noviembre 27, 2025

¿Filtración o infiltración del juicio de Alejandro Gil?

Para no hacer el juego de los que pecan de incautos, quienes reciben noticias de interés público debían comprobar "sus fuentes".
Alejandro Gil Fernández
Alejandro Gil Fernández (Ilustración: Razones de Cuba)

PUERTO PADRE, Cuba. – Coinciden todas las escuelas de investigación y dirección operativa en el mundo, sin distinción de ideologías, en un axioma: “El trabajo operativo es un arte y sin aptitudes histriónicas la actividad operativa resulta baldía”. 

Dicho más simple: la primera escena de la prevención y corte de un delito o de la sanción penal, de la cárcel o de la muerte como pena, está en el fingimiento y en hacer parecer como casualidad lo que es técnica y planes. 

Y, puesto que los oficiales operativos, sus agentes e incluso los informadores no reclutados, todos por igual, desde un general de tres estrellas hasta un chivato de barrio, emplean técnicas de teatro para fijar sus posiciones o avanzar en ellas.

Digo esto porque en una causa juzgada a puertas cerradas contra el ex viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil Fernández, imputado de espionaje y otros nueve delitos, y en la que todos, absolutamente todos los poderes del Estado han mantenido un silencio impenetrable, resulta que, un familiar de Alejandro Gil, que confesó haber sido agente de un órgano operativo en misión de preservación de bellas artes, dijo que posee una “fuente” que le ha filtrado informaciones del proceso, tan graves revelaciones como la que involucraría al ex viceprimer ministro como presunto agente de la CIA, cuestión esta que luego de tanto secretismo institucional lleva a preguntar: ¿Acaso no será infiltración de información en lugar de filtración?

Cierto. Nada más el hecho de esta persona familiar de Alejandro Gil haber sido exagente de un órgano operativo, según ella misma dice, la acerca a oficiales o exoficiales del Ministerio del Interior en posesión de información clasificada o con posibilidades de acceso a información secreta. Y digo más y baste este ejemplo: el coronel Quero, un muy cujeado oficial de la otrora Dirección General de Inteligencia (DGI) que ya para 1964 llevaba los hilos secretos de lo que más tarde serían las campañas del régimen cubano en África, en los años 70, era ayudante de Piñeiro Barbarroja, quien subordinado solo a Fidel Castro y al mando del Departamento América, sembró Centro y Suramérica con guerrilleros y agentes de penetración o influencia. (Cuando digo que Barbarroja y su gente “sembraron” esos países no es metáfora: todavía ahí está Daniel Ortega en Nicaragua para recordárnoslo).

Concluida esa campaña, temprano en los años 80 y ya en las postrimerías de su carrera, Quero era algo así como un agregado policial en el Ministerio de Cultura. Entre otras misiones, tuvo en sus manos, junto a oficiales de la Dirección Técnica de Investigaciones (DTI), la madeja del “Caso óleo” ―así le llamaron a la investigación del robo, si no recuerdo mal― de ocho famosos cuadros de Wifredo Lam.

Con esos antecedentes es perfectamente posible que alguien que fuera agente o un simple informador para la preservación de obras de artes en el Ministerio de Cultura, todavía tenga relaciones con oficiales del Ministerio del Interior. Ahora, cabe preguntar: ¿Cuántos de esos otrora jóvenes oficiales que un día estuvieron junto al viejo coronel Quero, hoy estarían dispuestos a convertirse en espías, a “filtrar” información de un proceso penal seguido por espionaje?

Huele esto a dictado desde La Habana. Y para no hacer el juego de los que pecan de incautos, quienes reciben noticias de interés público debían comprobar “sus fuentes” y “cruzar la información” según el caló de los manejadores de espías, tan dados ellos mismos a la acusación de espionaje.

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Alberto Méndez Castelló

Alberto Méndez Castelló (Puerto Padre, Oriente, Cuba 1956) Licenciado en Derecho y en Ciencias penales, graduado de nivel superior en Dirección Operativa. Aunque oficial del Ministerio del Interior desde muy joven, incongruencias profesionales con su pensamiento ético le hicieron abandonar por decisión propia esa institución en 1989 para dedicarse a la agricultura, la literatura y el periodismo. Nominado al Premio de Novela “Plaza Mayor 2003” en San Juan Puerto Rico, y al Internacional de Cuentos “ Max Aub 2006” en Valencia, España. Su novela "Bucaneros" puede encontrarse en Amazon.