MIAMI, Estados Unidos. – Las autoridades del régimen cubano comunicaron a la Iglesia Católica que no renovarán la residencia temporal del sacerdote mexicano José Ramírez, miembro de la Congregación de la Misión, que este lunes en la noche hizo sonar las campanas del templo de La Milagrosa, en Santos Suárez, como gesto de solidaridad con los vecinos que protestaron por los prolongados apagones.
La medida, que implica la salida del sacerdote de Cuba, fue confirmada por una fuente eclesiástica al medio Martí Noticias.
Según explicó esa fuente, que habló bajo condición de anonimato por no estar autorizada a tratar en público asuntos internos de la Iglesia, el sacerdote tocó las campanas después de que los vecinos llevaran más de 12 horas sin servicio eléctrico.
La decisión de no prorrogar su estatus migratorio se habría presentado como una medida administrativa, pero en la práctica equivale a una expulsión de facto: una vez que expire su documentación, José Ramírez deberá abandonar Cuba y regresar a México, lo que —de acuerdo con la misma fuente— ocurrirá este jueves.
La responsable de comunicar la medida a la Iglesia fue Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista. De acuerdo con la versión ofrecida a Martí Noticias, Diego evitó utilizar el término “expulsión” porque, según la fuente, “sería un escándalo”, pero dejó claro que el Gobierno no renovará la residencia temporal del religioso.
Fuentes dentro de la propia Iglesia indicaron además que agentes de la Seguridad del Estado presionaron directamente a José Ramírez después del repique de campanas en La Milagrosa.
Con el toque de campanas, Ramírez se unió a otros religiosos católicos que han criticado abiertamente al régimen y se han solidarizado con la población, como los sacerdotes Lester Zayas, Alberto Reyes, Kenny Fernández Delgado y José Conrado Rodríguez Alegre, y la monja Nadiezka Almeida.
No es la primera vez que el régimen recurre a la salida forzada de un religioso crítico. En 2022, el Gobierno expulsó al sacerdote dominicano David Pantaleón, superior de los jesuitas en Cuba, debido a sus cuestionamientos a la dictadura y a su labor pastoral. En aquella ocasión, la monja Ariagna Brito Rodríguez, de las Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, reaccionó públicamente en Facebook con estas palabras: “Lamentamos que el Gobierno cubano, en uso de sus facultades de poderío dictatorial, sin principios ni valores, le obliga a abandonar el país: temen a la verdad, temen al rostro del bien y quieren deshacerse de lo que les molesta, es su único modo de proceder”.
Por otro lado, la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC, por sus siglas en inglés) ha señalado a Caridad Diego como responsable de la represión religiosa en la Isla y ha denunciado el uso de visas y residencias temporales como una herramienta de control sobre sacerdotes, religiosas y laicos. “Es una práctica sistemática para silenciar a los agentes de pastoral”, afirmó a Martí Noticias Luis Domínguez, investigador de la FHRC.








