En esta entrevista de 2008, la totémica critica literaria habla sobre el concepto de "otra tradición" en Ashbery, su canonización y cómo ha influido en la poesía contemporánea estadounidense.
Varios críticos han señalado que Cynthia Ozick se ocupa esencialmente de dos temas: los judíos y Henry James. Creo que no sería inexacto añadir un tercer tópico: la escritura misma.
No es exacto decir que Flaubert se retira de sus libros para convertirse en Dios, porque Dios no existe. No, lo que Flaubert hace es retirarse al lugar que Dios ocuparía si existiese.
Los admiradores de Valéry no le hacen ningún favor al enfatizar su extrema lucidez. Lo que los Cahiers muestran es que este hombre, que tanto tiempo pasó pensando sobre sí mismo, apenas se conocía.
Nada más alejado de cualquier esplendor mundano que estas cartas eruditas, intensas e incesantemente sarcásticas en las que el joven Beckett, atenazado por las enfermedades, la pobreza y la lucidez ha esbozado un magnífico retrato del artista como perdedor perenne.
En alguna ocasión, cierto malicioso crítico del posestructuralismo francés cuyo nombre ahora me elude, observó --acaso injustamente-- que en el fondo toda la así llamada French Teory podía reducirse a una regurgitación más o menos talentosa del pensamiento alemán....
En un momento hacia el final de la conversación Beckett dijo: “Estoy cansado de hablar de mi obra”. Comprendí que no se refería solo a una obra en particular, sino que no quería hablar de su escritura con nadie más y no solo por el momento: nunca más.
Henry James parece haber considerado el espacio epistolar como un laboratorio donde no solo podía dar rienda suelta a su voracidad grafómana y desplegar su abrumadora cortesía, sino también exponer sus opiniones contundentes. Acá una muestra de su correspondencia.