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Cut-up prosódico de Pablo de Cuba Soria: ‘Libro de College Station’ y ‘Monsieur Ferlinguetti’

Pablo de Cuba Soria es aprendiz de Dadá, trocando a Zúrich por la ciudad tejana. Lo salva su devoción por la fotografía, sea ilustración, documento, pictorialismo, selfi, etc. ¿Otra variante dadaísta? El cut-up prosódico.

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Estas son formas fallidas […] de llamar a Verso a través de la niebla.
Pablo de Cuba Soria

Libro de College Station y Monsieur Ferlinguetti (ambos de Editorial Casa Vacía, 2016 y 2023 respectivamente), de Pablo de Cuba Soria, son textos de prosodia culterana, salpicados por referencias históricas. Tramas bifurcadas o inconclusas, algunas apropiadas –si bien, justificadas–. Abundan personajes añosos, pródigos en divagaciones poéticas, ilustradas a golpe de fotos vetustas prestadas (originales y manipuladas). La prosodia/collage ya se ha comentado —José Prats Sariol exalta la obra, señalando “guiños verbales, supresión de artículos… separación de pronombres enclíticos (y) los paréntesis”.

El autor se cuela por intersticios vanguardistas y pone la pica en Flandes.

¿A qué género pertenecen ambos libros, demasiado largos para ser relatos, demasiado cortos para ser novelas?

Brevísima historia de la novela de vanguardia

Críticos y teóricos notables de la Modernidad han coincidido en que el género novela no se define por decreto, sino como respuesta a procesos de innovación de la forma.[1]

Friedrich Schlegel, romántico y políglota aforístico, presenta la idea de romantische Ironie (“ironía romántica”): agilidad eterna de la gnosis universal, síntesis de antítesis absoluta, fuente inspiradora de la conciencia lúdica. [2]

Guy de Maupassant, rechaza la idea del patrón universal novelístico. Léase el prefacio/manifiesto de Pierre et Jean. Novela es conjunto de enfoques y estilos disímiles. Inquiere el protegido de Flaubert: “¿Cuáles son estas famosas reglas de la novela? ¿De dónde provienen? ¿Quién las formuló? ¿Con qué principio y autoridad y con qué razonamiento?” Preguntas-respuestas del crítico flâneur ciudadano contra el crítico establishment burgués, imponiendo lo viejo a lo nuevo.

Para Georg Lukács, la novela moderna corresponde a un mundo abandonado por Dios.[3] Reflejo estético del proceso social, la novela es generadora de disonancias, especie de “lucha de contrarios” (Kampf der Gegensätze), transformadora e irresoluble.

En la línea de los teóricos anteriores, Mijaíl Bajtín propone la idea de raznorechie o heteroglosia, vocinglería obstinada haciendo frente a la autocrática voz del autor. [4]

Desde principios del siglo XX hasta la década del treinta, la novela sufrió una transformación progresiva y continua.[5] El escritor vanguardista, empujado por la necesidad de lo nuevo, creaba al margen de los requerimientos comerciales del momento. Las obras escritas durante las décadas de los cuarenta y cincuenta estandarizaron los logros. Después de la Segunda Guerra Mundial, ¡hasta Finnegans era negocio! y la experimentación se estancó.

A finales de la década del cincuenta, adviene la tercera ola del siglo XX, pero no despega.[6] ¿Qué cambió? Una generación conservadora artísticamente hablando. Chillaban:“Pitié pour nos erreurs/ pitié pour nos péchés!” [7] Cundió el realismo y la magia. Además, flotaba una condición general de turpitude que hizo metástasis. [8] Carlos Puebla diría: “El posmodernismo llegó y mandó a parar”.

Estilo doxográfico

Libro de College Station abre y presenta su lema estilístico: “Llevar a Palabra Frase y Pensamiento hacia encrucijadas sintácticas, prosódicas, hasta alcanzar colisiones de sentidos”. [9]

Doxografía es el arte de magnificar lo aparentemente trivial como apología. Recurso retórico decadente utilizado por el cáustico Calicles en tiempos de Sócrates y muy en boga en el París de los belletristas del salón de Madeleine de Scudéry. Refiérese a la escritura refinada que el astrónomo, filósofo, escritor, jugador y matemático Girolamo Cardano, en De Subtilitate, denomina ratio quaedam: esa data captada por los sentidos y entendida –incluso con dificultad– por el intelecto.

De Cuba Soria exhibe una compulsión por el detalle –en apariencia– insignificante. Las dos noveletas incluyen decenas de anotaciones, citas, comentarios, referencias, observaciones y minutas; contenido esparcido en mímicas estilísticas provenientes de un mundo –¿cómo definirlo?– sublunar.

Existe otro paralelo: el detalle en la pintura. ¿Ejemplo doxográfico emblemático? El jardín de las delicias del Bosco, masterpiece de la trama pictórica. ¿Dónde hallar la trama? No en lo principal. El todo se pierde en el todo. [10] No de frente, en prominencia. No en lo obvio a la vista. Más bien en lo particularísimo. Cada detalle vive acullá: en el horizonte, el punto perdido, al borde. Aflora escondido, detrás del matorral, en una pequeña ventana, en los espejismos. No en la cara talante, sino en la espinilla infecta del lóbulo nasal, en el churre debajo de las uñas de la mano artrítica empuñando la garrota. No es fácil echar a la mira lo que nadie advierte, acaso por descuido, por inercia, por bochorno o por pavor.

A propósito de los detalles en Libro de College Station:

  • Rebeca Spinoza –prácticamente incógnita— hermana de Baruch (celebérrimo racionalista judío holandés autor de La ética), murió de fiebre amarilla en 1695.
  • A Gilles Deleuze (de los más influyentes filósofos franceses del siglo XX) no se le ocurrió hablar de los pliegues del vestido de Peggy Campbell en su maravilloso libro sobre el erudito Leibniz, ¿dedicado? Al pliegue.
  • Marcel Proust fue a Venecia siguiendo la pista de John Ruskin en Las piedras de Venecia. Buscando y buscando aprendió a amar a Vittore Carpaccio (lea La fugitiva). A propos de detalles: ¿Habrá un mejor San Jorge y el dragón que el del pintor veneciano?
  • La judía Hilde Köchert, amante, luego esposa de Paul Wittgenstein (célebre pianista, manco del brazo derecho y hermano de Ludwig, para algunos el mejor filósofo del siglo XX), está incluida en el censo oficial cubano de los años cuarenta. Pincelada a lo De Cuba Soria: Hilde y Paul se casaron en Cuba.
  • Los últimos instantes en el patíbulo de Madame Roland, un 8 de noviembre de 1793, y la imagen de un hilo de orine “goteando de a poco en las zonas bajas de sus vestiduras –según el testimonio del verdugo”.

Estilo collage [11]

Puntualizo lo imprudente de reducir un estilo a otro. En busca de criterios, comparemos. Un aspecto central en Libro de College Station y Monsieur Ferlinguetti es el collage. De Cuba Soria es aprendiz de Dadá, trocando a Zúrich por la ciudad tejana. Lo salva su devoción por la fotografía, sea ilustración, documento, pictorialismo, selfi, etc. ¿Otra variante dadaísta? El cut-up prosódico.[12]

A continuación, cuatro párrafos seguidos en una página de Libro de College Station: [13]

Coleccionaba botones: para extender el cuello. O se hacen visible en desaparición de los amarres.

Supo calcular la duración exacta de las estaciones: una cana al aire en la estación del tren.

Deconstruir el verano en la siesta de Brecht.

Y dan coces, y mugen, siempre tranquilas. [14]

Ensamblaje de perífrasis, discordancias, circunloquios, reiteraciones y equívocos, fabricados en el taller De Cuba Soria. ¿Qué hemos aprendido a más de un siglo de Naturaleza muerta con silla de mimbre? El tejido de ratán texturizado de la silla es real, pero falso. Collage es magia y también arte de resistencia vanguardista.[15] El superyó Ferlinguetti mantiene en vilo al lector hasta dar pie con bola… si acaso. Dislocar el sentido enseñándolo empecinadamente una y otra vez. 

Fenomenología

La frase algo efusiva es de Edmund Husserl (conocido por su gravedad): “Si mi vida fuese pura fantasía, es mi fantasía tal y como la percibo”. ¿Y qué es fantasía? El contenido de la percepción inducido por el mero acto de imaginar. Continua: “el yo se divide en el yo que experimenta el mundo real y, por otro lado, el yo que imagina y postula ese otro yo viviendo en el mundo fantástico”. Fantasía es la energía mental que ponemos en el asunto. A esa energía el fenomenólogo pone un nombre simpático: Conciencia lúdica (Spielerisch Bewusstsein).

College Station coexiste en esa viscosidad traviesa. El autor la describe:

Perturbación de referentes. 
Callejones sin salida.
Sus habitantes sudan todo el año.
Entidades de un pedalear de frases. 
Hedor e imposición de pliegues.
Sacudida en abstracciones.
Armazón que sobre sí misma se arma.
Regueros de un centro ya perdido.
Obesidad de las formas.

Ferlinguetti Batista asemeja al nostálgico Roquentin en La náusea de Sartre: ermita ágrafo, desencantando de la vida, sospecha de su propia existencia: “Ahogué todas las voces de este mundo para alcanzar la mía”. [16]

Robo a letra armada

Inesperadamente aparece –en Pensamiento– la sombra del plagio. De Cuba Soria lo nombra robo a letra armada. En el arte contemporáneo se llama “apropiación”. Aparece un personaje fantasmático asiduo de Libro de College Station: “El Domingo de Resurrección, puntual, Jacobo Drozd asistió a misa”. [17]

Aclaración del autor al pie de la página: “Esta variación del juicio final […] fue plagiado de un relato de Peter Handke”. [18]

No es precisamente robo. Es querer ser Peter Handke. Confiesa el autor de Libro de College Station: “En muchísimas ocasiones soy exactamente lo que leo”. [19] Por eso Ferlinguetti Batista descuartiza a Homero, ahorca a Joyce y siente piedad por Vallejo. ¿Qué nos queda? Hemos robado a letra armada –aunque muchos vacíen el costal a regañadientes, o hagan mutis y den la callada por respuesta.

Narratología temporal

Se ha estudiado mucho el transcurrir del tiempo en la novela. Y resulta curioso que en las dos noveletas que nos ocupan el tiempo parece detenido. Los personajes exteriorizan desde un presente elástico. El omnisciente autor relata los hechos desde el Je pensé, donc Je suis cartesiano: la eternidad.

¿Y el futuro?

Un solo “habrá” aparece casi al final, en Libro de College Station, pueblo donde cada momento tiene su cada instante: “Cada mediodía espera independiente de unas pocas páginas leídas”; “Cada alcalde elegido […] había oficiado antes de meterse en política de carnicero”; “Cada mañana parvulilla de Amherst, poda las rosas de Jardín”.

Ayudará la siguiente observación del hermenéutico Paul Ricoeur:

El carácter común de la experiencia humana, señalado, articulado y aclarado por el acto de narrar en todas sus formas, es su carácter temporal. Todo lo que se cuenta sucede en el tiempo, arraiga en el mismo, se desarrolla temporalmente; y lo que se desarrolla en el tiempo puede ser narrado. [20]

El autor lo deja más bien implícito en los “hubo”: [21] “Hubo un atajo de mulas y cabras en las entradas del diario”; “hubo un andar de bueyes cercano al oído, el tiempo en sus pasos renunciaba a sí mismo”.

¿Puede el tiempo hacer esto? Ni a Kant se le hubiese ocurrido, perro viejo de Cronos encerrado en el Tártaro.

Lo ágrafo

Lo ágrafo es escribir echándole patín a la grafía.

Atreverse a borrar escribiendo o viceversa. ¿Lo ágrafo? Un Sísifo escritor, Mont Blanc Meistertück en mano, sudando tinta para terminar la oración, que se borra cual se escribe. Sísifo ágrafo, es el tal Ferlinguetti, la mano crispada borrando ipso facto el trazo negro del plumín sobre la página.

Dice:

O eres tú Sueño, que te soñé tal cual hace unas horas. Eres tú, que te vengo soñando tal cual, el mismo desde hace meses […] Tú me exiges repetirte, transitarte, navegar por tus mejores aguas […] Resucita aquí. Todo lo demás se escribe solo.[22]

¿Lo ágrafo? El tegumento del locus traumático. Locus indica locura. El sufijo –ura significa resultado. 

¿Locura? Es corolario del lugar: College Station.

Asuntos en pares

En Libro de College Station los asuntos vienen pareados:

Dos Wittgenstein: Paul (otro Pablo alude al autor), el pianista, y Ludwig, el lógico.

Dos yoes: Ferlinguetti Batista y el autor.

Dos judíos holandeses: Baruch y su hermana Rebeca.

Dos tías abuelas del abogado Jacobo Drozd: Belinda y Lucinda, ambas muertas por contusión cerebral; la primera un miércoles de ceniza, la segunda, un sábado de gloria.

Dos cocineros: Bernard Sbisa y Gastón Lenôtre.

Dos tejanos collegeanos: Peggy y su hermano Sunny.

Dos libros necesarios en susodicho pueblo: Manual para construir el sonido de los trenes y Manual para construir la colisión armoniosa de los trenes.

Dos ciudades: la física en College Station y otra en la geografía fantastisch, que comprende el río Toa.

Dos perros: Brecht y Federico (el segundo, se rumora, murió de neumonía). 

Observe, ah, la relación biunívoca entre léxico y temperatura. 

Taller de Resonancias

En Libro de College Station existe una dependencia llamada Taller de Resonancias, fabricando “lieders para pensamientos muertos”. Esto nos lleva al Diccionario universal de resonancias, página 67. ¡Léase!

El autor imbuye al pueblo de cierta eufonía, desde los acordes pesantes de Ravel, en concierto de piano en re mayor para la mano izquierda. Los personajes se explayan, casi danzantes en su lasitud tejana, húmeda y llana.

Tema y variaciones a cargo de Peter Handke, Fiodor Dostoievski, James Joyce, Onetti y material temático a retazos de los Wittgenstein, Joseph Brodsky, Sarah Bernhardt, Agustín de Hipona, Julio el bizco, el hindú ludópata, el viejo Hernán, Brindis de Terrazas y hasta Nietzsche El niche. Es tonalidad de Pensamiento y juegos prosódicos en que Eufonía aparece en illusio inconsciente y a la vez colectivo.

¿Qué es sonido? Cuando Ferlinguetti sopla “respiración asmática”. [23]

He aquí algunas historietas fabricadas en el Taller de Resonancias:

(De la historia del calzado austríaco).

Sale a colación un Schönberg, no Arnold, el compositor judío alemán creador del dodecafonismo, sino el padre, de nombre Samuel, conocido zapatero vienés. ¿A qué viene?: “era el único zapatero en Viena capaz de hacer zapatos para hombres de más de 6 pies de altura”. 

(De la historia de la literatura alemana del siglo XX).

El oscuro poeta y médico alemán Gottfried Benn (nominado cinco veces al premio Nobel) era experto en enfermedades venéreas. De acuerdo con Ferlinguetti Batista, en una carta de amor de la poeta y dramaturga alemana Esle Lasker-Schüler, dirigida a Benn, se leía: “En las vaginas, la verdad se oculta”. 

(De la historia del arte italiano del siglo XVIII).

La conocida Venus Vitrix de Antonio Canova, id. est. Paolina Borghese, esposa de Camilo, príncipe de Sulmona y Rosano, ¡y esos senos de Paolina que atizaron el arte! Volviendo al aleatorismo de Ferlinguetti Batista, Lorenzo Vallés, artista realista español pintó a Paolina en el atelier de Canova. Coincidencia. O como diría Deleuze (filósofo haciendo cameo aquí): ¡Qué bucle!

(De la historia del pianismo francés, o la bibliofilia francesa).

La muerte en 1888 del compositor y pianista virtuoso romántico Charles Valentin Alkan (apodado “Berlioz del piano”). Mientras duerme en brazos de Sueño, el estante de libros se derrumba sobre su cabeza. Un tomo, Madame Bovary, aparece sobre el pecho del occiso. Abierto y subrayado para la historia, la página muestra la frase clave para morir contento. Digno del pesquis del protagonista.

(De la historia de la Terreur

¿Cuáles fueron las últimas palabras del obispo y revolucionario católico francés Claude Fauchet al verdugo Henri Sanson, el 31 de octubre de 1793, mientras el primero leía un libro camino al patíbulo?

(De la historia del arte español) 

Poco se sabe que Francisco de Goya tuvo diecinueve hijos con Josefa (Pepa) Bayeu, su esposa de toda la vida, y que solo Javier sobrevivió la niñez. Apunta el autor: “Ante tanta mala suerte, Pepa se escudó con cierta frecuencia en la brujería”. ¿Será Pepa Bayeu la vieja bruja encaballando la escoba en Linda maestra de Goya? 

¿Quién es Ferlinguetti Batista?

En el ensayo de 1906 Sobre la psicología de lo extraño, Ernst Jentsch explora la confluencia entre lenguaje y observación, lo ante dado a la experiencia consciente. El psiquiatra alemán propone que lo extraño se percibe como un afuera adentro. Es precisamente la sensación de otredad de Ferlinguetti desde su llegada a College Station. Primera persona testigo describiendo particulares de la cotidianeidad. El lapso poético asemeja un ritmo quasi realista-mágico, mortificado con dadaísmos próvidos. 

La superposición entre primera persona y narrador omnisciente introduce un ambiente entre encantación y rusticidad. La encantación pertenece al segundo: “¿cómo construir le un alma a estos páramos? Y gritaron sin pausa, a ras de heno”; [24] “por callejones sin salida de College Station: ratas y quiebres tonales saltan”. [25]

Cuando lo extraño se hace inmanente, el sujeto busca dilucidación en lo más nimio. ¿Qué impele? La rareza del mundo circundante. Ferlinguetti no se explica cómo ha llegado, ni qué hacer con la materia léxica circundante. 

Acaecen ditirambos entre Mente y cosas: 

“… le nombraron ágrafo”. ¿Quiénes?

¿Cómo despierta Libai a Imperio?

¿Cuál es el territorio de Verso?

¿A qué hora exactamente se pasea por Pensamiento?

¿Quiénes son los mudos de Otejo?

La bailarina Van Goethem, ¿algo que ver con el Salon des Indépendents, de abril de 1881?

¿Cómo se enterró a sí mismo Julio el sepulturero?

¿Qué historia imagina Pingali de la Caridad López?

¿Qué se hizo del dichoso sudario de Hamsun?

Lot contempla el valle del Jordán. Es la mirada de una nostalgia persiguiendo el misterio de la historia, el paisaje como testigo del Fue. El prosista anunciando el alter ego: “De Ferlinguetti dime lo todo”.

Aún, la discusión exacta es innecesaria. Poesis es, por definición, irreducible. Sí, abundan conceptos, parámetros, acercamientos, confesiones, deslumbramientos, ejes cardinales entre lo real y ficticio, narración y mucho, mucho ambiente.

Lo deja dicho el superyó del autor: “Para que lo más banal se convierta en aventura, no hay más que contarlo”.


Notas:

[1] En lo relativo al género, Bajtín ha comentado la dificultad de establecer una teoría de la novela. De acuerdo con el teórico ruso, la novela no es género entre otros géneros.

[2] ¿Por qué la ironía? Es recurso directo/indirecto, técnica primordial de la significación doble, realidad impensada o inadvertida, eterna discordancia entre lo actual y lo posible.

[3] La frase “abandonado por Dios” refleja el colapso de la antigua visión del mundo ante la era moderna. Para Lukács, lo moderno genera fragmentación, incertidumbre y relativismo.

[4] Mikhail Bakhtin: Discourse in the Novel, The Dialogic Imagination: Four Essays, University of Texas Press, 1981, pp. 259-422.

[5] En Latinoamérica la expansión de la novela vanguardista incluye La señorita etc. (1926) y El café de nadie (1927), del estridentista mexicano Arqueles Vela. También La casa de cartón (1927-28) de Martín Adán y La llama fría (1925), novela collage de Gilberto Owen. Le siguen las novelas de Jaime Torres Bodet, Vicente Huidobro, Juan Emar, Rosamel del Valle, Enrique Labrador Ruiz y (la muy celebrada por Julio Cortázar) Adán Buenosayres (1948), de Leopoldo Marechal.

[6] Aunque no es el punto ahora, podría discutirse que autores importantes de la década del cincuenta como Beckett o Nabokov representan casos aislados ante una forma nostálgica, debilitada y dudosa de sí misma. El muy sonado boom latinoamericano es vuelta atrás, al realismo, en su forma “maravillosa” o “mágica”. Los realismos privilegian el tema; la vanguardia problematiza el lenguaje.

[7] Mario Pogglioli cita al Apollinaire de Calligrames (1918), The Theory of the Avantgarde, Harvard University Press, 1968, p. 67.

[8] “Simplificando al máximo, se tiene por postmoderna la incredulidad con respecto a los metarrelatos” (Jean-Fraçois Lyotard: La condición postmoderna, informa sobre el saber, Cátedra, 1987, p. 4.

[9] Pablo de Cuba Soria: Libro de College Station, Editorial Casa Vacía, 2016, p. 136.

[10] Atribuido a Friedrich Schleiermacher.

[11] Hay precursores: U.S.A. de John Dos Passos incluye secciones/ “noticieros” de fragmentos noticiosos de la época. En The Waste Land, T. S. Eliot mezcla citas textuales clásicas, conversaciones cotidianas y crónicas contemporáneas, elaborando un mosaico de fragmentos antitéticos. Naked Lunch de William Burroughs recorta textos disímiles a-la-Tristán Tzara, presentando una narrativa surrealista no lineal. White Noise, de Don DeLillo, incorpora jingles publicitarios, especie de mots trouvé exhibiendo la cultura de consumo norteamericana. Debe mencionarse La llama fría (1925), novela collage del vanguardista mexicano Eugenio Owen. Sorprende la coincidencia de temas analizados en esta reseña entre De Cuba Soria y el estridentista mexicano.

[12] Técnica empleada por William Burroughs en la novela Nova Express (1964).

[13] Párrafo de una sola oración.

[14] Libro de College Station, p. 35.

[15] Peter Bürger: Theory of the Avant Garde, University of Minnesota Press, 1984, p. 117.

[16] Libro de College Station, p. 85.

[17] Ibídem, p. 76.

[18] Ibídem, p. 77.

[19] Ibídem, p. 136.

[20] Paul Ricoeur: “Narratividad, fenomenología y hermenéutica”, en G. Aranzueque (ed.), Horizontes del relato. Lecturas y conversaciones con Paul Ricoeur, Universidad Autónoma de Madrid, 1997 (cursivas mías).

[21] El carácter perfectivo del pretérito perfecto simple hace que su uso resulte extraño en combinación con predicados que denotan situaciones permanentes, como son las propiedades caracterizadoras o estables de personas o cosas.

[22] Libro de College Station, p. 15.

[23] Ibídem, p. 79.

[24] Ibídem, p. 23.

[25] Ibídem, p. 19.

ALFREDO TRIFF
ALFREDO TRIFF
Alfredo Triff es profesor titular de filosofía en Miami Dade College y profesor de historia del diseño en la Universidad de Miami. Ha escrito crítica cultural para Miami New Times, Sun Post y El Nuevo Herald. Entre sus libros destacan Pulpa, Hígado al ensayo y Miami Arts Explosion.

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Comentarios

2 comentarios

  1. My God. Qué horror! Esto es lo que Labriola (para meter aún otro nombre en el ajiaco de diletantismo) llamaba “verbalismo”. Triff sepulta a DeCuba en una avalancha de chatarra. Si metiéramos los poemas de Dcuba en una bolsa plástica king size, este sesudo seudoensayo podría servir de Nutritional Info impreso en letra chiquita en la contraportada!!! Pure crap!

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