 
          enero-junio 2017 /
        
        
          pág 23
        
        
          Cimbra
        
        
          lamentablemente desmantelado en
        
        
          1926) era de un puente colgado, cir-
        
        
          cunstancia que enseguida impregna el
        
        
          espíritu local de manera que definitiva-
        
        
          mente todo el mundo conoce y llama,
        
        
          desde este momento y hasta la actuali-
        
        
          dad, la obra del Puente Colgante.
        
        
          Este primer proyecto definía un
        
        
          puente colgante sustentado por un
        
        
          solo cable de acero de 11 cm (43/4 pul-
        
        
          gadas) de diámetro confeccionado in
        
        
          situ, que apoyado en cuatro columnas
        
        
          de hierro fundido dispuestas dos a dos
        
        
          en cada estribo de los márgenes sopor-
        
        
          taban la estructura de un tablero de 68
        
        
          metros (244 pies) de claro, una anchura
        
        
          de 6,70 metros (24 pies) y una altura
        
        
          sobre el nivel de las aguas ordinarias
        
        
          de 12 metros (43 pies).
        
        
          El presupuesto estimado es de
        
        
          666.049 reales de vellón (rs) de los que
        
        
          el Ayuntamiento de Valladolid debe
        
        
          aportar 100.000 rs, adjudicándose las
        
        
          obras al Marqués de Salamanca, influ-
        
        
          yente hombre de negocios y político
        
        
          de la época. Como es de entender las
        
        
          arcas municipales no cuentan con este
        
        
          saldo, por lo que proponen dos inicia-
        
        
          tivas. La primera mediante “una rifa
        
        
          de elementos útiles para la agricultu-
        
        
          ra y de uso doméstico” cuya recauda-
        
        
          ción iría destinada íntegramente a las
        
        
          obras del Puente. Esta posibilidad es
        
        
          denegada por la Dirección General de
        
        
          Loterías, según comunicado del 28 de
        
        
          mayo de 1852. La segunda se basa en la
        
        
          enajenación de una parcela municipal
        
        
          solicitada a la Comisión de Hacienda
        
        
          del Consistorio el 19 de marzo de 1852.
        
        
          Ante esta delicada situación el Minis-
        
        
          terio de Fomento“acuerda la ejecución
        
        
          del puente por cuenta de los fondos
        
        
          generales del ramo de obras públi-
        
        
          cas… facultando que se contrate para
        
        
          no prorrogar la resolución del proyecto,
        
        
          un expediente económico con interés
        
        
          no superior al 10%”.
        
        
          En 1854, apenas dos años desde
        
        
          inicio de las obras, el Gobierno alega
        
        
          problemas de tipo técnico y económi-
        
        
          co, y paraliza las obras. La rescisión de
        
        
          los contratos de proyecto y ejecución
        
        
          llega cuando tan sólo se habían realiza-
        
        
          do los estribos de piedra con una altura
        
        
          de 19 metros sobre el fondo del cauce.
        
        
          El puente es un proyecto ambicioso
        
        
          y como en todas las obras de ingenie-
        
        
          ría se enfrenta a los dos problemas de
        
        
          siempre: el tiempo y el dinero. El dine-
        
        
          ro hace que el proyecto se demore y el
        
        
          tiempo permite encontrar una solución
        
        
          revolucionaria que hace que el puente
        
        
          sea especial.
        
        
          Tras este contratiempo Andrés
        
        
          Mendizábal persiste en su idea y pre-
        
        
          senta una alternativa al puente confia-
        
        
          da al sistema belga
        
        
          
            Vergniais
          
        
        
          . Se trataba
        
        
          de un sistema tan novedoso que so-
        
        
          lamente un año antes, en 1852, había
        
        
          sido levantado un puente similar en
        
        
          Lignon por el propio Vergniais. Men-
        
        
          dizábal responde de esta manera a la
        
        
          iniciativa del contratista José de Sala-
        
        
          manca.
        
        
          Se trata un tablero suspendido de
        
        
          arcos escarzanos rígidos de hierro por
        
        
          medio de péndolas de hierro forjado,
        
        
          con el sistema que el propio Mendizá-
        
        
          bal denomina como
        
        
          
            puentes Vergniais
          
        
        
          frente al que se empieza a conocer
        
        
          como
        
        
          
            puentes Hércules
          
        
        
          dada su forta-
        
        
          leza y rigidez. Sin embargo el propio
        
        
          ingeniero sigue defendiendo su primer
        
        
          proyecto de Puente Colgado, aunque
        
        
          este nuevo proyecto guardará el honor
        
        
          de haber sido el primero del sistema
        
        
          
            Vergniais
          
        
        
          en España.
        
        
          En cualquier caso esta opción se
        
        
          somete a la consideración de la“Comi-
        
        
          sión de estudio de puentes de hierro”
        
        
          que en aquel momento estaba presidi-
        
        
          da por Lucio del Valle y compuesta por
        
        
          los ingenieros de caminos Víctor Martí
        
        
          y Ángel Mayo. Esta Comisión ya se ha-
        
        
          bía posicionado en 1860 ante los fraca-
        
        
          sos de varios puentes colgantes, donde
        
        
          se indicaba que la fundición se relega-
        
        
          ba ante el hierro para la construcción
        
        
          de puentes, otorgando prevalencia al
        
        
          palastro de hierro forjado e inclinán-
        
        
          dose ante el sistema Bow-String, un
        
        
          nuevo sistema inglés de puentes pre-
        
        
          sentado en la Exposición Universal de
        
        
          Paris de 1855
        
        
          Tratándose de una obra que “sin
        
        
          ser excepcional es sin embargo muy
        
        
          notable e importante por su magnitud
        
        
          y circunstancias” la Comisión decide
        
        
          estudiar además de los“dos proyectos
        
        
          que presentó, ambos de un solo tramo
        
        
          y de una misma luz, uno de celosía y
        
        
          otro mediante sistema Vergniais, un