MIAMI, Estados Unidos. – En un escenario de grave y sostenida crisis energética, con prolongados apagones y al menos cinco desconexiones nacionales del sistema eléctrico en el último año, el Gobierno cubano y organismos internacionales concentran recursos técnicos y financieros en 16 hoteles de Varadero y Jardines del Rey para optimizar su consumo de electricidad y reducir su huella ambiental.
Mientras buena parte de la población pasa horas a oscuras, estos polos turísticos reciben tecnología de punta financiada por la cooperación internacional y acompañada por instituciones cubanas.
Según el periódico Invasor, el llamado Proyecto Internacional Turismo Sostenible instala “sistemas automatizados de medición del consumo eléctrico” en 16 instalaciones del Ministerio de Turismo ubicadas en Varadero (Matanzas) y Jardines del Rey (Ciego de Ávila). Los hoteles incorporan sensores, convertidores de señales y un sistema informático que permite supervisar en tiempo real el gasto eléctrico, apoyado además por cuatro estaciones meteorológicas automáticas ubicadas en puntos extremos de ambos destinos, con el objetivo de construir modelos detallados de consumo energético.
Alfredo Curbelo Alonso, investigador del Centro de Gestión de la Información y Desarrollo de la Energía (Cubaenergía) y parte de la coordinación nacional del proyecto, explicó a Invasor que el despliegue de estos equipos forma parte de los esfuerzos para mejorar el desempeño energético de los hoteles y permitirles certificar la norma cubana “Sistema de Gestión de la Energía-Requisitos con Orientación para su Uso”.
Detrás de esta apuesta está un programa de largo aliento, diseñado desde La Habana pero financiado y validado por organismos internacionales. El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) describe el proyecto “Integración de la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático en el desarrollo del turismo sostenible en Cuba” como una iniciativa de seis años (2023–2029) que busca incorporar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, así como la mitigación del cambio climático, en zonas costeras marino-vulnerables mediante modelos de gestión innovadores y nuevos mecanismos financieros.
Las acciones piloto se concentran en Cayo Coco, Cayo Guillermo y Varadero, todos enclaves turísticos clave, con énfasis en tecnologías de bajas emisiones en instalaciones hoteleras.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) resume el objetivo de la iniciativa como la promoción de “un turismo que propicie la conservación y uso sostenible de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático en zonas costeras”. El proyecto es implementado por el Instituto de Ecología y Sistemática de la Agencia de Medio Ambiente, con el acompañamiento del PNUD y financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF).
El CITMA reconoce que la llamada “industria sin humo” constituye “una fuente importante de ingresos al país”, pero advierte que un crecimiento desmesurado podría causar “una afectación paulatina al entorno”, por lo que insiste en la necesidad de incorporar criterios de sostenibilidad al desarrollo turístico.
El portal oficialista Excelencias Cuba subraya que el proyecto busca “impulsar la transición energética mediante la incorporación de fuentes limpias y la inversión en eficiencia”, con el fin de ahorrar electricidad y reducir emisiones contaminantes, y a la vez consolidar la imagen de Cuba como destino turístico sostenible.
En otras palabras, el turismo vuelve a colocarse en el centro de la narrativa oficial sobre modernización energética y cambio climático, incluso cuando la red eléctrica que sostiene la vida cotidiana del país se encuentra al borde del colapso.
El contraste salta a la vista: estos avances tecnológicos en instalaciones hoteleras ocurren mientras la población sufre “prolongados apagones” que en muchas localidades superan las 20 horas diarias, y mientras en el último año la Isla ha experimentado cinco desconexiones nacionales que la han dejado completamente a oscuras.
A ello se suma el impacto del huracán Melissa sobre parte de la infraestructura del oriente cubano, en un proceso de recuperación que podría tardar años, si no décadas. Sin embargo, los hoteles de sol y playa continúan entre los primeros en recibir energía, ya sea por prioridad en el despacho eléctrico o por acceso a fuentes propias de generación, lo que mantiene esas áreas iluminadas y climatizadas mientras amplias zonas residenciales permanecen sin servicio.
La Unión Eléctrica ha reconocido que en La Habana los cortes no programados superan a menudo las nueve horas diarias, mientras en varias provincias los hogares disponen de solo dos a cuatro horas de electricidad cada día. A esto se añaden sucesivas fallas de plantas termoeléctricas envejecidas que han provocado apagones nacionales repetidos en menos de un año, en medio de la peor crisis económica en décadas.
En este contexto, la decisión de canalizar fondos del GEF y del PNUD, así como capacidades técnicas de instituciones cubanas, hacia la mejora del desempeño energético de hoteles en Varadero y Jardines del Rey no es neutra. Mientras el Ministerio de Turismo se convierte en “el mayor beneficiario del proyecto”, por delante de otros sectores estratégicos, la población depende de una red obsoleta y subfinanciada que se apaga una y otra vez.
El propio diseño del programa, centrado en polos turísticos costeros, deja fuera a barrios, hospitales y comunidades que viven la emergencia energética sin acceso a tecnologías similares de monitoreo, ahorro y eficiencia.
Los defensores del proyecto argumentan que cada kilowatt ahorrado en hoteles puede liberar capacidad para otros sectores y que la reducción de emisiones y la protección de ecosistemas costeros son objetivos impostergables. Esa lógica aparece en los documentos del PNUD, que apuestan por cambiar las dinámicas de operación del turismo y mejorar su sostenibilidad a largo plazo. Sin embargo, la pregunta de quién se beneficia primero, en un país donde muchas familias cocinan con leña o carbón cuando falta la corriente, se mantiene sin respuesta en los textos oficiales.








