En época de seca el río Santa Cruz, que discurre por un cañón del mismo nombre, es recorrido por excursionistas. Antes de 2020 solía ser visitado por cuatro o cinco grupos en un mismo fin de semana; ahora solo se aventura uno cada cuatro o cinco meses.
La meta de esta accidentada caminata de cuatro horas entre las montañas de la Sierra del Rosario es la famosa Casa de Tomás. Una vez allí, se acampa durante unos días y se disfruta de la naturaleza a la par que se comparte con los campesinos de la comunidad.




Tomás García, de 82 años de edad, llegó allí hace 75 con sus padres y sus hermanos. Actualmente se encuentra en el pueblo de San Cristóbal recuperándose; fue sometido a una operación de la vista hace algunos meses. En la casa ha quedado su hijo Alexander, quien recibe con gusto a los excursionistas que le visitan.


Fue a principios de los noventa que esta modesta finca se convirtió en un destino popular entre los excursionistas cubanos. A medida que se fue corriendo la voz acerca de la hospitalidad de los lugareños y la belleza del paisaje, llegaron cada vez más visitantes; incluso algunos de otras latitudes.



En la misma explanada donde se seca el café suelen desplegarse las tiendas de campaña.



La vivienda familiar consta de dos construcciones de madera; una de ellas incluye el comedor, la cocina y el baño, espacios que los visitantes pueden usar libremente.




Si bien en la Casa de Tomás se reciben a los viajeros de forma incondicional, es tradición en el excursionismo cubano llegar con alguna donación. Es conocida la dura situación del campesinado cubano, así como la dificultad de acceder a determinados productos y utensilios en comunidades tan intrincadas.
(Texto y fotografías de Marcel Villa).