MADRID, España.- El régimen cubano anunció este lunes que aceptará la ayuda humanitaria ofrecida por Estados Unidos —valorada en tres millones de dólares— destinada a los damnificados del huracán Melissa en el oriente del país y canalizada a través de la Iglesia Católica. No obstante, dejó claro que su distribución será gestionada “en plena coordinación con sus autoridades”, un punto que genera desconfianza entre ciudadanos y observadores ante los antecedentes de falta de transparencia en el manejo de donativos internacionales.
En un comunicado del Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX) y replicado por el portal oficialista Cubadebate, el régimen confirmó que la Iglesia Católica de Cuba comunicó el ofrecimiento de asistencia material por vía del Servicio Católico de Ayuda de Estados Unidos (CRS), con fondos aportados por el gobierno norteamericano, así como otro donativo proveniente de la Arquidiócesis de Miami.
El MINCEX señaló que “se agradecen estos gestos humanitarios” y aseguró que las autoridades cubanas trabajan para “canalizar el aporte del modo más rápido y eficiente”, a fin de que la ayuda llegue “con prontitud a las poblaciones necesitadas”. El texto subrayó además que Cuba cuenta con “una experiencia positiva de años de cooperación vinculada a la labor humanitaria de la Iglesia Católica”, siempre bajo la coordinación y control del Estado.
Sin embargo, este condicionamiento despierta recelo dentro y fuera de la Isla. En emergencias anteriores, la distribución de ayudas internacionales ha estado marcada por la opacidad, el desvío de recursos y la falta de rendición de cuentas. A menudo, los donativos llegan filtrados por estructuras estatales o partidistas, sin alcanzar directamente a las comunidades golpeadas.
La Iglesia Católica, mediadora en la entrega de la ayuda
Un día antes del comunicado del MINCEX, los Obispos Católicos de Cuba y Cáritas Cuba habían informado que sostenían “conversaciones útiles y positivas con todas las partes” para concretar la entrega de la ayuda humanitaria estadounidense. En su mensaje, reconocieron que las comunidades del oriente del país viven una “situación catastrófica, muy dolorosa y triste”, e insistieron en la necesidad de solidaridad con las diócesis de Santiago de Cuba, Guantánamo, Bayamo y Holguín.
El anuncio de los obispos se produjo pocas horas después de que el Departamento de Estado de Estados Unidos, a través de su Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, informara que coordinaba directamente con la Iglesia Católica en Cuba la distribución de la asistencia humanitaria. Washington precisó que los tres millones de dólares de ayuda irán directamente a los sectores más golpeados, reiterando que la asistencia está “dirigida al pueblo cubano, no al régimen”.
Reacciones del régimen y tensiones diplomáticas
El ofrecimiento inicial fue realizado públicamente por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, quien aseguró que Washington estaba “preparado para ofrecer ayuda humanitaria inmediata al pueblo cubano afectado por el huracán Melissa”. La propuesta desató reacciones encontradas dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX).
El viceministro Carlos F. de Cossío confirmó en la red social X que “hemos entrado en contacto con el Departamento de Estado y estamos en espera de precisión sobre cómo y en qué manera están dispuestos a ayudar”. Pero otros funcionarios y propagandistas del régimen, incluyendo el embajador Juan Antonio Fernández Palacios, adoptaron un tono hostil. Este último escribió: “Nada de limosnas ni condicionamientos”.
Otras ayudas internacionales y falta de transparencia
Mientras tanto, otros países y organismos han ofrecido ayuda a la Isla tras el devastador paso de Melissa. La Cruz Roja de China envió mil kits familiares de emergencia con artículos de abrigo, higiene y otros productos esenciales. La ONU, por su parte, había liberado 4 millones de dólares del Fondo Central de Respuesta a Emergencias (CERF) como “acción anticipatoria” antes del impacto del ciclón, aunque no existe información pública sobre el uso de esos fondos ni mecanismos independientes de fiscalización.
También la Embajada de Noruega en Cuba anunció una contribución de 400.000 dólares, según comunicó su embajador John Petter Opdahl.
Sin embargo, como ha ocurrido en anteriores desastres, el régimen gestiona estas donaciones sin rendición de cuentas ni supervisión externa, mientras las comunidades afectadas enfrentan apagones, escasez de alimentos y agua potable, colapso de infraestructura y falta de servicios básicos.
La aceptación del donativo estadounidense, aunque presentada como un gesto humanitario, reabre así el debate sobre la falta de transparencia del Gobierno cubano en el manejo de la ayuda internacional y la necesidad de que esta llegue realmente a las manos de quienes más la necesitan, sin control político ni manipulación oficial.








