Todo lo objetivo que podamos materializar en esta tierra tiene raíz espiritual.
Renó Hedinger
En su reciente open studio de la exposición Ifahra Lif, que tuvo lugar en la Isler Gallery, en Laufen, Suiza, el artista Renó Hedinger mostró un conjunto de obras realizadas para esta ocasión, en las que buscó concentrar su estética y estilo personal. Como en ocasiones anteriores, sus preocupaciones por la manera en la que sentimos y asumimos el mundo espiritual que nos rodea van de la mano con las formas culturales que emanan de nuestra vida y las circunstancias y condiciones a través de las que reflejamos ese mundo natural y social.
Desde intensos contenidos, espirituales, culturales y sociales, aprovechando su destreza técnica, el artista articula ese mundo en provecho de una estética impecable, que le permite no dejarse arrastrar por ellos, sino que los dota de formas artísticas que los complementan. Su amor por el conocimiento filosófico, por pensadores y sistemas de pensamientos, tanto de la filosofía como de la religión, se ilustra bajo diferentes perspectivas en relación con la actualidad que poseen esos sistemas, para comprender los valores con los que se sostiene gran parte de la vida moderna.
Hedinger acude para ello a tipos de arte, como la pintura y el dibujo, y formas contemporáneas cercanas a la instalación y el performance, en ocasiones combinándolos, alcanzando que parecieran un cubo de Rubik. Así, en la muestra se encuentran dos obras que hacen referencia de manera específica a la realidad cubana: Homo homini lupus (2020) y Eunoia (2019).
La primera de estas consiste en una instalación, su título latino, como es conocido se traduce como “el hombre es el lobo del hombre”. Renó Hedinger nos recuerda una paráfrasis popular de la frase que versa: “el cubano se come al cubano”. El significado de esta pieza es claro, pero su solución visual es compleja. La bandera cubana confeccionada en madera se reproduce en gran tamaño, con dimensiones variables y, en su parte inferior, la imagen de la misma aparece empequeñecida, colgada de una trampa de ratón. Su amplia dimensión reafirma un valor simbólico en el que nos reconocemos, pero al disminuir su tamaño y ponerla así en una situación difícil, acompañada de un título en latín y recordando su adaptación al medio popular cubano, la pieza adquiere un sentido crítico sobre cómo este símbolo está seguido de circunstancias sociales que pueden no ser percibidas en su gran tamaño, creándose otras condiciones para la percepción del símbolo.
La segunda pieza, Eunoia, es una instalación en la que se aprecia la isla de Cuba formada por curitas. El título en griego traducido quiere decir “pensamiento bello”. Si la isla es representada por curitas resulta fácil entenderla como un territorio lleno de heridas. Renó acompaña la obra de una frase de Pitágoras que termina diciendo: “Ciertamente, aquel que siembra la semilla del asesinato y el dolor, no puede cosechar gozo y amor”. En esta, como en otras de sus obras, el artista se destaca por exponer situaciones sociales en su sentido más general, entonces nos preguntamos: ¿es la isla portadora de dolor? ¿Pueden la acción social y el pensamiento salvarla? Él no nos da la respuesta sobre la mejor opción, solo las trae a nuestra percepción; es posible que estas opciones tengan un sentido político, pero no se detiene el artista en componentes particulares de esos contenidos, referidos a luchas sociales o partidos políticos, sino que quizás los enmarca en aquellos alusivos a nuestra existencia social y humana.


Quisiera detenerme en una obra que sobresale del conjunto de las piezas, se nombra Meditación (2023), y consiste en un osito de peluche empapado con sangre, colgado de una delgada cuerda que está sujeta a la pared con una curita. En esta pieza se relacionan varias referencias simbólicas, valdría señalar las dos que considero más importantes: la niñez –con todo lo que ella conlleva– y la violencia. La imagen concentra estos dos significados que al unirse nos estremecen, pues desde nuestro nacimiento, la niñez, en muchas ocasiones, se enturbia con la violencia. Su título nos impele a meditar, a llegar a la esencia de las cosas desde nuestro propio mundo espiritual.
En el statement de la pieza, Renó señala lo siguiente:
Esta muestra expositiva es una consolidación seria de resiliencia. Tengo principios espirituales fundamentales en mi vida, los cuales son inherentes a mi trabajo: 1: Todos nosotros debemos reflexionar sobre el hecho de que todos los seres humanos somos seres de naturaleza y energía noble, bondadosa, creativa y trascendente. 2: Todos debemos entender que no existe ninguna persona trivial en la tierra, solo existen estados mentales y espirituales que nos imposibilitan ser sabios, generosos, empáticos. 3: Debemos reflexionar sobre algo tan crucial como el hecho de que, no somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual; sino que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana. 4: Y en cada pensamiento, emoción, sentimiento, decisión, actitud y obra de arte que pueda expresar y compartir con todos, intento ayudar a que todos nosotros logremos salvar cada mañana una nueva razón para amar de nuevo.
Estos principios son sentencias que guían su vida y dan coherencia a su obra, principios que sostienen su capacidad de resiliencia para sobrellevar y vencer las dificultades de la vida.
Refiriéndose a su trabajo, él nos dice: “Es un hermoso y profundo camino semiótico, cada signo ha sido un testigo mudo de escenarios muy íntimos y colectivos en mi vida. Que a la vez están estrechamente relacionados con la ambivalencia de la supervivencia del contexto cubano y global”.
Su inclinación filosófica tiene presencia en una hermosa pieza nombrada Apología de Sócrates (2018), de carbón y acrílico sobre lienzo. En ella, Renó Hedinger reproduce un dibujo de Leonardo Da Vinci nombrado Hombre de Vitrubio o Estudio de las proporciones humanas, situando en la cabeza del dibujo original el símbolo de on/off que se utiliza en la tecnología digital.
Desde esta perspectiva se encuentran varios significados: el primero, el nombre de la pieza que traslada al filósofo griego al presente y, el segundo, la reproducción de un dibujo de Da Vinci, que la coloca en circunstancias diferentes: la Grecia clásica y el Renacimiento italiano y la apelación a la figura de Sócrates, quien fue condenado a muerte por enseñar a sus discípulos los valores humanos. Para la historia de la filosofía y la cultura, este pensador ha pasado como uno de los más eminentes de la antigüedad clásica. Por su parte, el dibujo de Da Vinci referido a Vitrubio, enaltece su figura, él y Sócrates son estimados por el papel social que desempeñaron en la consolidación de la cultura en sus respectivas épocas.
El valor estético de la pieza se centra en exaltar los méritos del filósofo desde su título, colocado en la representación un dibujo de gran valor estético, pero sobre todo en los intercambios de esos valores bajo el dominio de la era digital. Esa era el artista la sitúa en la cabeza del dibujo, pretendiendo con ello llamar nuestra atención
Por último, en este camino de acercarnos a la obra de este creador, valga detenernos en la pieza Biología del silencio, 2023, una instalación integrada por un objeto y un performance realizado por el artista. El primero consiste en un chaleco encontrado por Renó en el mar en Túnez, uno de los lugares en los que la emigración es más fuerte y dura. A este objeto le colocó una medalla de un premio Nobel y un espejo que contiene la imagen del cerebro humano. Son elementos diferentes que en nuestra civilización suceden con normalidad, coexistiendo al unísono valores culturales con humanos. Por su parte, el performance consiste en una acción que realiza el artista vistiendo el chaleco, puesto de rodillas y orando, a su lado una hoja que contiene las oraciones que citará.
Esta muestra de obras tan disímiles, con contenidos tan diversos, presenta una coherencia interna que la hace poderosa y que facilita las emociones que cada pieza provoca. Es complejo representar, como lo hace Renó, el interior de los males y las virtudes humanas, pero no, como hemos venido afirmando, desde los conflictos en sus manifestaciones externas, sino partiendo de sus significados y sus sentidos escondidos o desvalorados. El artista se desliza entre ellos como un ave que proyecta su sombra al acercárseles, a veces los asusta, otras los emociona, porque el vuelo es una aspiración humana.
En esta muestra, cada pieza está relacionada desde el interés espiritual de Renó Hedinger por conectar valores, épocas y condiciones sociales, hurgando en sus contradicciones internas, haciendo sobresalir componentes tanto espirituales como materiales, que bajo esas contradicciones veremos aflorar a partir de los detalles que las caracterizan, en el sentido de lo que cada uno representa para los hombres.
La espiritualidad es un alma y un cuerpo que continuamente buscan su armonía atravesando la vida con sus disfrutes y desalientos, esto es lo que da sentido a las obras de arte de Renó. Cuando él se nos acerca se siente un roce cálido de bondad y es un privilegio hurgar en sus obras tratando de comprender cómo envuelve la belleza de su humanidad.

