LIMA, Perú – El discurso del dictador Miguel Díaz-Canel fue el encargado de cerrar este sábado el XI Pleno del Partido Comunista de Cuba (PCC). En la alocución, el gobernante expuso detalles del desastre económico en la Isla con el fin de hacer una nueva arenga a la resistencia del pueblo y pedir confianza ante venideras políticas.
“Nos espera un trabajo intenso. Que nadie espere soluciones fáciles o inmediatas. El camino es de lucha, de creación, de resistencia inteligente”, comentó Díaz-Canel.
Recordando el centenario del fallecido dictador Fidel Castro, Díaz-Canel ratificó que se debe ir “cambiando todo lo que debe ser cambiado; revolucionando la Revolución, que es lo que se espera de (…) los revolucionarios”.
El gobernante reconoció la compleja situación existente en Cuba, “urgida de transformaciones que no solo deben ser económicas y estructurales, también exigen un cambio de mentalidad”.
Se refirió a los “duros datos del comportamiento de la economía en los últimos meses”, reconociendo que, al cierre del tercer trimestre de 2025, entre otros elementos desfavorables, se muestra un decrecimiento en el Producto Interno Bruto de más de un 4%, con una inflación disparada y una economía parcialmente paralizada.
Como parte del ejercicio performativo de mea culpa, el discurso oficial no escatimó en apuntar al chivo expiatorio preferido del castrismo: el embargo estadounidense. Como es habitual en la propaganda del régimen cubano, se alimentó la narrativa de “país bloqueado” y de victimarios contra víctimas para expiar responsabilidades e ineptitudes.
Díaz-Canel también admitió la existencia en la población de una “inconformidad generalizada, por todo lo que funciona mal o no funciona”, aunque no definió cual era una u otra. “Por todas partes emerge la crítica al exceso de reuniones que `no resuelven nada´”, añadió.
El primer secretario del PCC además condenó que «la creciente desigualdad entre pequeños grupos poblacionales que parecen tener todos los problemas resueltos, algunos incluso presumiendo de su poder económico, mientras la mayoría no logra solventar incluso necesidades básicas».
Si bien la dictadura no tiene soluciones a corto plazo para la crisis generalizada que vive Cuba, el gobernante y la prensa estatal compartieron en su disertación una posible panacea para la debacle energética. “No podemos olvidar ni por un momento que en las condiciones actuales, la paralización de muchas actividades por largas horas de apagón” genera incertidumbre y acentúa sentimientos de desesperanza. Sin embargo, “a veces se pueden revertir con una palabra de aliento y el agradecimiento por lo mucho que se hace con tan poco”.
Por otro lado, Díaz-Canel se refirió también al Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, “cuya discusión popular adquiere especial trascendencia en este momento”.
“Corregir distorsiones y reimpulsar la economía no es un eslogan, es una batalla concreta por la estabilidad de la vida cotidiana, porque el salario alcance, porque no falte el alimento en la mesa, porque se acaben los apagones, porque se reanime el transporte, porque la escuela, el hospital y los servicios básicos funcionen con la calidad que merecemos”, recordó, enumerando los mismos objetivos que hace un lustro motivaron también a la fallida Tarea ordenamiento de la economía.
Entre otros temas, enfatizó también en lo imprescindible de colocar la producción de alimentos como prioridad nacional; asumir la inversión extranjera con sentido estratégico, y “avanzar con determinación en la corrección de las distorsiones monetarias”, esferas donde dijo se han identificado insuficiencias, lentitudes y obstáculos.
“A pesar de las limitaciones, la salud y la educación seguirán siendo gratuitas y de calidad para todos”, aclaró Díaz-Canel, a todas luces, ajeno a la crisis epidemiológica y sanitaria en la Isla.
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