octubre 2, 2025

Agotado el repertorio de mentiras, solo queda repetirlas

La visible incomodidad de un vicecanciller cubano en una reciente entrevista es el mejor reflejo de los días finales del régimen.
El vicecanciller del régimen cubano Carlos Fernández de Cossío se mostró incómodo por las preguntas del periodista Mehdi Hasan
El vicecanciller del régimen cubano Carlos Fernández de Cossío se mostró incómodo por las preguntas del periodista Mehdi Hasan (Captura de pantalla de la entrevista publicada por Zeteo)

LA HABANA, Cuba. – Si algo quedó claro en el papelazo hecho por Carlos Fernández de Cossío frente a las preguntas del periodista Mehdi Hasan es, sin dudas, que al régimen no le queda otra “defensa” que la mentira. La emplea con tal desfachatez y tan chapuceramente que hasta el más ignorante de los asuntos cubanos, solo por la gestualidad sobreactuada del viceministro, terminaría reconociendo que no hay la más mínima verdad en lo que dice.

No es que en algún momento, en esta larga historia de represión política y violaciones de los derechos humanos, hayan tenido la verdad en sus manos pero, como hábil manipulador e ilusionista que fuera, Fidel Castro se las arregló en sus primeros años de dictadura para echarse en el bolsillo a los más importantes medios de prensa internacionales y así salir ileso de situaciones similares donde escaseaban los argumentos y sobraban las evidencias de que la “revolución socialista” siempre ha sido un gran bulo, tras el cual intenta pasar inadvertida o legitimada una recua de mafiosos y criminales.

De aquellos tiempos de “encantamiento” hasta el desencanto global de estos días han llovido demasiadas mentiras como para que aún los funcionarios y “dirigentes” cubanos, con toda la mediocridad que los distingue, tengan la esperanza de salir ilesos en un cara a cara con un verdadero periodista (es decir, alguien lo suficientemente entrenado para detectar la mentira y para exponerla), o que incluso puedan lograr usarlo a su favor envolviéndolo en esa gastada retórica que ya hiciera quedar en ridículo a Raúl Castro cuando no se esperaba aquella pregunta sobre los presos políticos que jamás le hubiera hecho su amigo Ignacio Ramonet, o los lacayos de Rusia Today, TeleSur y todo el gremio “comprometido” de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

El verdadero periodismo, cuando los agarra de frente, sin escapatoria ni pactos, los descoloca por completo. Recordemos si no aquella divertida escena protagonizada por Vilma Espín en 2002, en los pasillos de la ONU, cuando confundió a Mario Vallejo con un periodista de la dictadura y, en pocos segundos, reveló entre “despiste” y prepotencia el servilismo que esperan de la “prensa” oficial. 

El enojo de Fidel Castro frente a Juan Manuel Cao, en 2006, durante una visita a Argentina, es otro buen ejemplo de lo que sucede cuando, estando fuera de sus dominios, les toca improvisar y la libertad de prensa los toma por sorpresa. Con la más simple pregunta y con la más enredada (y retórica) respuesta descubren a todo color la verdadera esencia embustera de quienes aún se resisten a aceptar que son malos incluso para mentir.

Por eso una vez más vuelven a quedar en ridículo, aunque esta vez le reservaron el triste papel a quien quizás pensaron con mejores condiciones para continuar negando la realidad sobre los presos políticos en Cuba una vez que, con la maldita circunstancias de las redes sociales exponiéndolos en su esencia criminal por todas partes, no encuentran el modo de “virar la tortilla”, y así la estrategia de desacreditar el trabajo de Amnistía Internacional, acusándola de “antisocialista”, no solo les jugó en contra sino que expuso el bajísimo calibre de esos “tanques pensantes” de la “continuidad” que, incluyendo a Fernández de Cossío y Johana Tablada, juntos no hacen ni una escopeta de pirotecnia.   

Pero es lo que tienen los “neocastristas” (es decir, los castristas trasnochados), muy “entrenados” para un show de Humberto López, tal vez para la comparsa propagandística de Randy Alonso, en tanto elaboran sus preguntas a partir de lo que está permitido responder, pero totalmente incapaces de inventarse otra respuesta, aunque sea para venderla como producto de exportación, que no sea esa gastada letanía de “todos nos odian, nadie nos quiere, somos las víctimas de una conspiración universal”.

Frente a la evidencia de cientos de nombres, con la documentación de hechos e incluso con el riguroso seguimiento de los casos, y hasta con los testimonios de jueces que han participado en los procesos amañados, con las actas de los juicios, con las denuncias públicas de familiares, la treta de pedir una lista de presos políticos al periodista que solicita una respuesta simple, positiva o negativa, más que un intento de distracción es una ofensa para quien ha hecho su trabajo, de modo que, a partir de ahí, cualquier maniobra que pretenda ganar al entrevistador es inútil, así como tampoco a las audiencias. Deberían aprender al menos eso.

La visible incomodidad de Fernández de Cossío, sus gestos y su modo de responder tan torpes, intentando revertir su fatal situación de alimaña atrapada en una ratonera, son el mejor reflejo de los días finales de un régimen al que se le agotó definitivamente su repertorio de mentiras y comienza a sonar como el desquiciado que, en su manía insana, se golpea la cabeza y masculla una única frase incoherente hasta morir.

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Efraín González

Bajo este seudónimo firma sus artículos un colaborador de Cubanet, residente en la isla por temor a represalias del régimen.