LA HABANA, Cuba.- Desde hace décadas, el cubano no es partidario de botar cosas porque todo puede llegar a ser útil en un momento dado, y si no le sirve a él, bien pudiera servirle al vecino. Entonces el cubano guarda y aguarda, haciendo cada cierto tiempo una requisa para mantener el trastero a raya. La mayoría de las veces, al terminar la revisión, se convence de que lo acumulado tiene todos los motivos para estar allí, y allí seguirá hasta que la necesidad lo convoque. Otras veces, las menos, se deja llevar por un arrebato y lo tira todo, y se sorprende al comprobar que la luz del sol penetra como una tormenta por esa ventana que hacía mucho no se abría, que aquel cuartico lleno de tarecos hasta hace nada es más espacioso de lo que recordaba, y que un simple baldeo con agua a una habitación descuidada tiene el mismo efecto que un buen baño sobre un minero.
Diciembre trae consigo la locura de la renovación, incluso si se trata de una renovación cautelosa y sin consecuencias para la supervivencia del trastero, como la que acaba de producirse en la Asamblea Nacional del Poder Popular. Se fue el funcionario cuyo desagradable rostro afeó por décadas a la Central de Trabajadores de Cuba, quizás la más antiproletaria de todas las instituciones cubanas. Se fue el expresidente de la FEU que dio la espalda a los estudiantes para apoyar el tarifazo de ETECSA, un brazo del poder corrupto que hoy lo devuelve al ruedo de los simples mortales para que se abra camino como pueda, empeño difícil para él, considerando lo que sembró. Espero que no se sorprenda al descubrir que los traidores no son queridos ni respetados. Se propuso relevar de sus funciones a Rubén Remigio Ferro, el alto magistrado que afirmó públicamente que en Cuba se respeta el derecho a la protesta, mientras las cárceles se llenaban con los manifestantes del 11 de julio de 2021 (11J). A la fecha, más de mil continúan encarcelados, cumpliendo condenas desproporcionadas.
La casta política decidió despolvar un poco, lo justo para que el año no cierre sin que el pueblo vea que algo se movió. Y lo vimos. Todos sabemos que la purga sigue en marcha, eliminando nombres relacionados con la caída en desgracia del exministro de Economía, Alejandro Gil. Lo hacen a sottovoce, sin dar explicaciones que, por demás, no son necesarias. El pueblo cubano ya sabe todo lo que necesita saber para tomar la decisión que, desde hace mucho tiempo, debe tomar. No es posible precisar el momento en que esa decisión habrá de manifestarse. Podría ser rompiendo enero, o en conmemoración por el quinto aniversario de nuestro día glorioso, o tal vez tome más tiempo del que nos queda como nación. El cuándo es un enigma, pero los motivos son claros.
Dos o tres movimientos dentro del partido único no son una ola de cambios y nada tienen que ver con enviar señales a la Casa Blanca. Están improvisando con lo que queda, que es poco y malo. El 2025 ha sido un fracaso tan rotundo que ni siquiera la jugada cantada de dedicar el año próximo al centenario del dictador Fidel Castro logró levantar el ánimo de los “leales” y preocupados cuadros. Miguel Díaz-Canel admitió que el país está hundido. Si no lo hacía él oficialmente, la ONU se encargaría, así que mejor salirle al paso a datos tan reveladores sobre la debacle de un país que, según “el líder invicto”, alcanzaría un índice de bienestar social superior al de muchos países del primer mundo.
Pese a la gravedad de la crisis, Díaz-Canel cerró su intervención despotricando sobre lo mismo, exhortando a “trabajar con ahínco y obtener mejores resultados”, hablando de producción y exportaciones, como lo hace desde que ocupó la silla presidencial por mandato de Raúl Castro, mientras el país retrocede al siglo XIX. Pero admitirlo no significa que se responsabilice por ello. El gobierno cubano, incapaz de ocultar la crisis, se desentiende de ella culpando al «bloqueo», a la “conspiración mediática”, a la tasa de El Toque y al despliegue militar de Estados Unidos frente a las costas de Venezuela que sirve, entre otras cosas, para mostrar la diferencia entre bloqueo y embargo. La situación pinta tan mal de cara a 2026 que han vuelto a prever un crecimiento del PIB del 1%, la misma cifra que había sido pronosticada para este año al cierre de 2024; otra meta modesta que no se cumplió.
Diciembre se esfuma y este país clama por una de esas requisas que terminan en arrebato. Fuera todo. Es hora de limpiar la casa, desde la acera hasta el último centímetro de patio, desde los canteros y rodapiés hasta el pretil, desde el cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, desde arriba hasta abajo, pero sobre todo arriba, mucha agua y escoba para arrancar la mugre, botar cuanto traste inservible se ponga en el camino y dejar que entre, por fin, la luz del sol hasta el último rincón de una Cuba recién nacida.








