breve y podría ocasionar inmovilidad prolongada: “No es una enfermedad de una semana, sino un proceso que puede hacerse crónico y causar incapacidad”.

La coincidencia de la epidemia con la crisis energética, la inflación y la subida de los precios de los alimentos afecta a las familias cubanas. “Junto con el virus, dice la holguinera Yolanda Romero,  tambien sufrimos apagones y los precios altos de la comida. Las tres cosas se han unido para empeorar la vida de los cubanos”.

El déficit de medicamentos obliga a los holguineros a recurrir a la medicina tradicional. “No hay ni una dipirona en la farmacia. Para aliviar el dolor uno tiene que inventar con remedios caseros, cocimiento de esto y de lo otro”, dice Yanelis Torres, del reparto Edesio Pérez.

Informes independientes, como los del Food Monitor Program, detallan cómo la falta de electricidad y agua potable exacerba las condiciones de vida de los sectores más vulnerables.

Los servicios públicos y privados están afectados por la alta incidencia de la enfermedad en los trabajadores. “El virus», dice Lázaro Esquivel, «se ha generalizado. Hay lugares que no prestan servicio porque hay trabajadores con el virus”.

Los niños también sufren consecuencias graves. La doctora Yamirka Montesinos, jefa de terapia intensiva pediátrica, ha detallado las complicaciones que presentan los lactantes, incluyendo problemas digestivos y neurológicos: “lesiones en la piel que evolucionan a ampollas, fallas intestinales agudas y complicaciones neurológicas”.

Desde el Ministerio de Salud Pública se intenta canalizar el descontento a través de la denuncia a lo mal hecho, reconociendo la existencia de irregularidades en el manejo de la crisis. La viceministra de Salud Pública, Carilda Peña García, ha instado a la población a reportar las fallas en la atención médica y sanitaria: “Los teléfonos de nuestro Ministerio de Salud Pública están abiertos a la población para denunciar cualquier dificultad. Estamos en el deber de dar respuestas ante una situación incorrecta”.

A pesar de los llamados a la disciplina, los propios vecinos señalan la falta de constancia en la vigilancia epidemiológica como un factor clave en la persistencia de los brotes. Idania Mesa, del Centro Ciudad, denuncia los largos periodos sin inspecciones reales dentro de las viviendas, lo que permite la proliferación de criaderos inadvertidos.

“Yo no sé cuanto tiempo hace que a mi casa no ha ido un inspector que haya querido subir a ver el tanque. Llegaban a la casa: ‘dame el papelito’, ¿qué es lo que tienen?, ‘tengo un tanque arriba, tengo esto’, lo anotaban y se iban. Yo le dije: ‘mijo, pero tú no revisas eso’. Yo sé que mi tanque del agua yo lo tengo hermético, pero un vecino puede tenerlo abierto y puede tener un criadero de mosquitos”.

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