 
          enero-junio 2017 /
        
        
          pág 33
        
        
          Cimbra
        
        
          fruto del viaje realizado entre 1783 y
        
        
          1785 por Egipto y Siria, con tan solo
        
        
          veinticinco años.
        
        
          Doscientos treinta y cuatro años des-
        
        
          pués, nos despertamos con la siguiente
        
        
          noticia:“Imágenes captadas por un dro-
        
        
          ne confirman la destrucción de Palmira
        
        
          por la brutalidad del Estado Islámico”
        
        
        
           3 de marzo
        
        
          de 2017), constatando como en este,
        
        
          casi nuevo, siglo XXI la destrucción de
        
        
          monumentos y Bienes declarados Patri-
        
        
          monio de la Humanidad se ha conver-
        
        
          tido en objetivo directo de los conflictos
        
        
          armados. Sin embargo, la violencia ya
        
        
          no resulta noticiable, lo aparentemente
        
        
          importante es el espectáculo del ensa-
        
        
          ñamiento, como instrumento de oculta-
        
        
          ción de las  verdaderas intenciones.
        
        
          Pero antes de profundizar en esta
        
        
          cuestión, declaramos que no puede
        
        
          existir nada tan sustancial como las vi-
        
        
          das de los seres humanos. En ningún
        
        
          caso entendemos que resulta más im-
        
        
          portante el rescate de las piedras, por
        
        
          encima del de las personas. Ahora bien,
        
        
          sostenemos que por lejanas que puedan
        
        
          parecer estas situaciones, no resultan
        
        
          excluyentes antes que complementa-
        
        
          rias, pues la cultura es a la vez expresión
        
        
          y extensión de la dimensión humana.
        
        
          El patrimonio cultural forma par-
        
        
          te del legado recibido históricamen-
        
        
          te por los pueblos, alcanzándoles la
        
        
          responsabilidad de su conservación
        
        
          con el fin de trasmitirlos a las gene-
        
        
          raciones futuras. Cuando los bienes
        
        
          patrimoniales resultan excepcionales,
        
        
          alcanzan un valor universal reconoci-
        
        
          do por la UNESCO bajo la figura de
        
        
          Patrimonio de la Humanidad.
        
        
          La actitud ante el patrimonio,
        
        
          material o inmaterial, se construye
        
        
          desde las propias transformaciones
        
        
          en el modo de entenderlo, lo que
        
        
          indudablemente supone un perma-
        
        
          nente esfuerzo de delimitación y re-
        
        
          definición. A esta realidad debemos
        
        
          incorporar la condición dinámica y
        
        
          cambiante que la sociedad viene a
        
        
          encarnar sobre los parámetros cul-
        
        
          turales. Por otro lado, la evolución
        
        
          cultural de las civilizaciones comien-
        
        
          za a asumir determinados valores
        
        
          (simbólicos, espirituales, históricos,
        
        
          artísticos, etc.) que son entendidos
        
        
          como autónomos sobre la propia
        
        
          materialidad de los objetos o la ar-
        
        
          quitectura, incorporándoles el dere-
        
        
          cho que poseen, en sí mismos, a ser
        
        
          conservados y legados. Esta primera
        
        
          actitud empieza a consolidarse du-
        
        
          rante el siglo XVIII, integrando dos
        
        
          conceptos definitivos en la compre-
        
        
          sión y futuro del patrimonio.
        
        
          Desdemediados
        
        
          del siglo pasado,
        
        
          tras la segunda
        
        
          guerramundial y
        
        
          la reorganización
        
        
          internacional,
        
        
          destaca la
        
        
          abrumadora labor
        
        
          de laUNESCO
        
        
          en la protección,
        
        
          declaración y
        
        
          legislación sobre el
        
        
          patrimonio.