noviembre 19, 2025

Díaz-Canel: “No hay cama pa’ tanta gente”

Tres semanas después de Melissa, Cuba sigue sumida en el caos
Miguel Díaz-Canel visita El Cobre (Capturas de pantalla: José Raúl Gallego - Facebook)

LA HABANA.- A punto de cumplirse tres semanas del azote del huracán Melissa en el oriente cubano, cualquiera pensaría que el tema habría perdido protagonismo. En un país normal quizá sí, pero en la Cuba controlada por el castrocomunismo, la crisis parece prolongarse sin final a la vista.

Este mismo martes, un reporte en CubaNet evidenció el descontento creciente en la región oriental: “Santiago de Cuba estalla por segundo día consecutivo: barrios completos llevan más de 20 días sin luz”. El día antes, otra nota recogía la dura advertencia del arzobispo de Santiago: “Pobreza, escasez y miseria marcan la vida en Cuba tras el huracán Melissa”.

Lejos de centrar la atención en la recuperación, la realidad obliga a seguir hablando de los destrozos y de la respuesta gubernamental, tan débil como de costumbre.

Un ejemplo de ello aparece en el periódico provincial de Guantánamo, Venceremos, que publicó un reportaje titulado —sin pudor alguno— “Melissa: bendición para los embalses, reto en el suministro”. En él se intenta justificar que, con los embalses al 95 %, la población siga padeciendo una aguda escasez de agua. El contraste con la realidad no puede ser más evidente.

Aún más reveladora fue una encuesta reciente publicada por Cubanet en sus redes sociales: “Si nos lees desde Oriente, cuéntanos qué les han donado o vendido y desde dónde nos escribes”. Las respuestas fueron contundentes: la ayuda internacional anunciada no coincide con lo que llega realmente a los afectados. Las quejas se repiten: raciones mínimas, alimentos en mal estado, ventas en lugar de entregas gratuitas y comunidades enteras sin luz ni agua.

Mientras tanto, no han faltado los recorridos de la cúpula del régimen, encabezada por Miguel Díaz-Canel, por las provincias afectadas. Pero uno de esos encuentros dejó al descubierto la desconexión del mandatario con la realidad del pueblo.

Durante su visita a la villa de El Cobre, una damnificada se atrevió a decirle: “No tenemos cama”. La respuesta del presidente, seca e impaciente, se volvió viral por su tono de burla:
“¡Y yo tampoco tengo pa’ dártela ahora!”

El comentario merece reflexión. Si fuera cierto que el jefe de Estado no tiene forma de proporcionar algo tan básico como una cama, sería una confesión escandalosa. Pero el problema no es la falta de recursos, sino la falta de voluntad política para mover la maquinaria estatal y resolver un caso concreto. Nada le impedía priorizar uno de los miles de recursos disponibles para obras oficiales. No quiso hacerlo.

El contraste con épocas pasadas es evidente. Fidel Castro —dictador y responsable del desastre estructural del país— cuidaba ferozmente su imagen pública. En sus primeros años, muchos cubanos creían que, si algo no se resolvía, era porque “Fidel no se había enterado”. Y el propio líder alimentaba esa percepción resolviendo personalmente algunos pedidos directos, un gesto calculado para fortalecer su mito.

Díaz-Canel, en cambio, llegó a la presidencia después de décadas ascendiendo en la burocracia comunista, diciendo siempre “sí” a los de arriba y “no” a los de abajo. Su actitud ante la mujer que pedía una cama no es un desliz: es la expresión más pura de ese estilo político.

Por eso la frase “no tengo pa’ darte una cama ahora” no solo irrita a los afectados; también expone, ante todo el país, el verdadero rostro de un régimen agotado, incapaz de responder a las necesidades más elementales de su gente y cada vez más hundido en su propia fase terminal.

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Hipólito Echegoyen

Periodista independiente radicado en Cuba.