LIMA, Perú – El diario estadounidense The New York Times expuso este viernes en una publicación el esquema de reventa de petróleo con el que el régimen de Nicolás Maduro subsidia a La Habana en los mercados internacionales.
El artículo trasciende luego que el petrolero venezolano Skipper fuera incautado este miércoles por fuerzas de Estados Unidos frente a las costas de Venezuela, rumbo a Cuba, donde la empresa estatal Cubametales esperaba recibir una parte sustancial del cargamento de crudo para revenderlo a intermediarios asiáticos, según documentos de la petrolera estatal venezolana PDVSA, datos de seguimiento marítimo y funcionarios citados por medios como AP, Reuters y POLITICO.
Cubametales es la compañía estatal cubana encargada de la importación y exportación de petróleo. El Departamento del Tesoro de EE.UU. la sancionó en 2019, cuando la señaló como “la empresa estatal cubana importadora y exportadora de petróleo” y la acusó de seguir recibiendo crudo venezolano pese a las sanciones contra PDVSA. Desde entonces, Washington la considera un engranaje central en el esquema que permite a La Habana obtener petróleo a cambio de apoyo político, de seguridad e inteligencia al régimen de Nicolás Maduro.
“La mayor parte del petróleo asignado a Cuba ha sido, en cambio, revendida a China, y el dinero ha proporcionado divisas muy necesarias para el gobierno cubano”, aseguraron al rotativo norteamericano personas cercanas al gobierno chavista.
En los últimos años, resalta el The New York Times, solo una fracción del petróleo venezolano destinado a Cuba ha llegado realmente a la Isla.
“Se cree que parte de ese dinero ha sido utilizado por funcionarios cubanos para adquirir bienes básicos, aunque la opacidad de la economía del país dificulta estimar a dónde termina yendo ese dinero, cómo se gasta o cuánto va a parar a intermediarios comerciales con vínculos con ambos gobiernos”, afirma el diario.
Según la publicación, la persona principal que gestiona el flujo de petróleo entre Cuba y Venezuela es un empresario panameño llamado Ramón Carretero, sancionado este último jueves por EE.UU.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos denunció esta semana que Carretero ha facilitado el envío de productos petrolíferos en nombre del gobierno venezolano. «Ha participado en contratos lucrativos con el régimen de Maduro y ha tenido diversas relaciones comerciales con la familia Maduro-Flores, incluyendo la asociación en varias empresas”, subrayó.
Documentos de PDVSA señalan que Cubametales ha obtenido contratos para comprar alrededor de 65.000 barriles diarios de petróleo venezolano en lo que va de 2025. Ello supone un aumento del 29 % con respecto a 2024 y siete veces más en relación al año previo.
De acuerdo con el diario estadounidense, “el historial de viajes del Skipper apunta a una red más amplia y flexible que conecta a las industrias energéticas de Venezuela, Cuba, Irán y Rusia, los cuatro adversarios de Estados Unidos que han sido, en distintos grados, excluidos del mercado petrolero mundial formal por las sanciones de Washington”.
Al respecto, un funcionario estadounidense declaró que la tripulación del buque incautado estaba compuesta por cerca de 30 marineros, en su mayoría rusos.
Lo que muestra la ruta: de Venezuela a Cuba y más allá
Los datos de seguimiento marítimo permiten reconstruir parte del trayecto. El Skipper zarpó a principios de diciembre del puerto de José, el principal terminal de exportación de crudo de Venezuela, cargado con crudo pesado. Según la firma TankerTrackers.com, el buque empleó técnicas típicas de la “flota oscura”, como falsificar sus señales de posición y efectuar transferencias de barco a barco para ocultar el origen del petróleo.
La misma base de datos indica que antes de la incautación, el Skipper transfirió cerca de 200.000 barriles de su carga a otro petrolero, el Neptune 6, cerca de Curazao, y que este segundo barco se dirigía a Cuba.
El Skipper forma parte de un grupo de petroleros sancionados que han sido utilizados para transportar crudo iraní y venezolano mediante operaciones opacas, de acuerdo con Reuters.
El vínculo del Skipper con redes de financiación de organizaciones designadas como terroristas por Washington viene de atrás. En 2022, el Departamento del Tesoro sancionó al entonces Adisa —nombre anterior del barco— y a su propietario Triton Navigation Corp. como parte de “una vasta y compleja red de empresas pantalla” usada para mezclar petróleo iraní y exportarlo en apoyo de Hezbolá y la fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria.
Ese mismo entramado de barcos “oscurecidos” ha sido clave para que Venezuela, bajo sanciones, siga colocando su crudo en mercados de Asia con la ayuda de intermediarios, reetiquetando la carga o transbordándola en alta mar. China se ha convertido en el principal destino final de ese petróleo, mientras Cuba aparece sistemáticamente como uno de los receptores intermedios a través de Cubametales.
La activista cubana Rosa María Payá, coordinadora de la plataforma Cuba Decide, sintetizó esta conexión en un mensaje en X. La líder opositora, también comisionada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aseguró que el Skipper fue sancionado hace años “por ayudar a una red ilícita vinculada a grupos terroristas extranjeros” y que “Cubametales planeaba mover la carga a corredores asiáticos”. A juicio de Payá, “la ruta dice mucho sobre quién dirige realmente los salvavidas de Maduro”.
En respuesta a Payá, la congresista María Elvira Salazar respaldó esta incautación y expuso: «Cuba es el centro neurálgico de la línea de vida criminal de Maduro, moviendo petróleo sancionado, financiando redes terroristas y desestabilizando nuestra región» . Aplaudo al presidente Trump por tomar medidas decisivas. Perseguir a los petroleros, a los contrabandistas y a los dictadores que envenenan nuestra región es la manera de restablecer la seguridad y la libertad en el hemisferio.








