N. guarda distancia de la política por temor a las consecuencias de hablar y obrar con libertad en Cuba. Crecer en los años setenta, con la institucionalización de la dictadura del castrismo, y luego pasar más de 30 años en matrimonio con un ferviente comunista, también la alejaron de la misa católica los domingos, pero su fe religiosa creció en la misma medida en que se profundizaba la crisis en la isla y su familia se dividía por países e ideologías.
N. tiene estampitas de la Virgen de la Caridad y de San Judas Tadeo y les reza. Quizá la jubilada no fue considerada en el cálculo del 60 por ciento de cubanos que se cree practican el catolicismo, pero el lunes 21 de abril de 2025 la noticia de la muerte del papa Francisco la afligió.
«Fue un defensor de la paz y habló mucho sobre las familias, de cómo debían estar juntos, cómo se debía criar a los hijos con amor, respeto… A mí me gustaba escucharlo hablar», expresa, en su diminuta vivienda de La Habana.
Del otro lado del estrecho de la Florida, en Tampa, Domingo Noriega dice que «este papa representa mucho para nosotros, como cubanos, como latinoamericanos. Ha sido siempre un hombre de nuestros tiempos». Aunque vive en Estados Unidos desde 1981, Noriega ha regresado para «estar en todas las visitas de los papas a Cuba y me he sentido siempre como si nunca me hubiera ido, en comunión con mi pueblo», cuenta a El Estornudo.

No todos sus compatriotas coinciden con estas opiniones sobre Jorge Mario Bergoglio, el cura argentino que fue, en algunos aspectos, un Sumo Pontífice disruptivo desde su nombramiento en marzo de 2013 hasta que falleció esta semana, a los 88 años.
«Peronista», «comunista», «amigo de dictadores» e «impostor», son algunos de los calificativos leídos y escuchados en referencia al papa desde el anuncio de su muerte. Sus encuentros con Fidel y Raúl Castro, así como con Miguel Díaz-Canel —el funcionario escogido por la curia «revolucionaria» para encabezar su régimen político—, ha dividido otra vez la opinión pública dondequiera que haya más de un cubano.

El papa del «deshielo»
Francisco, primer jesuita y latinoamericano como jefe de Estado del Vaticano, visitó Cuba en dos ocasiones durante su pontificado. Tras ocupar el trono de San Pedro, contribuyó al «deshielo» de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, un puñado de años (2014-2015) en que el gobierno gringo, con Barack Obama a la cabeza, apostó todo al soft power para provocar en la casta militar cubana un movimiento hacia el pluralismo político que no deseaban antes ni ahora.
Raúl Castro llegó a decir en 2015 durante la primera visita de Bergoglio a Cuba: «si el papa continúa hablando así, volveré a rezar y regresaré a la Iglesia».
Un cura jesuita cubano, que solicitó el anonimato para opinar sobre política en este contexto de luto por el papa, dijo a El Estornudo que Francisco «hizo todo lo que estaba en sus manos para el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos», una visión que él comparte.
«La política de Obama era acertada, al punto de que Fidel escribió un artículo publicado en muchos medios que se llamaba “El hermano Obama”. Era un hombre que se manifestaba con una libertad tremenda y con desenfado. La política vaticana ha procurado siempre suavizar, en la medida de lo posible, la relación entre Estados Unidos y Cuba, porque, a fin de cuentas, los mandantes viven muy bien, pero el pueblo sufre espantosamente».

Pero, como ya hemos reseñado, «la oposición a aquel proceso diplomático (…) y la fobia instintiva a los posteriores acercamientos entre el Vaticano y el régimen de La Habana, están en la base de los agrios cuestionamientos, cuando no las invectivas, contra Francisco desde una parte del exilio cubano».
El papado de Francisco coincidió con un acelerado declive de la economía cubana y las mayores protestas antigubernamentales en la historia del castrismo, ocurridas en julio de 2021, conocidas como «el 11J». En tiempos de crisis social y política, muchos cubanos esperaban un posicionamiento más explícito de la jerarquía católica.
Félix Llerena, activista exiliado, calificó al sumo pontífice como un «hombre de luces y sombras». Su declaración en redes sociales pone de relieve el contraste entre la posición aparentemente «progresista» del papa en algunos aspectos, y su relación con el castrismo.
«Como cubano, guardo en mi memoria su visita a nuestra tierra, su mensaje de amor sin exclusiones, su mirada compasiva hacia los homosexuales. Pero no olvido su silencio ante la represión que sufre mi pueblo», expresó Llerena.
Diasniurka Salcedo, activista que ha coordinado ayudas para necesitados de la isla, expresó en Facebook para el papa Francisco: «Dios lo perdone». Al preguntarle su opinión sobre el legado del líder religioso en relación con Cuba, la activista exiliada dijo a El Estornudo que «su posición fue muy alejada de lo que debió. Pienso que pudo hacer mucho y no hizo nada».
Por otra parte, Jorge Enrique Rodríguez Camejo, poeta y periodista independiente, señaló que Bergoglio «se negó a llamar dictadura al régimen cubano», fue «amiguísimo de Raúl Castro» y «ofreció su mejor sonrisa al actual dictador de Cuba [Díaz-Canel].
»Se dirá que su papel es solo en los adentros de la iglesia y sus feligreses, y no en los dominios de la política. Pues perfecto: no te involucres en política, no metas la mano en un estanque que no te pertenece», agregó Rodríguez Camejo.
Leonardo Fernández Otaño, académico exiliado y defensor de derechos humanos, sostiene que la «postura de acercamiento no es solo de este papado. Ocurrió un tiempo con Juan Pablo II, tuvo mucha intensidad durante el papa de Benedicto XVI y con Francisco también».
El historiador, que le habló a Francisco en representación de la juventud católica cubana durante su visita de 2015, opina que la negociación del Vaticano «ha sido una postura de acompañamiento no comprendida del todo por muchos; a mí en varios momentos me ha costado, pero también soy consciente de que en un proceso de negociación las partes tienen que ceder y creo que la finalidad última del papa, su gran anhelo, siempre fue lograr la liberación de los presos del 11 de julio, algo que consiguió en parte».
¿Complicidad o «discreción» diplomática?
A propósito de la muerte del papa, el opositor Efrén Pulgarón recordó cuando, el 24 de octubre del 2021, el personal de seguridad impidió que cientos de cubanos anticastristas se manifestasen en la Plaza de San Pedro, incidente del que responsabiliza al «papa socialista Francisco».
Pulgarón expresó este lunes en un post de Facebook, compartido más de 500 veces, que «en los archivos vaticanos quedará el 24 de octubre del 2021 como la única vez que la Santa Sede vetó, censuró y expulsó a un grupo de personas de su sagrado lugar, un oprobio, un acto de agravio contra los cubanos y nuestra causa».
Según reportes de prensa de aquel momento, solo medio centenar de cubanos fue autorizado a ingresar «sin consignas ni carteles, sin banderas», a la misa del Ángelus.
La Oficina de Prensa del Vaticano dijo a Martí Noticias que era «una manifestación política durante un evento espiritual y religioso», y que a los cubanos «se les ofreció entrar a la plaza como individuos, no como manifestantes, pero se negaron y continuaron su manifestación en Via della Conciliazione…»
Sin embargo, a propósito del deceso de Francisco también se ha señalado la intermediación del sumo pontífice a favor de la liberación de personas presas por el levantamiento popular del 11J. En una declaración, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), con sede en Madrid, le agradeció «por haber escuchado nuestro clamor por los presos políticos cubanos».
Las gestiones contribuyeron con el excarcelamiento de cerca de 200 personas involucradas en las protestas, como parte de las 553 «liberaciones» de presos anunciadas por el régimen en enero de 2025, tras la decisión de la administración Biden de retirar al régimen de La Habana de la «lista de Estados patrocinadores del terrorismo».
En el contexto del fallecimiento del papa, el OCDH también instó a las autoridades cubanas a «que su petición en favor de estos cientos de cubanos y sus familiares que sufren sea respondida a cabalidad y que no se prolongue esta injusticia» contra las personas presas políticas que continúan en cautiverio.
De acuerdo con Fernández Otaño, para evaluar el legado de Francisco respecto a Cuba hay que tomar en cuenta «el funcionamiento de una iglesia [cubana] pequeña, diezmada y que el papa trató de lograr avances en un estado totalitario del cual es consciente el Vaticano».
Sobre el 11 de julio de 2021, el intelectual católico opina que «el discurso del papa es el mismo en todos los contextos donde hay manifestaciones. La Iglesia siempre es muy cauta y trata de guardar su posición para una futura negociación, para solucionar conflictos, porque el papel de la Iglesia es de mediación y acompañamiento».

Por su parte, el sacerdote entrevistado por El Estornudo dijo que «muchas personas hubieran querido un pronunciamiento bien claro de Francisco condenando [al Gobierno cubano]. Confieso que yo también a veces lo he deseado. Sin embargo, en estas cosas casi siempre la Santa Sede deja la iniciativa a las conferencias episcopales».
Rosa María Payá, fundadora de Cuba Decide y candidata de Estados Unidos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, destacó en redes que poco antes de morir, «en su mensaje de Pascua [el papa] nos recordó que “allí donde no hay libertad religiosa o libertad de pensamiento y de palabra, ni respeto de las opiniones ajenas, la paz no es posible”».
En Facebook, ante cientos de comentarios a favor y en contra de su declaración sobre Francisco, Payá respondió: «Entiendo la frustración. (…) cada vez que, con la palabra o la acción, el papa pareció tomar partido por los opresores de los cubanos yo señalé públicamente la injusticia. Hoy rezo porque esas últimas palabras se hagan realidad, porque donde no hay libertad no puede haber paz y los cubanos merecemos apoyo y solidaridad para lograr las dos».
El escritor y periodista opositor Boris González Arenas dijo a El Estornudo que «la transición democrática en Cuba es un tema importante, pero la Iglesia católica es una institución universal y el papa cumplió muchas funciones verdaderamente loables en el señalamiento de la pobreza y el efecto terrible de la marginación, la necesidad de compasión y perdón; la necesidad de creer que, por muy mal que se esté en el presente, siempre se está construyendo algo para el bien.
»Los que somos activistas de derechos humanos y luchamos contra la dictadura comunista, no podemos estar complacidos con la manera en que el papa se relacionó con Raúl Castro y la dirigencia comunista, pero eso no impide que reconozca su empeño y su esfuerzo. Además, bajo este pontificado, precisamente, en Cuba hubo un movimiento de sacerdotes católicos extremadamente vigoroso clamando por la libertad de Cuba. Siempre tuvimos en la oposición al padre José Conrado, a Castor Álvarez, pero durante estos últimos años se sumaron más sacerdotes denunciando tremendamente el atropello comunista sobre la sociedad cubana y eso ha sido precisamente bajo el mandato del papa Francisco».
En opinión de Domingo Noriega, «a veces la gente piensa que estos curas y obispos tienen que meterse con ametralladoras a sacar a nuestro país de lo que no hemos podido sacarlo todos».
Una iglesia más pegada a la tierra
«Francisco ha tenido un ministerio muy difícil por la cantidad de problemas internos de la iglesia que ha tenido que enfrentar, como el tema del abuso de menores, las finanzas vaticanas y otros escándalos», agregó el jesuita cubano que dio declaraciones bajo condición de anonimato.
«Es obvio que no simpatizaba de ninguna manera con el liberalismo económico a ultranza. Vivió la época de [Juan Domingo] Perón, y sobre todo la de [la ex primera dama] Evita, una mujer sumamente preocupada por el tema social. Creo que esto marcó a Francisco y su generación».
Aunque fue controversial para muchos, durante sus 12 años de pontificado Jorge Bergoglio también atrajo simpatías más allá de los fieles católicos.
«Yo no soy religioso de visitar iglesias con frecuencia, sin embargo, Francisco supo extender la fe más allá de los templos, predicar la ayuda sencilla al prójimo como estilo de vida y desterrar tabúes con su plática directa y sin tapujos», expresó Guillermo Rodríguez Sánchez, un joven cubano que coordina ayudas ciudadanas para personas pobres.
Para Leonardo Fernández Otaño, «el papado de Francisco a lo interno de la iglesia ha sido bueno, reformista, actualizó la legislación eclesiástica, las estructuras, las formas y estableció un punto de vista más pastoral, desacralizado y humano del ejercicio del papado».
Según Domingo Noriega, «como buen jesuita que es, siempre ha estado para los pobres, para los desposeídos, y ha tratado de mover a nuestra iglesia que es tan difícil de mover, en muchas causas y tratar siempre de representar a los que no tienen nada».
El lunes 21 de abril, dijo N. desde una cola para comprar pan en La Habana, la muerte del papa Francisco «era el comentario en la calle, en general el pueblo sí lo ha sentido».
Cuando la fumata blanca se eleve sobre la Capilla Sixtina, como señal del habemus papam, otro ciclo pontificio comenzará, y así se volverá a tejer la madeja de relaciones y tensiones entre el régimen del Partido Comunista de Cuba y la nueva jefatura de la Iglesia católica. Mientras, millones de cubanos continuarán esperando el tiempo en que lleguen «las buenas noticias a los pobres» y se ponga «en libertad a los oprimidos».