noviembre 24, 2025

Terminal en Santiago de Cuba: epicentro de los asaltos en la provincia

La terminal intermunicipal de Calle 4 se ha convertido en uno de los puntos más peligrosos de Santiago de Cuba, con robos frecuentes en medio de aglomeraciones y policías en complicidad con los ladrones.
Santiago de Cuba, Cuba, asaltos
Terminal intermunicipal de Calle 4 en Santiago de Cuba. (Foto: CubaNet)

SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Un turista mexicano fue recientemente víctima de un asalto en La Habana, un hecho reportado por CubaNet que ha vuelto a poner sobre la mesa la persistente inseguridad en varias ciudades del país. El episodio refleja un fenómeno que no es exclusivo de la capital: la violencia en las calles se extiende a otras provincias, donde los ciudadanos se enfrentan a la misma vulnerabilidad.

El extranjero en cuestión sufrió un asalto en La Habana Vieja durante un apagón que dejó las calles a oscuras. Al regresar a su alojamiento, logró escapar del primer ataque, pero otros aprovecharon la confusión para arrebatarle el teléfono móvil. En esta ocasión, algunos factores, como la falta de iluminación o la nacionalidad de la víctima, de seguro propiciaron el ataque, pero esto no quiere decir que los nacionales estén a salvo ni que la luz del día les exima.

En Santiago de Cuba, por ejemplo, esta realidad se concentra en lugares como la terminal intermunicipal de Calle 4, en el reparto Sueño, que conecta el municipio cabecera con poblados como Songo-La Maya, Palma Soriano, Contramaestre y San Luis. Allí, el escenario es distinto: los ataques ocurren a plena luz del día. Las filas de pasajeros que esperan transporte, cada vez más limitado, crean aglomeraciones donde los delincuentes seleccionan a sus víctimas.

Historias que revelan el patrón

Migdalia López fue despojada de sus pertenencias a principios de octubre mientras intentaba abordar un camión con destino a Palma Soriano, donde reside. Eran casi las dos de la tarde cuando llegó a la terminal y, enseguida, unas caras sospechosas llamaron su atención. “Agarré fuerte la cartera, pero antes metí el teléfono en un bolsillo difícil de acceder, pero con tal de proteger el teléfono, descuidé el monedero”, relata.

“Cuando al fin llegó un carro, aquello se puso bestial para subir. La gente empujándose, subiéndose por la ventanilla, en fin, un caos total. Por tratar de colarme, me distraje unos segundos. Solo sé que cuando me logré sentar, que revisé, ya no tenía mi monedero. Gracias a Dios el teléfono sí estaba”, describió. “Lo que más me dolió fueron mis documentos, mi carné, mi licencia de cuentapropista y las tarjetas que rápidamente bloqueé. Valga decir que no tenía casi dinero en efectivo”, dijo.

Por esos días, dos vecinos del poblado El Cristo, un hombre y una mujer, también fueron atacados de manera casi simultánea. Nuestra colaboradora de Songo-La Maya, Yadira Serrano Díaz, presenció el hecho.

“Después de más de dos horas esperando, por fin llegó un camión. Yo no tengo costumbre de correr a subirme porque sé lo que conlleva. Son muchos los reportes de asaltos en esta terminal. Ya las personas andan erizadas, pero a la hora que llega un carro, pierden los estribos, y es entendible: todos se quieren ir. Esas personas subieron de primeros, pero les costó caro. Cuando el señor se tocó los bolsillos para pagar se percató de que no tenía ni su billetera ni su teléfono. Enseguida todos comenzaron a revisarse y fue entonces que la mujer no encontró su teléfono en el bolso”, explica nuestra reportera. “A ambos los asaltaron en el tumulto”, concluyó.

En este contexto, otro factor alimenta la sensación de impunidad y convierte a la terminal en un espacio más peligroso aún. La escasa presencia policial y las denuncias de posibles sobornos a agentes amplifican la sensación de impunidad.

El testimonio de una trabajadora de la misma terminal describe la dinámica con crudeza: “Los policías apenas aparecen, porque muchos trabajan con los ladrones, hasta reciben dinero de ellos. Yo he sido testigo visual de eso. Es por lo que ellos no temen estar aquí merodeando. Están autorizados”, denunció en anonimato la mujer.

Esta indiferencia institucional obliga a las víctimas a denunciar en canales informales, como son las redes sociales que si bien sirven para dar a conocer los casos y visibilizar el problema, desafortunadamente no tiene impacto legal.

Yurisel Pérez Cedeño fue asaltada al montar en la guagua de Baconao, también en los primeros días de octubre. “Había muchas personas y cuidaba de mi cartera, pero también me quería montar, porque estaba llena y temía quedarme. Tenía personas a todo mi alrededor, pero delante había un muchacho con un bolso que me miraba y se corría de un lado para otro. Tal vez fue en ese momento que pasó, que me llevó el monedero”, explicó a CubaNet.

La muchacha pidió ayuda en varios grupos de Revolico Santiago de Cuba para que si alguien encontraba su carné de identidad, que se lo devolviese, ya que en muchos casos los asaltantes botan los documentos una vez sustraen el dinero.

Vale acotar que perder documentos oficiales en Cuba representa una odisea burocrática que consume días enteros, colas desde la madrugada en oficinas que abren tarde o cierran antes, papeles que faltan y requisitos que cambian sin previo aviso. Es por ello que algunas víctimas de asalto, como Migdalia y Yurisel, quedan inclusive más preocupadas por los papeles que por el dinero en sí. 

Volviendo a los asaltos: en cada episodio destacan algunas particularidades que delatan a presuntos sospechosos: actitud extraña, hombres que no esperan transporte, que no venden nada y permanecen apostados en la entrada de la terminal, con mochilas al frente; muy atentos a los movimientos de la multitud. A pesar de ser visibles, continúan allí sin que haya una intervención sostenida.

Algunos asaltos son violentos

Algunos ataques en Calle 4 son particularmente violentos, como el que sufrió una estudiante de Medicina el pasado 1.º de septiembre, el mismo día que comenzó el curso escolar en la provincia. La chica fue asaltada a punta de cuchillo, mientras intentaba abordar un ómnibus con destino a La Maya, donde vive. En plena tarde y rodeada de personas, el individuo le metió la mano en la cartera para robarle el teléfono, mientras la intimidó exigiéndole silencio. Ninguno de los presentes intervino.

Esta inacción de las personas probablemente estuvo marcada por el miedo, debido a que el arrebatador llevaba un objeto punzante. En un contexto donde la inoperancia policial es cada vez más evidente, muchos ciudadanos han optado por hacer justicia por sus propias manos, reteniendo e incluso golpeando a los asaltantes, mientras se aseguran de que no escapen en tanto llegan las autoridades.

En esa ocasión, el padre de la universitaria, Eminaldo Ramírez Muestelier, quien fue el primero en denunciar lo ocurrido en su perfil de Facebook, también cuestionó abiertamente a las autoridades: “¿Hasta cuándo se permitirá la impunidad?”.

Su cuestionamiento dibuja un dilema social mucho más preocupante: por un lado, el aumento de la violencia callejera; por otro, la reacción ciudadana ante la incapacidad institucional de proteger a la población. En ese sentido, la inseguridad ha dejado de ser una percepción aislada en Cuba para convertirse en un miedo cotidiano, en un sentimiento de vulnerabilidad que va más allá de la pérdida material.

Datos que refuerzan esa percepción

Al respecto, en su informe de 2024, el Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (OCAC) muestra un crecimiento sostenido de la criminalidad común, un escenario que alimenta el miedo colectivo y la sensación de indefensión. Según datos recopilados, solo en el primer semestre se documentaron 432 delitos, incluyendo 91 asesinatos y 260 robos. Esto representa un promedio de 2,37 hechos diarios.

No obstante, en 2025, la cifra ascendió a 1.319 delitos entre enero y junio, más de siete crímenes al día y justamente los robos son el delito más frecuente, con 721 casos reportados. Además, la OCAC también registró 61 asaltos y 38 agresiones, que afectan tanto a hombres como a mujeres, menores y ancianos. En el análisis, Santiago de Cuba es de las provincias más afectadas, junto a Matanzas, La Habana y Holguín.

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