MIAMI, Estados Unidos. – Los dolores articulares que persisten después del chikunguña no son “un malestar pasajero”, sino un cuadro de artritis posviral que puede durar meses y limitar la vida diaria. Así lo advirtió el Hospital Docente Ginecobstétrico “Ramón González Coro”, de La Habana, en una nota publicada en su perfil oficial de Facebook, justo cuando Cuba enfrenta un brote de chikunguña que ya se ha extendido a 14 provincias y agrava un sistema sanitario devastado por la escasez de medicamentos, equipos y recursos básicos.
Según el reporte firmado por el doctor Loysel Peláez Morales, del González Coro, “los dolores articulares en manos tras la infección por chikunguña corresponden a un cuadro de artritis posviral”, con inflamación persistente de articulaciones pequeñas y tendones. El hospital describe síntomas como rigidez matutina, sensación de dedos inflamados y limitación funcional que mejora parcialmente durante el día, y explica que esa clínica se relaciona con la actividad del sistema inmunológico incluso después de superada la fase febril.
El centro advierte que la inflamación residual puede prolongarse durante semanas o meses, con periodos alternos de mejoría y empeoramiento, y que en algunos casos aparecen tenosinovitis y compresión transitoria del nervio mediano, con manifestaciones similares al síndrome del túnel carpiano. Los especialistas recomiendan vigilar con especial atención la hinchazón marcada, la fiebre recurrente o la pérdida de fuerza muscular, y acudir a consulta médica ante estos signos de alarma para descartar complicaciones y garantizar un seguimiento adecuado.
De acuerdo con la nota del González Coro, “el manejo clínico incluye antiinflamatorios no esteroideos, fisioterapia suave y uso de férulas nocturnas”, mientras que los corticoides se reservan para casos de dolor incapacitante. El texto añade que “suplementos como vitaminas del complejo B y ácidos grasos Omega-3 pueden contribuir a la recuperación” y que la valoración por reumatología es necesaria si la inflamación persiste más de ocho semanas.
Las recomendaciones están alineadas con las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el manejo del chikunguña. Esa organización insiste en que no hay un antiviral específico para tratar la enfermedad y que el tratamiento es principalmente sintomático: reposo, buena hidratación y analgésicos como el paracetamol, reservando los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) para fases en que se haya descartado el dengue, por el riesgo de hemorragia.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos coinciden en que el abordaje se limita a “reposo, líquidos y analgésicos y antipiréticos”, sin tratamiento antiviral ni cura específica.
Sin embargo, en Cuba la recuperación se hace más difícil: no hay medicamentos básicos como el paracetamol y muchos enfermos “no tienen más opción que aguantar” los dolores con el estómago vacío, de acuerdo con la agencia AFP. El mismo medio recoge testimonios de pacientes que no pueden comprar ni siquiera pollo y que afrontan la enfermedad sin analgésicos, en medio de montones de basura sin recoger por falta de combustible y de una caída drástica de las campañas de fumigación por la escasez de divisas.
En ese contexto, la recomendación oficial de AINE, vitaminas del complejo B y Omega-3 choca con la realidad de un país donde la escasez de fármacos de uso común se ha vuelto crónica y donde buena parte de esos productos solo se encuentran a precios prohibitivos en el mercado informal o en tiendas en divisas.
Un brote nacional en plena crisis sanitaria
El llamado del González Coro llega en medio de un brote de arbovirosis que el propio Ministerio de Salud Pública (MINSAP) califica como un “complejo escenario epidemiológico”. En una actualización reciente, el director nacional de Epidemiología, Francisco Durán, informó que se observan aumentos de casos febriles en 68 municipios del país, con dengue presente en casi todas las provincias y “transmisión confirmada” del chikunguña en 14 provincias.
El MINSAP reconoce que el chikunguña se ha convertido en la arbovirosis que más preocupa a la población, y que su expansión ha estado favorecida por el movimiento poblacional del verano, las condiciones medioambientales adversas y, sobre todo, las dificultades para aplicar las medidas tradicionales de control vectorial.
La jefa nacional de Vigilancia y Lucha Antivectorial, doctora Madelaine Rivera, admitió en la Mesa Redonda que el país tiene un número limitado de equipos de fumigación (“bazucas”), que no se producen en Cuba y dependen de importaciones hoy frenadas por la crisis económica y las restricciones externas, lo que ha deteriorado el parque tecnológico disponible.
Una evaluación de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja sobre el brote de dengue, chikunguña y Oropouche en Cuba describe “un rápido incremento” de casos sospechosos en todo el país y señala una situación “particularmente crítica” en Matanzas y en las provincias orientales de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo. El documento identifica “brechas críticas” en la disponibilidad de equipos de fumigación, mosquiteros y suministros para el control vectorial, así como bajos niveles de conciencia comunitaria y sistemas de vigilancia débiles a nivel local.
En este escenario, el énfasis del MINSAP en que “la mayoría de las personas se recupera completamente en los tres meses posteriores a la infección” y en que solo “un pequeño grupo” evoluciona a formas crónicas, como afirmó el infectólogo Daniel González Rubio en la Mesa Redonda, contrasta con la evidencia internacional que sitúa la carga de enfermedad crónica en rangos muy superiores.
Secuelas reumáticas y un sistema sin recursos para tratarlas
La nota del Hospital Ramón González Coro confirma que el sistema de salud cubano empieza a reconocer de forma abierta estas secuelas. Al describir cuadros de tenosinovitis, compresión del nervio mediano y dolor incapacitante, el hospital se sitúa en línea con lo que la literatura científica denomina “enfermedad crónica por chikunguña”, que puede durar años y llegar a confundirse con artritis reumatoide.
No obstante, ni el comunicado del González Coro ni las autoridades oficiales abordan en detalle cómo se garantizarán, en la práctica, los tratamientos que recomiendan. La guía de la OPS para el manejo clínico del chikunguña plantea que, una vez descartado el dengue, se pueden utilizar AINE, fisioterapia y, en formas inflamatorias graves, incluso corticoides en dosis controladas, siempre bajo supervisión especializada.
Pero la misma OPS subraya que la enfermedad puede dejar a los pacientes “severamente incapacitados” por el dolor, la rigidez y la hinchazón articular, con impacto directo sobre el trabajo y las tareas de la vida diaria.








