Son las jornadas finales de la campaña electoral en Estados Unidos y no hay un favorito claro entre dos contendientes, Donald Trump y Kamala Harris. Las encuestas hablan de un empate en cuanto al voto popular; de manera que será la distribución de dichos votos en siete estados claves lo que definirá un ganador.
Para los cubanos, ya sean o no afines al régimen de La Habana, el resultado de estas elecciones es de sumo interés. Quien venza será, en gran medida, quien modele la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba, que ahora plantea los siguientes escenarios posibles: eliminación de varias de las sanciones económicas y financieras impuestas por Trump, junto a un mejoramiento de las relaciones bilaterales; aumento de la política de máxima presión sobre Cuba, o sostenimiento del estado actual de cosas bajo la administración Biden.
Estos escenarios ofrecen a su vez varias interrogantes: primero, ¿qué tan importante será el voto de la comunidad cubana del sur de Florida en estas elecciones?, y, gane quien gane, ¿qué tan importante será el tema Cuba durante la próxima administración estadounidense?; ¿cuánto pudiera presionar al gobierno estadounidense —y en qué dirección— la comunidad cubanoamericana respecto a las relaciones con la isla?
Para indagar en torno a estas y otras cuestiones, El Estornudo conversó con los expertos Jorge Duany, exdirector del Instituto de Investigaciones Cubanas y catedrático de Antropología en la Universidad Internacional de la Florida, en Miami, y Guillermo J. Grenier, catedrático de Sociología en el Departamento de Estudios Globales y Socioculturales de la Steven J. Green School of International and Public Affairs en la propia FIU (por sus siglas en inglés).
A partir del resultado de estas elecciones presidenciales, ¿el tema Cuba adquirirá o perderá relevancia en la política exterior estadounidense? ¿Acaso se mantendrá en un plano secundario, como durante la administración Biden?
Jorge Duany: En este momento la situación de Cuba no es una prioridad para el gobierno de Estados Unidos, y no creo que eso vaya a cambiar en los próximos meses, a menos que ocurra un evento como las protestas del 11 de julio de 2021. Si pasara algo así, los funcionarios públicos en Washington pondrían más atención en Cuba. Pero, ahora mismo, la isla no es una prioridad.
¿Ni siquiera como posible llave para asegurar ciertos intereses en América Latina?
JD: No lo creo. La prioridad ahora está en Ucrania y en Israel. Un poco en Venezuela y México también, pero de manera marginal. La región de América Latina no tiene en estos momentos mucha importancia para la política exterior de Estados Unidos. Podría tenerla, pero especialmente en el caso de México, sobre todo en referencia a la cuestión migratoria y la lucha contra el narcotráfico, y porque ese país es el principal socio comercial de Estados Unidos. Pero no mucho más.
Venezuela, por su parte, se ha convertido en una especie de mantra en el discurso de Trump. Es el ejemplo que usa para todo lo malo que, dice, puede ocurrir en el país. En ese caso hay como ecos de la pasada administración de Trump y su discurso sobre estas tres dictaduras que estaban creándole problemas a Estados Unidos: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Y si bien opino que en las últimas elecciones fraudulentas de Venezuela sí salió el tema de cómo Cuba pudo haber influido y promovido el fraude, este pasó rápidamente a un segundo plano. Como sea, no es un tema trascendente para la campaña electoral.
¿Qué podríamos esperar de la política estadounidense hacia Cuba si gana Kamala Harris?
Guillermo J. Grenier: Bueno, estas serían todas hipótesis, porque no hay manera de saber cómo sucederán las cosas con total seguridad. Dicho esto, la política de Harris va a depender de sus asesores. Si estos le recomiendan que volver a abrirse con Cuba traería mejores relaciones con América Latina, o que sería todo un legado, como ocurrió con Obama, quizás lo haga. Pero ella, realmente, no tiene una razón para hacerlo porque solo un 17 por ciento de la población cubanoamericana, que es la más interesada en estos asuntos, ha dicho que votará por ella. Harris podría valorar fríamente el fracaso del gobierno cubano actual y decir: «Para Estados Unidos sería mejor ayudar al pueblo cubano a través del apoyo a las pequeñas empresas privadas», o algo así. Puede hacerlo porque no tiene nada que perder con ello.
Tampoco nada que ganar…
GJG: Exacto. Solo ganaría si en algún análisis geopolítico entra Cuba, ya sea respecto a Venezuela o a las relaciones con América Latina. Incluso en temas relacionados con la influencia en la región de Rusia y China. De cualquier forma, serían pequeñas medidas. No creo que Harris termine con el embargo a Cuba.
JD: Yo he estado revisando algunas de las declaraciones de Kamala Harris, incluso de hace varios años. Ella se opuso en su momento al embargo y habló, luego de ser seleccionada como vicepresidenta de la administración Biden, de echar atrás las restricciones impuestas por Trump. Pero, como todos sabemos, la mayor parte de esas restricciones quedaron en pie y no hubo cambios, excepto, quizás, en lo referente a los viajes y las remesas, y también en la reanudación de las emisiones de visas en el Consulado de Estados Unidos en La Habana. Esto último normalizó un poco el problema migratorio, lo que no significa que se haya resuelto. Y eso sería una de las grandes diferencias entre una administración Harris y una Trump, porque el republicano ya ha dicho que piensa eliminar el programa de parole humanitario que ha permitido la entrada de decenas de miles de cubanos —y nicaragüenses, venezolanos y haitianos— a territorio estadounidense.
Entonces, no hay mucho que esperar si gana Harris.
JD: Todo indica que no. Incluso, ella ha sido muy parca en sus declaraciones sobre Cuba. La mayor parte de los informes sugieren que Harris mantendría la política actual de Biden. Puede que hace unos años simpatizara con la apertura que se dio durante la segunda administración de Obama, pero ahora no llegaría así de lejos. Salvo en algunos congresistas que desde hace mucho tiempo presionan para que se levante el embargo, no hay en estos momentos mucha voluntad política de mejorar las relaciones con Cuba.
¿Y si gana Trump?
GJG: Esto puede parecer una locura, pero la única remota manera de que pueda desaparecer el embargo es si gana Trump. Él, a diferencia de Harris, puede hacer lo que quiera sobre el tema Cuba. Podría decirle a los congresistas y senadores republicanos que quiere quitar el embargo y tendría el apoyo de estos sin problema, y ellos, sumados a los demócratas que piden el fin de esa política hacia Cuba, lo lograrían. Es una posibilidad lejana, pero real.
Sin embargo, Trump no ha mostrado interés en lo anterior; de manera que solo sucedería si se lo comenta alguno de sus aliados políticos —incluso Vladimir Putin, a quien Trump admira— o alguno de sus consejeros. Por supuesto, como mismo puede hacer una cosa, puede hacer lo contrario y decidirse por una política de máxima presión. Como él está mucho menos interesado en Cuba que la propia Harris, puede hacer lo que alguien le sugiera, en cualquier dirección, y tiene poder para lograrlo.
Hablemos del voto cubanoamericano. Según la encuesta realizada hace dos años por la FIU (en la que participó el Dr. Grenier), The 2022 FIU Cuba Poll, el 51.6 por ciento de los cubanos registrados como votantes en Florida apoyaban al Partido Republicano. La pasada semana, un estudio más actual —Cuba Poll 2024. How Cuban Americans in South Florida View US Policies towards Cuba, Critical National Issues and the Upcoming Elections— recogía que ese porcentaje alcanzaba el 54 por ciento. ¿Es eso lo que realmente podemos esperar del voto cubanoamericano?
JD: En 2022 quedó claro que más de la mitad de los cubanoamericanos tenía intenciones de votar por Trump, y del resto, la mayoría por Biden. Ese patrón se va a mantener ahora en el caso de Harris y, tal como dicen las encuestas más recientes, el voto de la comunidad será incluso más favorable a Trump que antes. Esto no sucede con la gran mayoría de las comunidades latinas, como la mexicana, la puertorriqueña y la dominicana. De hecho, aquí se da una suerte de imagen de espejo: en la misma proporción en que los cubanos favorecen a Trump, las demás comunidades latinas favorecen a Harris. La última encuesta sobre latinos hablaba en general de un 56 por ciento en favor de Harris y un 40 por ciento en favor de Trump. De 2020 a la fecha, el voto cubanoamericano se ha identificado con el MAGA (Make America Great Again), y este año eso debe mantenerse.
¿Y a qué se debe ese voto republicano tan mayoritario?
JD: Un amplio sector de la comunidad cubanoamericana cree que Harris está más a la izquierda que Biden. Incluso, está esa acusación infundada de que es comunista. El discurso anticomunista tiene todavía un impacto en esta comunidad, sobre todo en Miami. Y no solo entre los cubanos del sur de Florida, sino también entre venezolanos, nicaragüenses y hasta colombianos.
GJG: Hay que decir también que esa cultura política republicana en Miami se transmite por todos los medios de comunicación y las redes sociales. La gente consume mucho contenido político sobre Cuba por estas vías. En la encuesta de Cuba Poll 2024… verás que más de un 50 por ciento de las personas que reciben noticias sobre Cuba a través de las redes sociales reconoce que estas influyen mucho o algo en sus pensamientos políticos. En Miami hay una especie de incubadora ideológica muy fuerte, y es una incubadora republicana muy polarizada.
El gobierno cubano siempre ha vendido la narrativa de que la política hacia Cuba de Estados Unidos la decide la comunidad cubanoamericana. Algo así como que desde Miami se le dice a Washington cómo debe proceder con Cuba. ¿Hasta qué punto es cierto esto? ¿Realmente puede la comunidad cubanoamericana dictarle a Washington la agenda en materia de política exterior con respecto a Cuba?
GJG: Para responder eso, primero hay que hablar del voto cubano, que realmente es importante en Florida. A nivel nacional lo fue mientras el estado se repartía casi 50-50 entre demócratas y republicanos. Pero hace más o menos diez años, Florida se volvió completamente republicana. Entonces, como el estado ya quedó definido como republicano, realmente el voto cubanoamericano no es decisivo en ningunas elecciones.
No obstante, hay una característica de los cubanos que ningún otro grupo latino tiene: de los que poseen nacionalidad estadounidense, el 98 por ciento sale a votar. Es un «voto bloque» republicano. Pero no siempre fue así.
¿En qué momento y por qué se radicalizó hacia el Partido Republicano el voto de los cubanos?
GJG: Creo que ese momento comenzó en las elecciones de George W. Bush vs Al Gore. En el 2000, Bush ganó el estado de Florida por 537 votos, y eso fue decisivo para obtener la Presidencia. Se dice que en parte ganó por el tema de Elián González, pues los cubanoamericanos votaron por él debido al enojo que sentían con Clinton (demócrata) por haber devuelto al niño a Cuba. Es decir, en esas elecciones, el voto de los cubanos fue decisivo y comenzó a inclinarse hacia el Partido Republicano. Ahora, como el estado tiende al voto republicano, no creo que sea decisivo.
Entonces, si el voto de los cubanos no es decisivo, ¿no influyen en lo que Washington decida sobre Cuba?
JD: Siempre se ha dicho que son los cubanos de Miami los que determinan esa agenda de Washington, y podría decir que sí, pero sobre todo en tiempos de Ronald Reagan, quien tuvo una relación especial con la Fundación Nacional Cubanoamericana (FNCA) y su presidente, Jorge Mas Canosa. Pero Mas Canosa murió, y la FNCA, que ahora lleva su hijo, Jorge Mas Santos, se ha movido más hacia el centro del espectro político, simpatizando incluso con la agenda demócrata. Mas Santos no está ya tan identificado con la política de máxima presión sobre Cuba, y hasta favoreció la apertura de Obama.
Creo que se exagera el papel de los cubanoamericanos del sur de Florida en este sentido. En los ochenta sí existía esa influencia, ese lobby (por llamarlo de alguna manera) en Washington, pero no ahora. La influencia política de la comunidad se ha moderado y reducido. Solo podemos hablar de los tres congresistas cubanoamericanos del sur de Florida y algunos más en Estados Unidos, pero son un grupo pequeño.
¿Y cuánto pueden influir esos congresistas en la política exterior hacia Cuba?
JD: En el Congreso, que es el foro donde se debate el levantamiento o mantenimiento del embargo, los congresistas cubanoamericanos sí tienen importancia. Otros congresistas, que no son cubanoamericanos y han pedido cambiar la política de Estados Unidos hacia Cuba, no tienen la capacidad de conseguir la cantidad de votos en el Senado que requeriría levantar el embargo. Pero los del sur de Florida han logrado mantener un statu quo al respecto estableciendo alianzas con otros para evitar que haya cambios en la política actual. En ese sentido, sí tienen un peso importante.
GJG: Yo opino que la comunidad cubanoamericana tiene el poder que le da el Estado estadounidense. Cuando Obama cambió las reglas del juego en 2014, los cubanoamericanos se ajustaron a eso, aunque no cambiaron sus opiniones sobre el gobierno cubano. Obama inició el llamado «deshielo» con el apoyo de la élite cubanoamericana —como Jorge Mas Santos—, pero no con el de la comunidad, que estaba mayormente a favor del embargo y la máxima presión sobre Cuba. Pero los cubanoamericanos terminaron asumiendo la política de Obama, y al final del segundo mandato de este las estadísticas eran sorprendentes: antes, el 62 por ciento de los cubanoamericanos apoyaban el embargo; cuando Obama salió de la Presidencia, eran el 32 por ciento. Claro, con la llegada de Trump cambió la narrativa y todo volvió a su lugar. Entonces, ese poder de la comunidad cubanoamericana es una ilusión que, pienso, le viene muy bien a Washington. A la Casa Blanca le conviene decir que su política hacia Cuba obedece a lo que opinan los cubanoamericanos. Pero, en realidad, no es así. La comunidad cubana se ajusta a lo que haga el gobierno de Estados Unidos, que es quien decide cómo proceder con Cuba.
Sé que es demasiado pronto para saberlo, pero creo que vale la pena especular un poco al respecto: ¿qué cambios en la comunidad cubanoamericana podría traer esta gigantesca oleada migratoria de los últimos tres años?
JD: En efecto, es muy temprano para saberlo a ciencia cierta. Lo que sí está claro es que el impacto demográfico ha sido considerable. Hablamos de más de 650 mil personas que en ese tiempo han llegado a Estados Unidos. Claro, no sabemos cuántas de ellas están en libertad condicional, o cuántas esperan una vista jurídica o serán deportadas. Pero sabemos que son muchas, y la mayoría ha venido a Miami, concretamente a Hialeah. El impacto de esta oleada migratoria es y será tremendo, y ahora es que se está tratando de entender un poco en temas como las escuelas, la vivienda, el empleo, los servicios sociales. Eventualmente, se estudiará el impacto en la política, pero para eso hay que esperar unos años.
Sí podemos hablar de los que llegaron poco antes, de 2000 a 2020. Estos se alinean muy bien con las principales tendencias de la comunidad. No solo votan al Partido Republicano, sino que se han afiliado ideológicamente al exilio. De hecho, podría decirse que en ese sentido se parecen mucho más a los primeros cubanos que llegaron, los de los sesenta, que a los que llegaron en los noventa. Son mucho más conservadores. Todavía no lo entendemos bien, pero ese grupo, contrario a las expectativas de que fueran más liberales, matriculan en la causa republicana con la misma fuerza que esa primera generación de exiliados.
¿Y son también así los emigrados de los últimos tres años?
GJG: Es un tema muy interesante que investigo actualmente a través de entrevistas. Lo que he podido ver es que la mayoría de estos nuevos inmigrantes tiene menos de 40 años. Vienen con muchas esperanzas de prosperar, como otros cubanos antes que ellos, pero lo que encuentran aquí, en términos políticos, no es normal. La polarización política dentro de la comunidad cubanoamericana, y en Estados Unidos en general, es demasiada. Llevo muchos años en este país y como sociólogo me ha tocado vivir y analizar muchos fenómenos políticos, pero ninguno como este. La polarización y el radicalismo, especialmente republicano, es inédito. Reagan era un republicano de ideas radicales pero muy claras. Y era, además, un político. En esa época, aunque estuvieras en contra, podías hablar con un republicano. La lucha electoral era política y racional. Pero hoy no es ni una cosa ni la otra. Entonces, estos nuevos inmigrantes cubanos se están insertando en una comunidad donde la dinámica son los ataques, las fake news y cosas por el estilo.
Cuba es un tema para Cuba… Tan demoledoramente sencillo. No verlo así huele a politiquería, demagogia.
Esta es mi opinión:
El conflicto de fondo radica en que el Palacio de la Revolución no reconoce los derechos de todos los cubanos. Sin un verdadero diálogo y acuerdo con los cubanoamericanos no hay solución. La Casa Blanca no decide.